John estaba por abandonar su oficina, cuando recordó que tenía que hablar con los chicos acerca de los resultados del concurso que había organizado su departamento con motivo de la gira a América. De modo que se devolvió hacia su escritorio, cogió un sobre y volvió a preguntarse por qué razón su asistente tenía la odiosa manía de ponerlo todo por escrito en lugar de utilizar un compacto dispositivo de almacenamiento, pero no se detuvo mucho a pensar en algo que parecía no tener arreglo y después de enviarle un insulto mental, salió a toda prisa.
En oportunidad de la anteriormente mencionada gira, John había tenido otra de sus ideas y había publicitado un concurso entre la fanaticada, mismo que como de costumbre los chicos encontraron extraña. La idea de John era simple hasta el aburrimiento en opinión de los incordios oficiales, pues decidió que la chica que enviase el dosier más completo y llamativo de Zora, ganaría un viaje a Londres para pasar una semana con la banda antes de la entrega de los Dreams Metal; los acompañaría a los ensayos, las pruebas de vestuario, al estilista y por supuesto a la gran noche de la entrega.
Imran y Dàmir hicieron mucho escándalo por el asunto, pues opinaban que aquello era injusto y cruel, ya que estaban obligando a las fans a desprenderse de sus tesoros para enviarlos al jurado calificador que con toda seguridad no iba a devolvérselos una vez concluido el concurso. Con las cosas así y conociendo especialmente a Dàmir, John tuvo que jurar por todo lo imaginable, que les devolvería todo el material a sus dueñas, y fue cuando Dàmir aceptó.
Ahora y estando a solo unos pocos días de la entrega, John ya se había ocupado de preparar el viaje de la ganadora y la misma llegaría en breve, pero aun no les había informado de nada con relación a la chica en cuestión, un serio fallo pues se suponía que debían saber al menos lo básico y hacerla sentir parte del grupo durante los días que estuviese allí.
A esa misma hora, pero a todo un océano de distancia, en la ciudad de Baton Rouge, en Louisiana, una jovencita de diecisiete años se paseaba presa de los nervios. Lisandra Altamirano era hija de un descendiente de los primeros inmigrantes españoles que poblaron la Louisiana española. Juan Diego Altamirano y si bien tenía la mencionada filiación, había nacido en España, pero había vuelto a la que consideraba su verdadera patria. Juan era un sujeto desagradable por donde quiera que se lo viese, pues tenía el peor carácter del planeta. Se había dedicado a una serie de negocios que habían terminado en descalabros financieros para quien tuviese la pésima idea de asociarse con aquel infeliz. Se había casado ya mayor y de la manera más absurda, pues había ganado a su esposa en una apuesta que hizo con un cretino que demostraría con aquella apuesta que era diez veces más infeliz que él. El juego era la verdadera razón para el desclabro financiero de Juan, ya que era un vicioso del mismo, pero, aunque había ganado una esposa y sin duda ese sería el único golpe de suerte que tendría en su vida, en realidad había tenido que casarse porque había perdido la apuesta con el padre de la criatura, quien queriendo deshacerse de la misma y sabiendo que Juan no tenía más qué apostar salvo su vida, le había dicho que si perdía tendría que casarse con la niña. Juan estuvo convencido que la chica sería horrorosa hasta el día de la boda, y fue cuando los asitentes pensaron que el miserable aquel no se merecía aquella suerte, porque Denise D’Iberville era realmente hermosa.
No obstante, Juan Diego no valoró en su justa medida la suerte que había tenido y jamás trató a su desventurada esposa como otra cosa que una molestia, la llenó de hijos de los que se ocupaba poco y casi vivían en la miseria. De no haber sido porque Denise trabajaba en todo lo imaginable, sus tres hijos y ella misma, con toda probabilidad habrían muerto de hambre.
Juan Diego era casi veinte años mayor que ella y Denise tenía quince años cuando se casaron. Tuvieron a sus tres hijos en rápida sucesión y los dos primeros fueron varones, mientras que Lisandra, la única hembra nació de última. Como ya se dijo, Juan no se ocupaba de las necesidades de sus hijos, pero les hacía la vida tan miserable como podía. Con gran dificultad Denise logró que sus niños fueran a la escuela, pero el mayor desertó antes de llegar a la universidad, así que tenía sus esperanzas puestas en los dos menores, pero Jean Jacques había terminado la preparatoria el año anterior y ciertamente ella no tenía cómo enviarlo a la universidad, y si no podía con él, las expectativas de Lisandra eran más inexistentes aún.
Lisandra, aunque todavía iba a la escuela, trabjaba todas las tardes en la cafetería donde también lo hacía su madre, pero mientras Denise se encargaba de la cocina, Lisandra atendía las mesas.
Tanto Lisandra como su hermano JJ como llamaban al menor de los varones, eran grandes admiradores de Zora, de modo que el último verano había sido el más triste de sus vidas, porque ni juntando todos sus escasos ahorros, lograron reunir para asistir al concierto que además no se efectuaba en Lousiana, sino en Nueva York y Miami. Sin embargo, cuando JJ vio lo del concurso, se fue corriendo a decírselo a su hermana, y aunque ella siguió su consejo y envió el dosier de sus ídolos que con tanto amor había armado, ella no lo habría hecho si JJ no le hubiese asegurado que iban a devolverlo, pero si en realidad tenía pocas esperanzas de que así fuese, tenía muchas menos de ganar, así que cuando le llegó la comunicación donde le anunciaban que era la ganadora oficial y adjuntaban la lista de actividades junto con los pasajes, ya que podía ir con un acompañante, algo que había ideado Josh en previsión de que los padres de la jovencita ganadora no se mostrasen muy inclinados a dejarla viajar sola, Lisandra casi sufre un colapso.
Editado: 12.02.2022