Acordes del Corazón (libro 10. Тишина)

cap. 42 Zabrit & Giuliana

 

Cuando Zabrit nació, sus padres le dieron como segundo nombre el de su progenitor, de modo que era Zabrit Anders Mickelsen Soldheim. Aunque Zabrit no lo sabía, como no sabía casi nada de sus parientes, los Mickelsen y los Soldheim eran enemigos a muerte, y muy al estilo de la tragedia shakesperiana, la de sus padres casi termina igual. Anders secuestró a Aneka, la madre de Zabrit y se fueron a Suecia donde estuvieron escondidos hasta que cumplieron los dieciocho y pudieron contraer matrimonio, aunque para entonces ya él había nacido. El matrimonio en realidad no habría servido de mucho si el abuelo de Anders hubiese seguido vivo, pues los habría matado él mismo de haber podido, pero como había muerto mientras los chicos habían estado desaparecidos, ellos pudieron volver a Noruega y conservar la vida.

No obstante, si bien Klaus Mickelsen, el abuelo de Zabrit, siempre fue un individuo tranquilo y de tipo intelectual, no sucedía lo mismo con su padre, sus hermanos, ni con su esposa, y aunque nunca quedó suficientemente aclarado, todos terminarían muriendo en lo que se creyó era un accidente, pero siempre subsistiría la sospecha de que había sido obra de los Soldheim.

Klaus nunca entendió el por qué de aquella inquina de los unos por los otros, pues dudaba que el hecho de que los Mickelsen fuesen daneses, aunque llevasen toda la vida viviendo en Noruega, y los Soldheim noruegos, fuese un motivo en sí mismo, pero lo cierto fue que aquella desgraciada enemistad lo dejaría casi sin familia.

Como él no quería tener nada qué ver con aquel pleito, cuando sus parientes murieron, y siendo que no sabía dónde estaba su hijo, puso la mayor distancia entre él y aquellos gratuitos enemigos mudándose al otro lado del mundo, y ni siquiera cuando los abogados le dijeron que debía hacerse cargo de la presidencia de las empresas de su familia, lograron hacerlo desistir y dejaría todo en manos de la directiva, y aunque tampoco parecía interesarle ni mucho ni poco su patrimonio, aquellas personas resultaron de la clase honesta y no solo no lo perdería todo, sino que sus bienes aumentarían en forma exponencial debido a las buenas inversiones que hicieron.

Cuando Ander y Aneka regresaron a Noruega, al primero le costó un poco ponerse en contacto con su padre, pues si bien los abogados sabían que se había ido a América, aun no sabían exactamente dónde se había radicado, como tampoco lo sabía Anton Edvarsen, el padrino de Klaus. A pesar de lo anterior, cuando finalmente lo localizaron, Klaus se negaría a ir a Noruega, así que después que nació Zabrit, la pareja viajó para que el recalcitrante sujeto pudiese conocer a su nieto.

La pareja volvió a Noruega, y aunque Anders se mantenía en contacto con Klaus, nunca volverían a verse, porque cuando el pequeño Zabrit estaba por cumplir cuatro años, Anders y Aneka fueron asesinados, aunque esto Zabrit no lo sabía debido a que Klaus siempre le dijo que habían muerto en un accidente.

En aquella ocasión, y aunque Klaus no tenía más ganas entonces que antes, de ir a Noruega, tendría que hacerlo y no porque quisiera asistir al funeral, ya que sostenía que nada se hacía en éstos debido a que no tenía sentido sentarse a llorar sobre un cofre donde lo que había era un cuerpo vacío. No obstante, haría aquel viaje y sería cuando Anton Edvarsen, a quien Klaus había llamado tío toda la vida, casi lo sacude incluso antes de llegar a casa y él no tenía ni la menor idea de por qué. Sin embargo, cuando el furioso sujeto dejó de gritar, fue que Klaus se enteró de que, según Anton, tenían suficientes pruebas de que todas sus desgracias se las debían a los Soldheim.

  • Tío, suponiendo que así fuese…
  • ¡No tenemos que suponer nada, muchachito, porque fueron ellos!

En otras circunstancias, Klaus habría reído, pues a la fecha de aquella conversación, él tenía ya 45 años, así que aquello de muchachito, lo encontraba muy fuera de lugar, pero en lugar de eso, tuvo que soportar la venenosa ira de Anton hasta que llegaron a casa, pero antes de poder ver a su nieto, Anton agregó algo muy preocupante.

  • No importa si me crees o no, porque como decía Christian, tú pareces vivir en otro mundo, Klaus, pero si te importa tu nieto, llévatelo lo antes posible y no lo dejes volver, porque Søren Soldheim no lo quiere más a él de lo que ha querido a ningún Mickelsen
  • ¡Es su bisnieto!
  • Por favor, Klaus ¿En verdad crees que Christian o tus hermanos Lars y Holgen lo habrían querido más?
  • Papá y mis hermanos no…
  • Todos ellos lo único que habrían visto, es que ese niño es un Soldheim – puntualizó – aunque también sea un Mickelsen, así que hazme caso, es mejor que esté fuera del alcance de Søren

Como había dicho Anton, estuviese o no de acuerdo, y lo más seguro era que lo estuviese, sobre todo cuando ni Søren, ni ningún Soldheim en realidad, asistió al funeral, apenas éste terminó, Klaus cargó a su nieto y se fue derecho a subirse al avión para no regresar jamás. Y también seguiría el otro consejo de Anton en el sentido de no enviar a Zabrit a ningún internado europeo para evitarse problemas, y aunque no había nada más lejos de la mente de Klaus que enviar a su nieto a un internado ni europeo ni a ninguno en realidad, eso no fue un problema.




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