David se tomó con premura el café que había preprado antes de ir a bañarse, pero hizo una mueca de fastidio al notar que estaba frío y que había olvidado colocarle azúcar, algo que siempre olvidaba así como olvidaba que si lo servía antes de bañarse al salir estaría frío. Cogió las llaves del auto y salió en carrera porque iba con retraso, sin embargo, se detuvo de golpe al ver que no era su auto el que estaba aparcado en la cochera, sino un groserísimo Aston Martín gris plata. Dos distintos pensamientos chocaron en la mente de David, el primero que le habían robado su coche, y el segundo que alguien muy osado había decidido aparcar en su cochera. Pero aun una tercera idea se coló en su cabeza y comenzó a marcarle con furia a Nick.
Dicho esto cortó la comunicación dejando a Nick sorprendido, porque en verdad y por primera vez, él no tenía nada que ver y ni siquiera sabía de qué le hablaba. David se encaminó hacia donde pudiese tomar un taxi mientras pensaba que en realidad Nick y sus chicos estaban manejando indecentes cantidades de dinero si podían permitirse regalar un auto como aquel, pues, aunque no se había detenido a mirar mucho, eso no era necesario para saber que venía directo de una agencia. David pasó la mañana de muy mal humor y tanto Jalla como Jonas se preguntaron qué le sucedía, porque no era usual ver a David así; ellos estaban acostumbrados a escucharlo bromear, a verlo perdido en la vida ya que usualmente David no sabía ni qué día era, o a verlo mortificado por algún paciente, pero de mal humor, nunca.
Nick por su parte y si bien aun tenía pendiente hacerle a algún regalo a David por lo de Donatello, siendo que en verdad le habían hecho todo lo que podían hacerle al vehículo del galeno, él no había decidido aún que podía darle, de manera que estaba muy sorprendido por aquella llamada. Sin embargo, aquello pronto abandonó su cabeza debido a que tenía problemas más urgentes que resolver como por ejemplo qué hacer con su hermano y con Jack, pero la llamada de Jesse cambiaría todo el panorama y Nick comenzaría a preparar sus próximas acciones.
Una vez que Jesse se había comunicado con su hermano, decidió hacerle la vida miserable a Dèjan, así que se encaminó hacia el baño y abrió la puerta con violencia, aunque cuidándose de no mirar dentro, porque ya no escuchaba el agua correr.
Dèjan llenó de aire sus pulmones mientras intentaba no perder la paciencia.
Dèjan llegó a la conclusión de que ella no iba a obedecer solo por fastidiar, así que continuó secándose, aunque corrió la puerta de la ducha
Dèjan agradeció a los cielos que ella no pudiese verlo en aquel momento, porque había enrojecido como un escolar al recordar aquel impropio comentario que él le había hecho cuando creía que era un chico. Pero de la vergüenza pasó a la ira y abrió la puerta con violencia, cogió su ropa y comenzó a vestirse saliendo un poco después. Como Jesse había seguido hablando sin prestar mucha atención, casi se cae hacia atrás al verlo frente a ella, pero se recuperó enseguida.
A pesar de su aparente osadía y de sus amenazas, Jesse seguía siendo una chica, así que mantuvo la vista cuidadosamente en el rostro de Dèjan evitando el resto de su humanidad que como había dicho estaba a medio cubrir.
Dèjan tenía ganas de muchas cosas y la amabilidad no entraba en la lista, algo que Jesse debió percibir, y sabiendo que ni con la mejor buena voluntad ella podría moverlo si a él no se le antojaba, porque el cretino aquel era indecentemente alto, quien se giró fue ella.
Como Dèjan no sabía si Paulo había regresado ya, decidió que era peligroso dejarla abandonar la habitación, así que se movió con rapidez obstaculizándole el paso.