Acordes del Corazón (libro 10. Тишина)

Cap. 15 Charlie

 

Si bien a Charlie y a Lisa les había costado muchísimo sacar a Nick del pozo en el que se había hundido cuando fue confirmada la condición de Dajana, después que las cosas habían comenzado a estabilizarse de nuevo, el primero se concentró en su propio problema.

Charlie siempre había sido un chico práctico y alegre. Como ya se ha dicho con anterioridad, él no escapó de su casa porque tuviese problemas allí, sino por lealtad a sus amigos, y aunque los tres lo habían pasado bastante mal al inicio, y él específicamente, estando acostumbrado a que sin importar a qué hora llegase a casa, su madre siempre tenía un plato de comida caliente, los primeros días después de la huida solía quejarse mucho por la comida, pero viendo que Nick, quien era mucho más delicado, y definitivamente mucho más consentido, no lo hacía, decidió dejar de fastidiar con aquel asunto, y con su practicidad habitual, se aplicó a aprender a cocinar como era debido y así, aparte de que podrían ahorrar como decía Nick todo el tiempo, no tendrían que ir por ahí comiendo basura.

A pesar de la precariedad de los primeros años, él siempre mantuvo su buen ánimo, tal vez no era tan optimista como Nick que siempre pensaba en grande, pero no se dejaba abatir cuando las cosas no iban bien, ni montaba en cólera por el mismo asunto como eran los casos de Nick y Jack, respectivamente.

Bien fuese por predisposición natural, o porque había adquirido mucha práctica en casa hurtando unas galletas que su madre solía hornear para llevarlas a la iglesia los domingos, o los juguetes que sus hermanos mayores se negaban a prestarle, Charlie desarrolló una habilidad muy especial para hacerse con cualquier cosa que necesitasen y que los sacó de algunos apuros. Con el tiempo, aquello había ido siendo menos necesario, pues comenzaron a ganar mucho dinero, así que él se especializó en conseguir información, ya que, aunque no poseía la labia de Nick, sí una infantil sonrisa y mucha simpatía. De modo que Charlie tenía muchos y muy útiles contactos en casi todas partes.

Aunque tenía un saludable gusto por las chicas, no exhibía el desvergonzado comportamiento de Jack, pero tampoco era tan selectivo o discreto como Nick y estaba a medio camino entre ambos. Sin embargo, dos cosas lo habían mantenido alejado de problemas con las chicas: una era su formación religiosa, algo de lo que el maligno Jack se burlaba mucho diciéndole que era muy hipócrita.

  • A ver Charlie, si no recuerdo mal, y posiblemente lo haga, porque el catecismo nunca fue mi fuerte y…
  • Te quedabas dormido – lo interrumpió él, aunque Jack no se dio por aludido
  • … ese era terreno tuyo, ¿Eso de robar no está en la misma lista que lo de respetar a las mujeres del prójimo?

Como prestarle atención a lo que vivía en el cerebro de Jack, era el camino más seguro para perderse en un laberinto de incoherencias, ellos no lo hacían, y Charlie menos que Nick que siempre intentó meter algo de sentido común en aquella cabeza, mientras que Charlie se limitaba a reír, pero sin drama, y ciertamente no perdía el tiempo intentando explicar que no se metía con las mujeres de nadie mientras lo fuesen.

Y lo otro que lo mantuvo alejado de los mencionados problemas, fue que él recordaba bien lo que les sucedía a los chicos que no tomaban las precauciones debidas, y que iban desde desastres de salud hasta acabar con posibles planes de vida al verse repentinamente siendo responsables por alguna que viniese en camino.

De modo que, si bien Charlie había tenido una agitada vida amorosa, nunca con consecuencias catastróficas, y aunque había perdido la cabeza por una que otra, nunca el corazón.

Sin embargo, aquel récord había llegado a su fin en forma reciente al conocer a Amanda. Al principio, y siendo que se habían conocido en pésimas condiciones, él no lo notó, y en las pocas e inmediatas oportunidades en las que la vio, pensó que le caía muy mal sin notar que solo era un reflejo de lo que había experimentado en su primer encuentro. No obstante, a raíz de los últimos hechos que los habían mantenido tanto tiempo en el hospital y en constante contacto con ella, las cosas habían comenzado a cambiar, y aunque en principio notó que algo había cambiado, lo que no precisó fue el qué, y quien se lo diría con todas sus letras y su poca delicadeza, sería su hermano Vinnie.

  • Bambino, te estás comportando igual que cuando ibas a la escuela
  • ¿Qué?
  • No puedo creer que hayas olvidado a Miss Anderson – pero como Charlie lo miró como si no entendiese como en efecto no lo hacía, Vinnie compuso expresión de fastidio – La maestra de tercero
  • Claro que la recuerdo, y lo que no entiendo es por qué me hablas de ella
  • Vamos bambino, ciertamente ya no lo eres, por lo que deberías haber notado que lo que te sucede, es que estás enamorado de la doctorcita, como el escolar que tampoco eres

Charlie se había perdido por un momento en los recuerdos de la infancia a la que Vinnie hacía referencia, y en particular, en el recuerdo de su tercer grado cuando había conocido a Miss Anderson. Él no podía recordar durante cuánto tiempo había permanecido en un estado que ahora podía calificar como lamentable, pues había perdido el apetito, algo sumamente preocupante, al menos para su madre, y se pasaba el día pensando en la susodicha maestra, o mirándola cuando estaba en el aula, aunque no precisamente prestando atención a las lecciones, y había perdido el interés en cualquier otra cosa. Tanto Nick como Jack habían creído que estaba enfermo, porque por aquellos días, Charlie le daba su desayuno completo y no una parte como era lo normal, a un contento Jack, pero después de varios días, él también comenzó a preocuparse. Al cabo de algún tiempo, aunque tampoco recordaba cuánto había sido, un buen día Charlie había hecho su vergonzosa declaración de amor a la maestra en medio de una clase, aunque posiblemente él no la sintiese, pues en opinión de Nick, aquel incordio desconocía, y siempre sería así, el concepto de vergüenza.




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