Acorde del Corazón (libro 3. породица)

Cap. 41 Rescate inesperado

 

Una vez que abandonaron el departamento de Nick, Ioan decidió recabar un mínimo de información, porque aunque estaba bastante seguro de que la llamada que había recibido Dèjan era de su tío Ivar, quiso asegurarse.

  • ¿Qué te dijo?
  • Justo lo que pedí – contestó él

Y a Ioan le habría extrañado mucho que no fuese así, pero aquello no contestaba su pregunta.

  • Entonces ya sabes dónde ubicar al sujeto ¿no?
  • No, pero voy a reunirme con quien lo sabe mientras tú te encargas de llevar a Dàmir a casa
  • De ninguna manera
  • Ioan…
  • He dicho que no – porfió él

Dèjan lo conocía bien y sabía que por ese camino no llegarían a ninguna parte, ya en una oportunidad anterior y cuando pretendió dejar a su primo atrás  mientras se embarcaba en la búsqueda de su hijo, Ioan se había portado del mismo modo, y como no estaba para perder el tiempo intentando convencerlo, no dijo nada más.

Ioan por su parte decidió guardar silencio también, pues sabía que perdería miserablemente el tiempo intentando convencer a Dèjan de que aquello era una locura, porque suponiendo que en verdad Giovanni Aliano fuese el responsable de la desaparición de Jesse y que ella estuviese con él, independientemente de cómo fuese el individuo seguía siendo su padre y técnicamente no estaba comentiendo ningún delito, de manera que bien mirado, iban derechos a meterse en un gran problema si como efectivamente sería, iban a irrumpir en una propiedad privada para rescatar a alguien que no necesitaba ser rescatada. No obstante, Dèjan siempre veía las cosas desde un solo punto de vista, el suyo, y debía estar enormemente preocupado como para haber llamado él mismo a Ivar, algo que no sucedía nunca y cuando por algún motivo necesitaba de él, era Ioan quien se encarga de comunicarse y resolver cualquier cosa que hubiese que resolver.

Dèjan le había indicado una dirección a Paulo, misma a la que llegaron un poco después; Paulo detuvo el coche detrás de otro que estaba aparcado allí y del que bajó un sujeto que caminó hacia el auto.

  • Buenas noches, señor Zazvic – saludó el sujeto inclinándose sobre la ventana – Ioan
  • Zêgar – dijo Ioan a modo de saludo

Zêgar Vordanov era un sujeto de edad indefinida y a quien Ioan había conocido hacía mucho tiempo, y en la actualidad era el enlace de su tío en Londres. Ioan recordaba que cuando tenía alrededor de dieciséis o diecisiete años, en una oportunidad había entrado inopidamente al despacho de su padre y había visto al entonces muy joven Zêgar conversando con Tarik; él se había disculpado marchándose enseguida aunque muy preocupado, porque normalmente cuando entraba de aquella manera y aunque Tarik estuviese acompañado, solía sonreír y decirle que podía quedarse, de modo que aquella forma diferente de actuar justificaba su preocupación. Esa noche y después de cenar, Ioan que siempre había sido de naturaleza curiosa y estando preocupado, quiso saber quién era aquel hombre.

  • Siento mucho haberte interrumpido esta tarde, papá
  • No te preocupes hijo, a veces suceden esas cosas
  • ¿Quién es ese?
  • Eso es algo que de momento no te concierne, Ioan – había contestado Tarik para más extrañeza de Ioan, pero eso no lo haría desistir
  • ¿Por qué? – insistió
  • Ioan, como te acabo de decir, de momento no es asunto tuyo, pero llegará el día en el que lo sea y prometo decírtelo
  • Ya no soy un niño, papá, y si ese chico es amigo tuyo…
  • Yo no lo llamaría exactamente “amigo” – puntualizó Tarik
  • ¿Y entonces?
  • Trabaja para nuestra familia
  • ¿Trabaja? – preguntó con extrañeza – Pero si es un chico
  • Posiblemente, pero ese “chico” es peligroso
  • ¿Y si es así por qué trabaja para nosotros?
  • Precisamente por eso – contestó él, pero al ver la confusión de su hijo, agregó – No es peligroso para nosotros sino para nuestros enemigos, hijo

Si bien Ioan siempre había sido muy inteligente, en aquel entonces no le había quedado muy claro lo dicho por Tarik y aun pasaría algún tiempo antes de que comprendiese bien, pero el asunto era que si bien él conocía a Zêgar, no era el caso de Dèjan por lo que ya se dijo en cuanto a que era Ioan quien se encargaba de ciertas cosas, pero como Dèjan no estaba allí para hacer relaciones sociales, miró al hombre en forma interrogativa.

  • ¿Y bien?
  • Todo está preparado y mis hombres están en posición, señor – le dijo y Dèjan elevó una ceja porque no veía a nadie más, algo que debió entender Zêgar porque agregó – No están aquí sino donde deben estar
  • ¿Y eso es exactamente dónde?
  • Señor Zazvic, si nos dice con exactitud qué es lo que está buscando…
  • Expresé con claridad lo que quería y usted se limitará a seguir las órdenes que se le dieron




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