Acorde del Corazón (libro 3. породица)

Cap. 39 Mal encuentro

 

A Marco le había tomado cerca de un mes tranquilizar a Giovanni, y posiblemente Jack nunca sabría que Marco había evitado que terminase flotando en el Támesis pues Giovanni la única cosa que precía querer y así seguiría siendo por mucho tiempo, era matarlo.

De las muchas personas con las que se había relacionado Giovanni Aliano a lo largo de su vida, era muy probable que Marco fuese el único que pudiese decir que lo conocía realmente. Era cierto que Marco había tenido un padre, una madre y unos hermanos, pero a todos los había perdido al mismo tiempo y por el mismo motivo, sin embargo, Giovanni había aparecido y si bien jamás habría podido alzarse como la figura del padre que Marco había perdido porque Giovanni aparte de ser solo dieciséis años mayor que él, nunca lo trató como a un hijo. Sin embrgo, sí había sido quien lo ayudase a evitar ser deportado a su patria y a una muerte casi segura a manos de los enemigos de su padre.

Una vez en Inglaterra y sin medios de sustento, Giovanni siguió ofreciéndole su ayuda, le dio un techo, trabajo y una familia, porque a la larga Marco vería a los niños Aliano como a una especie de sobrinos por los que se preocupaba y a los que cuidaba tanto como le era posible.

Siendo que Giovanni había invertido mucho de su tiempo en levantar su pequeño imperio, era Marco el que velaba por la familia. Federico ya tenía ocho años cuando lo conoció, pero aquel pequeño individuo ya se conducía como el emperador del universo, algo que Giovanni consentía al igual que la madre de la criatura con la resultante de que el chico vivía metido en toda clase de problemas y él sacándolo de los mismos hasta que ya no se pudo.

El caso de Donatello era un tanto diferente, él tenía seis cuando Marco lo conoció y era un poco más manejable aunque por algún motivo que Marco demoraría mucho en comprender, y a pesar de que era el que de de los tres hijos guardaba mayor parecido físico con Giovanni, el chico parecía decidido a fastidiar a su progenitor y no había manera de que lo obedeciese en ningún sentido sin importar que la mencionada desobediencia le generase los más horrorosos castigos o las más brutales palizas casi hasta que desapareció de casa.

Y por último estaba el pequeño Nicola que era poco más que un bebé cuando llegaron a Inglaterra, pero para sorpresa de Marco el chico hablaba casi igual que Donatello por ejemplo que le llevaba casi tres años, pero con una corrección impropia para un niño tan pequeño, y más allá de eso, parecía poseer una memoria increíble, porque recordaba con una precisión pasmosa todo lo relativo a la tierra y a la vida que había dejado atrás. El único problema de Nico, o al menos el más grave e importante mientras estuvo pequeño, fue su aparente incapacidad para adaptarse a la comida de aquellas tierras y pasó mucho tiempo enfermo del estómago.

Debido a lo muy ocupado que estaba Giovanni, delegó en Marco en primer término, la seguridad de su hijo mayor ya que era perfectamente consciente de lo hábil que era Federico para meterse en problemas, y en segundo término y aunque en realidad Giovanni no se lo había ordenado, él también tendría a su cargo la mayor parte del cuidado de Nico y de hecho sería al que más se sentiría unido tal vez por el hecho de haber sido el más chico o el más delicado en cuanto a salud, pero el asunto era que lo sentía más suyo que a los demás, razón por la cual el día que había llegado a casa y había encontrado la nota de despedida, sin siquiera terminar de leerla había salido a todo correr y había puesto a todos los hombres que tenía disponibles a buscarlo por todo el barrio, pero cuando se enteró de lo que había sucedido con el padrastro de Jarko, tuvo pocas dudas de que Nico había decidido escapar junto con sus amigos. Casi por pura fórmula había ido a la casa de los Facelli, pero ellos aun no habían notado la ausencia de Carlo porque siendo tantos y dada la conmoción que se había sucitado en el barrio con el asesinato, nadie se había preocupado mucho por saber dónde estaba el chico.

Con las cosas así, Marco tuvo que enfrentarse a la terrible situación de informarle lo sucedido a Giovanni. Como cabía esperar, Giovanni había montado en cólera y había sacudido a Marco, después de lo cual le ordenó que hiciese lo que fuera necesario pero que le trajese a su hijo de vuelta. Marco había considerado varios cursos de acción incluido el de dar parte a la policía, porque ya habían rastreado todo el barrio y los posibles lugares a los que Nico podría haber ido, pero cuando le dijo esto a Giovanni, él volvió a enfurecer y le gritó que no pondría a la policía a perseguir a su hijo como si fuese un criminal. Marco cumplió con recordarle que era muy improbable encontrarlo entonces, porque él mismo había llevado a los chicos muchas veces de excursión y se había esmerado en enseñarles cómo sobrevivr en ambientes hostiles, y aunque sabía que eso en sí mismo no era mucho, sería suficiente para Nico debido a que a lo anterior se sumaba la habilidad heredada de su padre para convencer a casi cualquiera de casi cualquier cosa.

Lo que nadie salvo el mismo Marco sabía, era lo mucho que aquello había afectado a Giovanni, porque si bien nunca tuvo tiempo para sus hijos, o al menos no como cualquier niño habría esperado, a su modo los amaba y se había pasado media vida trabajando para proporcionarles lo mejor y todo aquello que pudiesen necesitar, el problema era que mientras hacía esto, no había tendio tiempo para darles lo que más necesitaban que era su atención y su amor.

Otro asunto en el que Giovanni había trabajado mucho era en ocultar sus sentimientos, y pensaba que sus hijos eran débiles por no tener el mismo control, de modo que pensó que aquella aventura de Nico terminaría en breve y en cuanto se viese enfrentado a un mundo y unas necesidades a las que no estaba acostumbrado. Su error estuvo en no escuchar a Marco, porque él no consideraba a Nico tan débil como Giovanni creía, y lo que sí sabía mucho mejor que éste, era que Nico era terco en grado de exageración, y que la mencionada terquedad le impediría regresar aunque estuviese muriendo de hambre y frío. Y sumado a todo lo anterior, también sabía que profesaba una lealtad a toda prueba para con sus amigos a los que consideraba casi sus hermanos, y si Jarko estaba en problemas y sin duda así era, Nico no iba a dejarlo, pero se cuidó muy bien de no mencionar esto último, porque si lo hubiese hecho, lo más seguro era que Giovanni hubiese hecho a un lado su aversión por la policía y habría lanzado a ésta tras Jarko.




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