Acordes del Corazón (libro 10. Тишина)

Cap. 02 Donatello

 

 

Una vez que Donatello había iniciado su relación formal con Justine, y si bien la amaba y se llevaban bien como pareja, la actividad a la que se dedicaba ella le había reportado toda una serie de problemas a nivel laboral y hasta personal a Don, porque en cuanto el compromiso se hizo público, la prensa comenzó a acosarlo, y si ya esto era un problema que le restaba privacidad a su vida, también repercutió de la forma más negativa en su trabajo, al punto de ni siquiera poder efectuar un simple interrogatorio sin que saliese a flote y sin venir a cuento, su relación con Justine.

Todo el asunto se volvió simplemente insostenible y terminaría por renunciar, aunque siendo honestos, fueron un conjunto de situaciones las que en realidad lo llevarían a tomar la decisión de hacerlo, ya que aparte de lo anterior, se juntó el asunto del atentado y el problema que eso le ocasionó con el comandante.

Varios días después de presentar su dimisión, y cuando fue a buscar algunos objetos personales a la comisaría, algunos de sus compañeros, y desafiando su suerte, aun tuvieron el valor de burlarse, aunque en aquella ocasión fue por otro asunto del que él ni siquiera estaba enterado, ya que había desarrollado una aversión brutal a la prensa y ya no leía los diarios, ninguno, independientemente de si tenían o no una sección de farándula. El asunto fue que, justo ese día o tal vez el anterior, no le había quedado claro eso, había salido un insidioso artículo en el que alguna fulana que se llamaba a sí misma comunicadora social, exponía que la famosa cantante posiblemente perdería a su prometido en breve, pues aseguraba que le constaba, que las chicas hacían fila a las puertas de la comisaría únicamente para verlo a él y no precisamente por ser el prometido de Justine, sino porque era insultantemente atractivo, y todo lo anterior venía bajo una fotografía suya a todo color.

Los ahora ex compañeros de Don, naturalmente habían hecho fiesta con aquel artículo, pero por fortuna, Vinnie que se había autoimpuesto la tarea de vigilar a aquel irascible sujeto, lo había acompañado y evitó que terminase con sus huesos en alguna celda después de apalear a aquellos necios.

Ese día Don había estado de un humor asesino, y aunque Vinnie lo intentó todo, no logro despegarlo no de una, sino de muchas botellas, y tuvo que escuchar un recuento de la vida de Donatello desde su propia óptica.

Vinnie sabía a grandes rasgos lo que había sucedido mientras él estuvo en rehabilitación, pero ciertamente ni Marco ni nadie en realidad, le había dado los detalles, así que sería esa noche cuando se enteraría de todo el infierno que vivió Donatello antes y después de la visita de Giuliana, así como de lo culpable que se había sentido por la partida de Nico, aunque aquello sin duda no era su culpa, pero con todo lo que le dijo Giuliana, él terminaría por asumirlo así.

Vinnie lo había acompañado, pero no había bebido como él, pues después de su propia experiencia con el alcohol, era algo que evitaba y lo único que se permitía beber era algunas copas de vino y muy, pero muy eventualmente, un par de cervezas, de manera que estaba muy sobrio y escuchó cada detalle de aquella historia almacenándolo en su memoria.

Cuando Donatello finalmente cayó abatido, cargó con él llevándolo a su departamento, y después de asegurarse de que solo estaba muy borracho, pero no en peligro de sufrir un coma etílico, echó un breve vistazo al lugar y pensó que el desorden a su alrededor parecía ser el mismo que reinaba en la alterada consciencia de Don. Había pensado marcharse y regresar luego, pero se quedó, porque después de todo, estaba muy cercano el amanecer.

Durmió unas pocas horas y lo despertó el insistente repicar del móvil, pero no era el suyo, así que buscó en la chaqueta de Don y decidió contestar al ver el identificador, porque por lo que sabía de la francesita, seguiría insistiendo hasta obtener una respuesta.

  • ¿Se puede saber dónde demonios estás?
  • Buongiorno, Justine
  • Tú no eres Don
  • Por suerte para él y muy mala para mis oídos
  • Vincenzo – dijo con ira al reconocerlo y no tanto por la voz sino por el tono irónico – Pásame a ese…
  • Improbable, porque en este momento está dormido y dudo mucho que ni siquiera tus gritos logren despertarlo
  • Escucha, mi paciencia es muy limitada
  • Estoy seguro que no tienes de eso, linda
  • ¿Por qué no puedes despertarlo?
  • Podría intentarlo, pero como te dije, no lo lograré, porque anoche estuvo bebiendo mucho
  • ¿Y por qué tú estás…?
  • Porque yo no bebo
  • Claro, y estoy a punto de creerte
  • Bueno, eso es asunto tuyo y no mío
  • Suponiendo que fuese cierto, ¿por qué lo dejaste embriagarse hasta el punto de no poder despertar?
  • Muñeca, soy su amigo, no su nana, pero descuida, tendré la amabilidad de decirle que llamaste

Sin agregar nada más ni esperar a escuchar si ella tenía algo más que decir, y no solo lo tenía, sino que Vinnie estaba seguro que así sería y estaría hablando hasta que la batería se agotase, cortó la comunicación y colocó el dichoso móvil en silencio.




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