Dèjan se encontraba en su oficina de Dubai y después de decirle a su asistente que no recibiría a nadie más y que no quería ser interrumpido, se sentó ante el ordenador y abrió el archivo que tenía intenciones de leer.
Como Ioan sabía que era inútil discutir aquello, porque aunque Dèjan había controlado un poco su excesiva preocupación por su hijo, aun seguía pensando que cualquier cosa podía dañarlo, y como siendo honestos, el mismo Ioan se planteó aquella posibilidad cuando se enteró de la famosa, reciente y extraña reunión familiar, decidió guardar prudente silencio.
La obsesión de Dàmir por el orden era herencia directa de su progenitor y del abuelo de éste, de manera que todos los que trabajaban con o para Dèjan, sabían que los informes debían ir pulcramente ordenados o el redactor estaría en muchos problemas, y como el principal artífice o responsable de todo lo que llegaba a manos de Dèjan era Ioan, aquel no sería diferente.
El primer nombre que apareció ante sus ojos fue el de Bozko Ljubic, el hijo mayor de su hermana Halyja. Bozko había estudiado administración de empresas, tenía veintisiete años y un trabajo en la naviera con sede en Hungría. Sin embargo, fuera el que fuere su papel allí, sin duda le dejaba mucho tiempo libre, porque viajaba mucho y Dèjan estaba seguro que no era por asuntos de negocios. Bozko había estado a punto de casarse un par de años atrás, pero su prometida rompió el compromiso cuando alguien le hizo llegar unas fotos muy comprometedoras de Bozko con una actriz.
El siguiente era Drazen, hermano del anterior e hijo segundo de Halyja. Drazen tenía veinticinco años y había estudiado leyes, pero hasta donde Dèjan sabía, en realidad no hacía otra cosa que divertirse, aunque nominalmente trabajaba en el departamento legal del conglomerado en Hungría también, que era donde la familia se había establecido. Drazen no había estado comprometido nunca, aunque Dèjan sabía que había tenido un hijo con Verushka Varen, hija de uno de los ejecutivos de la naviera, pero el chico no había superado el primer año de vida a causa de una enfermedad congénita.
Jevrev era el hijo menor de Halyja y era solo un par de años mayor que Dàmir. Jevrev había estudiado Ingeniería Naval y era uno de los pocos Zazvic al que parecía apasionarle el negocio familiar; realmente trabajaba en los astilleros y lo hacía desde antes de recibirse. El problema de Jevrev era que parecía extraorinaroamente propenso a meterse en problemas por su descarado humor que no respetaba condición, edad o sexo, y de no ser por su responsabilidad en el trabajo de la que Admir estaba perfectamente la tanto, posiblemente lo habría sacudido hacía tiempo, porque aquel muchachito parecía sentir fascinación por molestar a su abuelo.
Dèjan pasó a los hijos de Mirjana, su hermana menor, comenzando por Drasko. Este joven caballero en verdad lucía como uno y se comportaba como tal en los salones, pero Dèjan sabía que era un sujeto a quien le cabía con toda propiedad el calificativo de peligroso. En principio Dèjan sabía que Vladimir Ivanovic, padre de Lazlo y abuelo de sus sobrinos, no solo siempre había sido señalado como uno de los cabecillas de la mafia rusa en su país, sino que en verdad lo era, y si cuando Dèjan era joven no le había interesao aquello y cuando fue un poco mayor estaba demasiado ocupado intentando recuperar a su hijo como para preocuparse por nada más, una vez que superó aquella etapa, en algún momento se preguntó por qué su padre le había entregado a su hija menor y a quien él sabía que adoraba, a un individuo como Lazlo Ivanovic. Sin embargo, un poco más adelante se enteró que Lazlo no era ni de lejos lo que su progenitor habría esperado y por tanto casi había sido apartado de su familia. Esta información la obtuvo de su tío Tarik, quien también resultaría una sorpresa para Dèjan en aquella época y más o menos por la misma razón. Pero el asunto era que si bien Lazlo había sido una decepción para Vladimir, no era el caso de su hijo Drasko quien a la fecha tenía veinticinco años y había hecho una licenciatura en administración hotelera. Admir no había interferido en las carreras que cada chico había escogido, pero al enterarse de lo que pensaba estudiar Drasko, dijo que aquello era para señoritas. Sin embargo, como Drasko hacía lo que se le antojaba y de lo único que se cuidaba era de no buscarse problema con quien verdaderamente daba las órdenes en aquella familia, es decir, con su tío Dèjan, nadie pudo hacer nada. No obstante, cuando obtuvo su diploma se fue derecho a hablar con su tío y le presentó su proyecto de tesis que por cierto había obtenido la más alta calificación. Dèjan se tomó un par de días para evaluarlo y luego lo llamó y le dijo que contase con su apoyo, de manera que ahora Drasko era el dueño y administrador de un enorme complejo hotelero en la Riviera, pero lo que le daba mayores ganancias era el casino que había construido anexo a lo anterior y Dèjan sabía que Vladimir Ivanovic estaba tras aquello, de manera que aunque él no solía preocuparse por sus sobrinos siempre que no protagonizasen escándalos públicos, el caso de Drasko era especial y había sido así desde que a los dieciocho años anunciase que pensaba contraer matrimonio con Ludmjla Vjerni, hija de una hermana de su tío Pavel. Cuando Dèjan se había enterado de esto, por primera vez había roto su regla de no interferir en los asuntos personales de los miembros de su familia, pero en realidad estaba preocupado por su sobrino. Sin embargo, el chico siguió adelante con sus planes, aunque éstos no llegarían a concretarse, porque poco después su prometida moría en un accidenete automovilístico que no fue tal, y lo que sí había sido era una venganza, porque su sobrino se enteró que la dulce señorita andaba con otro inividuo, y por lo que Dèjan sabía, Drasko los había mandado a despachar a los dos. Aquello despertó de nuevo el pánico de Dèjan, porque sabía que los Vjerni también pertenecían a aquel peligroso submundo de la mafia, pero Ioan le hizo notar que era necio preocuparse por aquello, porque por muy alto que estuviesen los Vjerni en aquella organización, Vladimir estaba por encima de ellos y Drasko seguía siendo su nieto, de manera que nadie iba a meterse con él. Sin embargo, y aunque Ioan tuvo razón, aquello convenció a Dèjan de que su sobrino era peligroso y que era un mal asunto molestarlo, porque lo que no había heredado su padre, sin duda a Drasko le sobraba.