Giovanni estaba furioso y por primera vez en todos los años que llevaban juntos, Marco tuvo la casi seguridad de que aquel sujeto iba a suprimir su cabeza.
Después de los hechos acaecidos en el centro y cuando Marco había hecho su terrorífico descubrimiento, había abandonado la cafetería pero no había ido directo a la casa sino que estuvo dando un largo paseo para intentar poner sus ideas en orden.
Muchos años atrás y después que habían matado a Federico, Giovanni había quedado desecho aunque nadie lo supiese a excepción de Marco, porque aquel sujeto jamás dejaba traslucir sus sentimientos ya que consideraba que aquello denotaba debilidad y era un lujo que no podía darse. De los tres hijos de Giovanni, Federico era el que más se le había parecido no físicamente sino en el carácter y por tanto el que había estado llamado a sucederlo, pero precisamente, tanto se parecía a su progenitor, que era la misma clase de amenaza que era Giovanni para las chicas, su error estuvo en no cuidarse y haber embarazado a la hija de un peligroso delincuente. Ellos hicieron cuanto pudieron por protegerlo e incluso Marco sugirió sacarlo del país por un tiempo, pero antes de que pudiesen hacerlo porque además el muchachito se negaba a ello, terminó muerto. Aunque aquello hundió a Giovanni en la desesperación, nadie se enteraría de eso salvo Marco que lo conocía bien, pero eso tampoco evitó que organizase la más cruel de las persecusiones que dejaría un altísimo saldo rojo y donde no se salvaron ni los niños de aquella familia, así como tampoco cualquiera que tuviese que ver con ellos de forma cercana o lejana.
Una vez superado el duelo por su hijo, Giovanni había intentado por todos los medios a su alcance que iban desde la conversación hasta los más brutales castigos, convertir a Donatello en su sucesor, pero aquel chico era tan anárquico que ni cuando estaba tirado en el piso sangrando por varios lugares, se abstenía de largarle furiosos discursos a Giovanni en los que incluía que terminaría tirado en alguna apestosa calle cuando algún policía lo bastante astuto le llenara el cuerpo de balas. Con las cosas así, Giovanni había comenzado a desesperarse, porque a Nicola que había sido el menor de sus hijos, ni lo consideraba apto ni había logrado entenderse nunca con él, pero adicional a eso, un buen día el chico había desaparecido y no habían sabido más de él, y con posterioridad, Donatello también lo hizo.
Tanto Giovanni como el mismo Marco, habían asumido que ambos chicos habrían muerto pues estaban seguros que no eran lo bastante fuertes como para sobrevivir en las calles. Sin embargo, hacía relativamente poco Marco había hallado a Nicola y hacía un momento a Donatello y ambos estaban muy vivos, el asunto era que por lo menos el último y si bien lo estaba, lo que definiivamente no estaba era en condiciones ni siquiera para acercarse a su padre.
Marco detuvo su paseo y se preguntó si era juicioso decirle aquello a Giovanni, pero luego se insultó a sí mismo por dos motivos diferentes; el primero que no hacerlo equivalía casi a una traición, y el segundo que tarde o temprano iba a enterarse lo mismo Dios sabía cómo, de manera que era mejor que se lo dijese él mismo.
Por otra parte estaba el asunto de Nico que ni de lejos había salido como él esperaba, y si ahora Donatello iba a estar en medio, el asunto se presentaba doblemente complicado.
Después de mucho pensar y siendo que no había una forma de hacer parecer todo aquello algo distinto al desastre que era, Marco regresó a casa a rendir su informe.
Giovanni había escuchado con su habitual y aparente calma todo el asunto de la banda y todo lo que había planeado Marco para fastidiar a Nico, pero al parecer su pequeño hijo no lucía como muy fácil de fastidiar y los fastidiados habían sido los otros aunque no precisamente por él.