Acordes del Corazón (libro 4. Звезда)

Cap. 11 Resuelto

 

Los chicos intentaron distraerse con un no previsto ensayo, pero sin Edvin era imposible, pues era como intentar caminar sin una pierna, de manera que Dàmir se refugió en sus hojas pentagramadas, ya que componer era la única cosa en el mundo que lo hacía olvidarse de todo. Imran decidió que lo mejor que podía hacer era imitar a Dàmir mientras que Kerim  después de fastidiar un rato a Giuliana, dedicó su atención a JJ al igual que Ajle; y en el caso de Mix, decidió ir a ver a Ireland, aunque volvería temprano debido a que la chica no estaba de ánimo misericordioso y lo corrió poco después de llegar.

Después de cerciorarse que Edvin no presentaba ningún otro síntoma alarmante, Mihailo se marchó, aunque prometió volver en la noche. Y el centro de toda la alteración de aquel día, no sabía qué lo hacía sentir peor, si el malestar de estómago o la presencia de Lisandra, pero si bien lo primero comenzaba a pasar, lo segundo solo empeoraba, pues Lisandra no parecía tener ninguna intención de dejarlo solo. Aunque aquella no era la residencia oficial de ninguno de ellos, incluido su legítimo dueño, sus habitaciones conservaban el aspecto que caracterizaba a cada uno de sus ocasionales ocupantes, de modo que la de Edvin era un caos total y en consonancia con su modo de ser. De manera que después de asegurarse de la comodidad de Edvin, Lisandra había comenzado a ordenar haciendo que Edvin se exasperase, pues estaba seguro que no iba a encontrar nada, algo muy necio si se tenía en cuenta que nunca encontraba nada.

  • ¿Qué crees que haces? – preguntó de forma por demás innecesaria ya que era obvio
  • Supongo que estás tan ocupado que no te da tiempo de ordenar, así que solo te ayudo un poco – contestó ella mientras se agachaba para rescatar los calcetines que estaban bajo la cama
  • ¿Quieres estarte quieta? – le preguntó Edvin con exasperación
  • Cuando… – Lisandra iba a decirle que en cuanto terminase, pero lo miró ladeando la cabeza y sonrió – ¿Prefieres que me siente a conversar contigo?
  • ¡No! – exclamó él y ella juntó las cejas
  • Claro, debes descansar ¿recuerdas?
  • Nadie puede descansar con una… bueno… con alguien corriendo por todas partes
  • Lo siento, no quise molestarte – dijo con pena

Edvin se frotó la frente mientras se preguntaba por qué demonios tenía que sentirse mal cuando la que estaba molestando era ella.

  • ¿Te duele la cabeza, bebé? – preguntó alarmada al ver el gesto
  • No. Y deja de llamarme bebé ¿quieres?
  • Pues… de querer… no quiero

Edvin elevó las cejas con incredulidad, pero decidió que aquella chica definitivamente tenía que estar loca. Hizo a un lado las mantas que Lisandra le había colocado por encima e intentó ponerse de pie.

  • ¿A dónde crees que vas?
  • Eso no es asunto tuyo, niña
  • Error, sí lo es – insistió ella - porque prometí que iba a cuidarte y desde luego lo haré

Lisandra pensó que iba a decirle una pesadez, pero vio con sorpresa que a Edvin se le dibuja una sonrisa traviesa en los labios y ella tuvo que sujetarse al respaldo de la silla cuando sus piernas comenzaron a temblar.

  • Bien, entonces asumo que dentro de tus autoimpuestos deberes, estará el de ayudarme a bañarme ¿no?

Lisandra palideció y enrojeció en rápida sucesión, su corazón parecía a punto de colapsar y su sistema respiratorio definitivamente lo hizo con solo imaginarse a Edvin desnudo y a sí misma ayudándolo a bañarse.

  • ¿Y bien? – pregunto él – ¿Te quedarás ahí o me ayudaras como dijiste? Porque me urge quitarme estas ropas

Y al menos eso era cierto, ya que había sido inevitable que se las ensuciase, de modo que se quitó la remera y poniéndose de pie comenzó a caminar hacia el baño, pero cuando ya iba a entrar se detuvo y miró a Lisandra con el solo fin de fastidiarla a ver si terminaba de largarse.

  • ¿Vienes o no? – pero como ella no se movió, agregó – Ya decía yo que tanto deseo de colaboración no podía ser cierto

Sin embargo, estaba por cerrar la puerta cuando la sonrisa se le congeló en los labios al sentir que empujaba la puerta.

  • ¿A qué tempertaura la prefieres?
  • ¿Qué?
  • El agua – dijo ella girándose hacia la ducha

Por un momento Edvin se quedó en blanco, pues no esperaba aquello, y si no lo esperaba, era porque no conocía bien a aquella chica y en realidad no la conocía en lo absoluto. No era que Lisandra estuviese muy tranquila y la verdad era que su corazón no había dejado de latir a toda marcha, pero también era terca, de modo que haciendo a un lado el buen juicio, había corrido hacia el baño antes de que él se encerrase allí. El asunto era que ahora estaba quizá peor que antes, ya que Edvin una vez que salió del asombro, decidió que no dejaría que aquella muchachita lo fastidiase y había comenzado a bajar la cremallera de sus jeans.

  • Aun no me dices cómo la quieres – dijo Lisandra volviéndose con rapidez y comenzndo a abrir las llaves del agua
  • Hazte a un lado – escuchó un momento después – a menos claro, que pienses entrar conmigo




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