Acordes del Corazón (libro 10. Тишина)

Cap. 09 Silencio

 

A pesar de que Nedjeljka no se había planteado dejar el país donde había crecido y donde estaba su familia, cuando terminó su licenciatura en psicología, habló con sus padres y les participó su intención de trasladarse a Londres. Los señores Ervenik, que eran un poco más sosegados que los Kocevic, intentaron convencerla de quedarse, y en el caso de su padre, sabiendo como sabía por qué lo hacía, ofreció conseguirle a Mihailo un puesto en el Hospital local, pero Nedjeljka sabía que no había modo de que Mihailo abandonase Inglaterra, tanto porque allí estaba su hermano, como Jesse, y eso era algo que había quedado claro desde el inicio. Con las cosas así, no les quedaría más remedio que aceptar, pero si ellos no hicieron escándalo, no fue el caso de Miljenko, que como sabemos, era igual o peor que Ajle, y como Milen no tenía ni un gramo de paciencia, lo había puesto a dormir con sus delicadas maneras. Aunque Nedjeljka pudo marcharse sin tanto drama, Miljenko ahora pasaba más tiempo montado en un avión que haciendo cualquier otra cosa, pues se presentaba en Londres cualquier día, a cualquier hora, y podía pasar solo un par de días, como quedarse todo un mes. Ajle no se mortificaba, pues después de todo había crecido con aquel individuo, mientras que Mihailo tuvo que acostumbrarse pronto a que, de las visitas, muy seguidas ya, de Miljenko, ahora casi vivía allí, y para completar el cuadro, en muchas ocasiones no se quedaba en la casa de Ajle, sino que encontraba mejor hacerlo en el departamento de Mihailo.

Todo el mundo se preguntaba qué hacía Miljenko, porque lo que fuese, estaban seguros que era poco o nada, ya que siempre andaba de un lado para otro sin aparente orden ni concierto, y, aunque en realidad tenía una profesión, el padre de la criatura no podía considerarla más inútil, pero como encontraba una victoria que Miljenko hubiese ido a la universidad, había dejado de mortificarse por ello. No obstante, la realidad era que, aunque el señor Ervenik encontrase inútil la actividad de su hijo, pues el niño, se había licenciado en arquitectura del paisaje, Milen sí sabía que Miljenko podía parecer, y, de hecho, ser una catástrofe a nivel emocional, a esas altura había hecho una pequeña fortuna con sus trabajos, porque no solo era bueno en lo que hacía, sino que para él no era un trabajo y solo se divertía diseñando los más locos jardines, por ejemplo, había participado en el diseño y restauración de un par de áreas en parques importantes, y había sido requerido en algunas ocasiones, para el diseño de las prácticas, políticas y planeamiento de la remodelación de espacios urbanos muy importantes, solo que, si bien él aceptaba la comisión para el diseño, lo que le era simplemente imposible, era sentarse en una oficina y pasar horas discutiendo políticas y métodos de desarrollo con individuos que pensaban en términos económicos y tenían nulo conocimiento de arte. De modo que, Miljenko sí trabajaba, solo que lo hacía cuándo él quería, para quién quería, y cuándo a él le parecía, y por supuesto, era Milen quien se encargaba de la parte legal, pues de ningún modo iba a permitir que alguien intentase aprovecharse de la incapacidad de su hermano en el área legal o financiera.

Ese viernes cuando Mihailo llegó al departamento que, por cierto, una vez que Ajle se había casado y su familia había crecido en forma rápida y exponencial, se había comprado una monstruosidad de casa y le había dejado el departamento a su hermano, se encontró con Miljenko en él y vociferando quién sabía qué. Mihailo que llevaba un horroroso dolor de cabeza, se fue derecho a sujetar a Miljenko y le ordenó hacer silencio.

  • ¿Estás molesto conmigo? – preguntó Miljenko

Mihailo se frotó la frente, pues aquella era otra característica con la que había tenido que aprender a lidiar, pues la mayor parte del tiempo Miljenko parecía un escolar muy crecido, pero como le había explicado Nedjeljka, el psicólogo había dicho que Miljenko presentaba un retraso en su desarrollo emocional, de modo que siempre parecería un niño aunque no lo fuese, y aunque había estado en tratamiento toda su vida, no tenían idea de qué había ocasionado que no hubiese desarrollado una madurez emocional acorde a su edad.

  • No, Miljenko solo me duele la cabeza
  • ¿Estás enfermo? – preguntó con una nota de horror

Nedjeljka que sí sabía lo que le sucedía a Mihailo, sujetó a su hermano e intentó sacarlo de ahí, pero como él podía ser también muy terco, insistió en el asunto y, de hecho, ya estaba llamando a Ajle. Mihailo decidió dejar que su mujer se hiciese cargo del loco aquel, y fue a darse un baño, pero como el otro loco lo era, cuando Mihailo salió, estaban ambos en el salón y se giraron más o menos con la misma expresión, de manera que, con un suspiro de resignación, decidió aclararles que no estaba enfermo y qué era lo que lo tenía tan preocupado.

Una de las razones que había llevado a Nedjeljka a estudiar psicología, era justamente el comportamiento de sus hermanos, de manera que tuvo que poner en juego todos sus conocimientos para tranquilizarlos, porque como cabría haber supuesto, ellos se tomaron el asunto de un modo mucho más trágico que el mismo Mihailo.

  • ¿A dónde se supone que vas? – preguntó Ajle cuando lo escuchó despedirse de su hermana, y en el caso de Miljenko corrió a atravesarse en su camino
  • Debo ir a hablar con ellos – dijo Mihailo con cansancio




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.