Los chicos en general se alegraron de ver a su abuela, pues hacía un par de meses que tomaba todas las comidas en su habitación, y aunque solo Igor y los gemelos residían en forma más o menos permanente en aquel lugar, todos sabían lo anterior y ni siquiera las veces que por cualquier motivo, como el cumpleaños de Jalena en el que se había reunido toda la familia, Zara había bajado. De manera que después que ella saludó a su hermano, se apartó con ellos dejando a Dèjan con Ivar.
Dèjan ciertamente lo sabía, primero, porque poco recomenables o no, estaban relcionados en forma cercana con su familia, y segundo, porque había pocas cosas por no decir ninguna, que estuviese mínimamente relcionada con su hijo, que él no supiese, pero aun así, estaba a años luz de ir a interferir en la vida privada de Dàmir, o al menos no en aquel sentido. Ivar, y, aunque no tenía un estrecho contacto con su sobrino, poseía la útil herrmienta de la observación y tenía el enorme poder de la información, así que no le supuso un gran problema darse por enterado de los pensmientos de Dèjan, aunque estos no habían sido expresados en voz alta.
Aquello sí preocupó mucho a Dèjan, porque, aunque efetivamente sabía quiénes eran los Jacov, no pensó que eso podía poner en peligro a Dàmir, y como esto pareció ser igualmente fácil de ver para Ivar, agregó.
Dèjan no se movió ni dijo nada, pero así como Ivar estaba seguro de lo que decía, él lo estaba en el sentido de que tanto Paulo como Ioan estarían en alerta máxima y le informarían cualquier cosa que hubiese que saber, un poco después.
Dicho esto le sonrió en forma enigmática y se alejó hacia donde estaba Admir, quien por cierto no había dejado de observar la reunión entre su hijo y su cuñado, pero más allá de eso, le habían preocupado mucho los cambios de expresión de Dèjan.
A Dèjan por su parte le tomó solo un par de segundos hilvanar las ideas, concluyendo con rapidez que su tío estaba hablando de su reciente petición con relación a la ubicación de Giovanni Aliano, lo que lo hizo juntar las cejas al recordar que Jesse seguía siendo un asunto pendiente, pero también pensó que si su tío estaba preocupado no era solo por esto, sino, porque estaba igualmente seguro que Ioan había acudido a Ivar para la consecución de información acerca de la madre de Jesse. Con las cosas así y sabiendo que Ivar nunca se había inmiscuido en sus asuntos, agendó, de manera mental, un rápido viaje a Sarajevo, pues le urgía saber cuál era la información que obraba en poder de Ivar y que debía ser de suma importancia como para que se preocupase de pedirle una entrevista con tanta urgencia.
Al final de aquella noche Dèjan no recordaba haber asistido a una cena con su familia que estuviese tan animada, el único que o bien no estaba disfrutando de la misma o simplemente seguía siendo incapaz de divertirse, era Admir quien había contribuido poco en la conversación general. Sin embargo, después de pensarlo un poco, Dèjan concluyó que era lógico que su padre no se sintiese ni siquiera medianamente bien, pues casi toda la velada y las conversaciones de la misma, giraron en torno a Dàmir y a la actividad que realizaba. Dèjan también imaginó que todos sus prientes, con la posible excepción de Mirjana, y tal vez su madre, estaban en total desacuerdo con la vida que llevaba su hijo, pero ninguno era tan estúpido como para ir a ponerlo en palabras y menos estando él presente.
A pesar de que todo había ido bien y nadie había molestado a Dàmir, la visita no podría extenderse más, pues tanto él como Dèjan tenían asuntos pendientes, y de hecho Dàmir tenía que comenzar con una producción y estaban esperando por él, de modo que con mucho pesar, Dèjan tuvo que decirle a su madre que se marchaban al día siguiente.