Acorde del Corazón (libro 3. породица)

Cap. 42 Otra invasión

 

En cuanto Donatello se había visto libre de las odiosas escayolas, se cambió de ropa a toda velocidad y comenzó a urgir a su hermano para ponerse en marcha. Dàmir y Giuliana querían unirse al grupo, pero naturalmente ninguno de los Aliano esuvo de acuerdo, así que Kerim con un poco más de juicio y con ayuda de Nedjeljka, intervinieron para evitar desastres. Con quien no hubo caso y Nedjeljka ni siquiera lo intentó, fue con Mihailo.

  • Escucha – le estaba diciendo Nick – no estamos muy seguros de…
  • Olvídalo, Nick – lo interrumpió él – Iré tanto si te parece como si no

Aunque el inicio de las relaciones entre Nick y Mihailo no había sido el mejor, las mismas habían mejorado mucho en el último año y medio, pero Nick no había olvidado lo peligroso que podía ser aquel chico especialmente si Jesse estaba involucrada.

Otro que representó un problema fue David, pero él a quien se dirigió fue a Donatello y como éste lo único que quería era marcharse, no hizo demasiadas preguntas.

  • Bien, solo mantén tu cabeza a cubierto porque no sabemos con qué nos vamos a encontrar
  • Descuida, si sobreviví a una guerra, es seguro que puedo con esto
  • ¿Tienes un arma?
  • No, pero no la necesito

Sin embargo, un poco después y cuando iban en camino, Charlie colocó una ante él.

  • Ya escuché que no la necesitas, pero solo por si acaso ya que no nos gustaría perderte, Doc – le dijo exhibiendo su eterna sonrisa burlona – ¿Sabes como usarla, no?
  • Sí – le contestó él

No era que a David le gustasen de manera especial aquellas cosas y su trabajo habitual era reparar los daños que éstas causaban, pero ciertamente sabía como utilizarlas en caso de necesidad. Charlie también se ocupó de armar a Mihailo, pero con él si se detuvo un poco más en las explicaciones ya que si bien el chico conocía su funcionamiento, nunca había mostrado mucho interés en las armas así como nunca entendió el de Jesse, quien cada vez que pasaban por una armería se quedaba mirando con embeleso aquellas cosas y leía todo cuanto podía acerca de las mismas.

 

 

Después que Zêgar y los suyos habían desalojado la propiedad, Giovanni hizo su ira a un lado de manera momentánea para ocuparse de Marco que sangraba mucho.

  • ¡Giorgio, vete a buscar al médico! – le gritó a uno de los suyos
  • No seas necio, hombre – le dijo Vinnie caminando hacia la puerta – Yo iré por Cecilio
  • Tú no vas a ninguna parte, Vincenzo – lo detuvo
  • Queremos que llegue hoy ¿no?
  • Claro, pero quiero que llegue, infeliz – acentuó

Aquello obedecía a que todos conocían la afición de Vinnie por la velocidad y de hecho era eso junto con el alcohol lo que casi había arruinado su vida, pero si bien había dejado la bebida, casi nadie se subía con él a un coche porque aquel cretino parecía creer que hasta las más estrechas callejuelas eran pistas de carrera.

Giovanni no era especialmente afecto a los médicos y pensaba que todos eran unos charlatanes de oficio, afortunadamente  él contaba con una excelente salud y en muy escasas oportunidades había necesitado de los servicios de uno. Sin embargo, no era idiota y sabía que le gustase o no, a veces no había más altenativa que acudir a uno, pero se había negado en forma recalcitrante a hacerlo con otro que no compartiese con él al menos la nacionalidad y así era como el doctor Cecilio Fontana se había convertido en su médico personal aunque personalmente lo ocupase poco, pero también se había asegurado de tenerlo relativamente cerca y accesible, razón por la cual Giorgio estuvo de vuelta casi inmediatamente pero no con el galeno sino con el hijo de este.

  • ¿Eres imbécil o qué? – le preguntó Giovanni
  • Cecilio no estaba en casa y…
  • ¿Cómo que no estaba en casa? Le pago para estar disponible cuando a mí se me pegue la gana
  • Señor, yo puedo…
  • ¡Cierra la boca y vete a jugar con tus tacos, niño!
  • Con todo respeto señor Aliano, estoy estudiando medicina y puedo ayudar

No obstante, no tendrían oportunidad de nada, porque en ese momento entró Al a toda carrera.

  • ¡Señor! – exclamó y los presentes se giraron
  • ¿Qué? – preguntaron Giovanni y Vinnie casi con fastidio

Esto obedecía a que Al tenía otra odiosa manía y era una que parecía hacerlo incapaz de decir una frase completa de una sola vez.

  • Un grupo de individuos intenta entrar
  • ¡Maldición! – exclamó Giovanni retomando su ira mientras que Vinnie extraía su arma y caminaba hacia la puerta

Sin embargo, en aquella oportunidad no habría violencia, porque Giorgio reconoció a dos de los nuevos visitantes casi enseguida.

  • ¡Alto! – ordenó a los demás y se acercó a la puerta – Nico – dijo dirigiéndose al menor
  • ¡A un lado mal nacido! – exclamó Donatello y Giorgio lo miró exhbiendo una sonrisa antipática




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