Acordes del Corazón (libro 10. Тишина)

Cap. 13 Mihailo

 

Mihailo llegó al piso de obstetricia y como había venido sucediendo desde que había comenzado la rotación por aquel departamento, experimentó cierto malestar. Si bien cuando se enteró del embarazo de Jesse, había investigado mucho y hasta se había planteado la especialización en aquella área, posiblemente, y aunque ya había atendido algunos partos críticos en la emergencia, debido a lo traumático del parto y posterior emergencia operatoria de Jesse, desarrolló cierto rechazo por aquella especialidad. No obstante, y siendo que aquella era la última etapa de la rotación, estaba enfrentando ese período con el mismo nivel de dedicación que había exhibido durante toda la carrera.

  • ¡Doctor! – exclamó una asistente sacándolo de sus pensamientos – Que bueno que ya está aquí, porque tenemos una paciente del tipo difícil

Como la chica no parecía dispuesta ni siquiera a dejarlo saludar, sino que ya lo estaba arrastrando, Mihailo sonrió y solo estiró la mano para coger un par de guantes del dispensador y se dejó conducir a la habitación. Lo primero que escuchó fueron los gritos de la paciente, solo que no eran exactamente de dolor, aunque seguramente lo estaba sintiendo, sino que estaba insultando a alguien. Aquello no era especialmente novedoso, porque muchas parturientas la emprendían contra el personal, o en contra de sus desventurados maridos. Sin embargo, cuando Mihailo entró, lo primero que escuchó descompuso mucho su ánimo.

  • Vamos niña, las mujeres han pasado por esto a lo largo de la historia y ciertamente ninguna se ha partido a la mitad como sostienes – estaba diciendo la doctora que estaba allí
  • ¡Eso lo dices porque no eres tú, perra! – escupió la chica
  • Eso lo digo, porque es cierto. Si no querías pasar por esto, debiste tomar precauciones

Mihailo tuvo que hacer un enorme esfuerzo por sujetar su ira y no acomodarle un puñetazo a aquella mujer. Él ya sabía que la doctora Anette Swimer no era del tipo empático, pero a su juicio aquello sobrepasaba los límites.

  • ¿Doctora, me permite? – preguntó, aunque su habitual tono amable estaba ausente
  • Toda tuya – dijo la doctora pasándole la Tablet antes de salir

Mihailo miró con brevedad los datos y condición de la paciente y luego se acercó a la cama.

  • Hola Jenny, yo soy Mihailo
  • Ajá – contestó ella que parecía no haberse percatado del cambio, pero al verlo juntó las cejas – ¿Eres doctor? – preguntó con desconfianza

Mihailo aún no se habituaba a anteponer la profesión a su nombre, a pesar de que ya se lo habían dicho en varias ocasiones desde que había dejado de ser un estudiante y había comenzado el internado rotatorio que marcaba el final de su carrera, ya que después de eso, lo que procedía era la especialización en el área que escogiese, pero sin duda ya era un médico.

  • Así es – dijo exhibiendo su amable sonrisa
  • Jenny… – dijo un chico que Mihailo supuso sería el esposo
  • No te me acerques, y si te gusta la cabeza donde la tienes, lárgate de aquí

Mihailo intentó ocultar la sonrisa, pero miró a la asistente quien entendió que debía sacar al pobre sujeto un momento.

  • Jenny, sé que esto es difícil…
  • ¿Cómo podrías saberlo? Eres un hombre
  • Claro, pero te aseguro que, si bien no lo sé desde la experiencia personal, he estudiado mucho, y, en cualquier caso, todos sabemos que un dolor siempre lo es
  • La estúpida que estaba aquí no parece saberlo y…

Se detuvo pues estaba experimentando otra contracción, de modo que Mihailo le sujetó la mano y echó un rápido vistazo al monitor. Cuando la contracción pasó, volvió a dirigirse a ella.

  • ¿Y ya saben el sexo o se decidieron por la sorpresa?
  • Lo sabemos. Es una niña
  • Que bien. Imagino que será tan valiente como su madre
  • No lo soy. En este momento…
  • Acabas de decirlo. En este momento – puntualizó – te sientes terrible, pero cuando la tengas en los brazos, olvidarás esto
  • Lo dudo mucho
  • Todo aquello que vale la pena, cuesta, pero lo estás haciendo muy bien, y cuando nazca tu bebita, verás que la emoción supera a cualquier otra cosa

Estuvo hablándole un rato más y hasta la convenció de dejar pasar al padre, así como de dejar de amenazarlo. Todo estaba marchando bien, pero la chica volvió a alterarse cuando una enfermera asomó la cabeza.

  • ¿Doctor, puede venir un momento?
  • ¡No! – exclamó Jenny
  • Tranquila, como te dije, ambas lo están haciendo muy bien, pero si necesitas algo, solo tienes que pulsar el timbre y vendrá alguien…
  • No quiero que venga alguien, quiero que te quedes tú
  • Doctor por favor – suplicó el esposo
  • Bien, voy a salir un momento porque tal vez haya otro bebé con más prisa, pero regresaré en cuanto pueda
  • ¿Lo prometes?
  • Lo prometo, pero promete tú que Jimmy seguirá teniendo la cabeza cuando yo regrese




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