El último día el año, Dèjan estaba sentado balanceando una copa en la mano, pero como Tarik notó que tenía rato mirando al vacío, se acercó y como su sobrino no preció notarlo, se sentó en un sillón frente a él.
Traik no sabía si reír o acomodarle un buen golpe a su sobrino, porque definitivamente y como decía Ioan, aquel sujeto tenía una obsesión con su hijo.
Dèjan lo miró mal y aunque a Tarik no le gustaba y de hecho evitaba completamente hacer mención a Nadja, también pensaba que su sobrino necesitaba una sacudida.
Con un poco más de calma, le explicó cómo habían estado las cosas con Jesse incluida toda la odisea que habían vivido ese año por causa de la enfermedad de la niña. Y por último le habló de la aparición en escena de la señorita Jadran. Tarik había escuchado con atención, y aunque él no era una mala persona y sintió pena por la chica, pensó que tal vez Dàmir solo estaba siendo consecuente con su manera de ser ordenada y previsiva, y que pensando en el futuro, había decidido olvidarse de aquella pobre chica que era sumamente improbable que pudiese darle una familia. Sin embargo, como notó que la niña también era uno de esos seres que Dèjan había asumido como su responsabilidad, decidió expresar su punto de vista con delicadeza.
Aunque a Dèjan seguía sin gustarle que Jesse sufriese más de lo que ya lo había hecho, y menos le gustaba que el causante del hipotético sufrimiento fuese su hijo, también pensó que su tío podía tener razón y en más de un sentido, porque aparte de lo expuesto por Tarik y que era una realidad, de lo que Dèjan no le había hablado era del carácter que se gastaba la dulce niña, y aunque no tenía idea de cómo sería en materia sentimental, si iba a exhibir el mismo celo con una posible pareja como el que exhibía hacia su libertad e independencia, en realidad haría de la vida del susodicho un infierno y ciertamente tampoco quería eso para su hijo.
Dèjan asintió porque independientemente de lo que pudiese haber sabido, él había ordenado una investigación más extensa en cuanto notó el interés de su hijo en la chica.
La fortuna de la familia Jadran se sustentaba en la industria maderera, pero también habían hecho muchas y muy buenas inversiones en el mercado de valores y esto naturalmente había incrementado el patrimonio familiar. Pero cuando Vladimir Jadran falleció, todos pensaron que Vlado, su único hijo varón, llevaría a la familia a la bancarrota porque aquel muchachito había sido un dolor de cabeza y de hecho parecía no poseer una. No obstante, el incordio aquel había contraído matrimonio con Verushka Jacov y parecía haberse enmendado, pero en realidad no había sido así y de no haber sido por su suegro, la historia habría sido diferente. Sin embargo, cuando tenía cinco años de casado y dos lindas bebitas de cuatro y dos años, Vlado y Verushka perecieron en un accidente aéreo. Con las cosas así, las niñas pasaron a la custodia de su abuelo aunque quienes en realidad se habían hecho cargo del cuidado y educación de las niñas habían sido su hijo mayor Boris y su esposa Layla, padres a su vez de Mirko y Jovan Jacov, de manera que las niñas Jadran habían crecido viendo a los Jacov como sus padres y lógicamente a los chicos como hermanos.