Apenas Dèjan se bajó del avión llamó a David, no era que él tuviese intención de ir inmediatamente, pero sabiendo que aquel individuo se pasaba la mayor parte del tiempo en la emergencia, decidió llamarlo para anunciarle su visita del día siguiente. Sin embargo, y aunque tenía pensado dejarle un mensaje en el buzón, para su sorpresa David le contestó al segundo repique.
David rio y quedaron en verse en unos minutos para cenar y conversar mientras lo hacían, de manera que Dèjan se despidió de su hijo diciéndole que tenía algo que hacer y que llegaría un poco después a casa.
A David siempre le había hecho gracia que él lo llamase muchachito, pues teniendo en cuenta que Dèjan le llevaba poco más de dos años, aquel calificativo estaba como muy fuera de lugar. Después de preguntarle por su pierna, y de interesarse en Ioan y Dàmir, lo miró en forma inquisitiva.
Ellos no se habían visto desde la desagradable visita que hicieran al departamento de Nick, y aunque ya habían transcurrido alrededor de tres meses, David sabía que aquel era un individuo de ideas fijas y se preparó para escuchar de nuevo la misma canción con respecto a lo inapropiada que le parecía la situación de Jesse.
David esperó porque sabía que aquello no era todo, y lo sabía porque Dèjan tenía la costumbre de abrir y cerrar la mano izquierda cuando pensaba o cuando algo lo preocupaba.
Aquello sorprendió a Dèjan, porque aunque sabía que a ella le gustaba leer, por algún motivo siempre pensó que no le entusiasma la idea de estudiar.
Por supuesto esto no era del todo cierto y en realidad una mentira flagrante, porque David había sido testigo de primera fila de lo sucedido en el centro hacía unas semanas, pero consideró improcedente decírselo.
Aunque Dèjan no hizo más preguntas y la cena concluyó de forma amena, él le llevaba ventaja a David y supo sin lugar a ninguna duda que el médico estaba ocultando algo, pero como también sabía que no traicionaría a Jesse, decidió no insistir. No obstante, el carácter obsesivo de Dàmir no era un capricho de la naturaleza sino que estaba impreso en su código genético, así que a la mañana siguiente de su llegada, Dèjan decidió hablar con su hijo y determinar si el asunto era por ahí. La última cosa que Dèjan quería era lucir como un padre perseguidor al menos en aquel terreno, ya que él había vivido eso y lógicamente no quería hacer sentir mal a su hijo, de modo que preparó la mejor forma de abordar el tema.