Ioan recibió la noticia del accidente primero que Dèjan, porque aquella clase de cosas les eran informadas en primer lugar a él, de modo que mientras iba camino al aeropuerto, dio apresuradas instrucciones al jefe del departamento legal quien por cierto había sido sacado de su cama con escasa ceremonia y estaba casi a medio vestir. Una vez que concluyó con él y antes de abordar el avión, respiró profundo y se dispuso a comunicarse con su primo.
Dèjan por su parte, un momento antes de recibir la llamada de Ioan había recibido otra del departamento de seguridad y terminaba apenas de escuchar la conversación que había tenido lugar entre su padre y Dàmir, de modo que se encontraba a medio camino entre la ira y la sorpresa. Lo segundo obedecía a que estando seguro del desprecio que sentía Admir por su hijo, jamás se habría imaginado que aquella entrevista pudiese tener lugar, ya que eso habría significado un reconocimiento tácito de la existencia de su nieto, algo que había negado en forma sistemática. Así que al igual que su hijo, haciendo a un lado lo anterior y como para Dèjan solo podía existir un motivo para que Admir se molestase en ver a alguien que según él no existía, y aunque aplaudió mentalmente a su hijo tanto por lo que había dicho como por su actitud, no pudo dejar de sentir un inmenso dolor al escucharlo, pues tras aquellas palabras dichas con la mayor rabia, él sabía que se escondían años de sufrimiento y la ira se impuso a todo lo demás. De manera que justamente iba a pedir que preparasen su nave para ir personalmente a destrozar a Admir, cuando entró la llamada de Ioan.
Por supuesto, antes de hacer aquella llamada Ioan se había ocupado de dar las órdenes pertinentes que incluían avisar a Paulo, de manera que en cuanto Dèjan contestó al móvil, Paulo entró al estudio y sería quien se encargaría de meter a Dèjan en el auto y luego hacerlo abordar la nave, porque el pobre inividuo seguía en estado de shock, y así permanecería durante casi la mitad del vuelo.
Teniendo en cuenta que el acciente había tenido lugar a pocos metros del Hotel, y como se supo casi enseguida debido a lo anterior y a que el conductor había dado aviso a la central de taxis antes de perder el sentido, los chicos habían llegado al sitio primero que las ambulancias y las autoridades.
Ajle y Edvin parecía que estaban a punto de sufrir un colapso cuando vieron el auto volcado, mientras que Keim, Imran, Jevrev y los gemelos Ivanovic corrieron hacia él ignorando las avertencias de los curiosos que se habían detenido alrededor.
Sin embargo, tanto Illija como Kerim, ya estaban buscando algo con qué hacer palanca para sacar las puertas. Aunque los demás estaban de acuerdo con Jevrev, también entendían a los gemelos, pues uno de los que estaba allí dentro era su hermano. De los otros que habían ido con ellos, Bozko se encargaba de tranquilizar a Giuliana, y si los chicos no hubiesen estado tan mortificados tal vez habrían tenido oportunidad de sentirse sorprendidos por la reacción de ella; John se había aplicado a ayudar a Kerim y a Illija, mientras que Igor y Drazen se habían ido derechos a ver al conductor del camión y a preguntar entre los curiosos cómo habían estado las cosas, esto último corrió a cargo de Drazen que era el mejor con los idiomas, en tanto que Igor que estaba entendiendo a medias, tuvo deseos de golpear al transportista. Sin embargo, esto fue desplazado por la urgente necesidad de proteger el nombre de su familia, pues habían comenzado a llegar tanto las autoridades como los reporteros, de modo que se puso en rápia comunicación con el consulado y allí le informaron que ya un miembro del tren diplomático estaba en camino debido a que el señor Bezevic les había notificado lo sucedido.
Los ocupantes del vehículo fueron extraídos y los presentes se sintieron muy conternados o asustados, pues todos estaban inconscientes y las manchas de sangre en sus ropas no contribuyeron a tranquilizarlos.
El equipo de seguridad de Zora hizo su mejor esfuerzo para mantener a los miembros de la banda fuera del alcance de la prensa, pero fue inevitable que por lo menos viesen quién era uno de los heridos y aquello se volvió una locura, de modo que se vieron forzados a sacarlos de allí antes de que comenzasen a perseguirlos.
De los miembros de la familia presentes, los que tenían una custodia permanente eran Igor, Drazen y Jevrev, así que estos sujetos la tuvieron más difícil, porque aunque los Zazvic no eran tan conocidos en aquella parte del mundo, podían resultar lastimados en medio de la confusión general.
El enviado del consulado había llegado casi al mismo tiempo que la policía, de manera que fue él quien dio órdenes de que los heridos fuesen trasladados a una clínica privada cercana. Una vez que habían sido ingresados a las distintas salas de urgencia, el diplomático preguntó quiénes eran Kerim Vaèjik e Igor Dokovic. Como Ioan no sabía que sus primos estaban en aquel país, había dicho al secretario del consulado que se pusiesen en contacto con Kerim, pero cuando el sujeto iba en camino, recibió otra llamada del secretario serbio que no le gustó en lo más mínimo.
El trabajo de aquel sujeto era generalmente resolver malos entendidos entre los poquísimos turistas serbios que visitaban aquel país, las evetuales pérdidas de pasaportes, o la recepción de algún enviado con fines comerciales, y era algo por lo que estaba muy agradecido, pues al inicio de su carrera había estado destacado en Montecarlo y aquello era un circo donde los retoños de familias importantes como industriales o políticos, daban mucho trabajo. De manera que cuando recibió la primera llamada, y aunque no entendió por qué razón a un individuo como Ioan Bezevic podía interesarle la suerte o los problemas de los miembros de una bana de rock, igual se dispuso a ocuparse del asunto, pero al recibir la segunda llamada y al escuchar el apellido Zazvic, saltaron todas las alarmas en su cabeza y unió rápidamente los cabos, sin embargo, su conclusión estaba errada, pues él había pensado equivocadamente que alguna de las niñas de aquella famila estaría involucrada con uno de los melenudos y de allí la preocupación del señor Bezevic, pero la presencia de otros miembros de la familia podía representar un problema mayor.