Dèjan no iba a irse a la cama sin conocer al individuo que había enviado su tío Ivar para la protección de su hijo, de manera que mientras se dirigían hacia el estudio, Ioan juntó las cejas al ver la expresión preocupada de su primo.
Aquello le gustó poco por no decir nada a Ioan, y recordó lo sucedido en navidad.
Sharon no era tonta y no iba por ahí promocionando una relación que ni ella misma sabía qué estatus tenía, pero siendo tan amiga de las sobrinas de Dèjan y si bien éstas no sabían nada, lo que sí sabían era que Sharon había perdido la cabeza por su antipático tío desde que la mencionada cabeza aun llevaba trenzas, aunque no entendían cómo era eso posible, pero cuando Dèjan confirmó que él y Dàmir pasarían las fiestas en casa, se apresuraron a invitar a Sharon.
En principio la chica estaba muy contenta, pero esa noche viviría un caótico carrusel de emociones que la dejarían exhausta. Por empezar y habría sido necio de su parte esperar ota cosa, Dèjan no mostró emoción alguna al verla y por supuesto ni de lejos alguien se habría podido imaginar que llevaban algunos años de relación, aunque naturalmente Admir sí lo sabía, pero ella ignoraba eso. Segundo, las chicas habían reconocido la existencia del hijo y le habían dado una suscinta y extraña explicación para la negativa anterior, pero en cuanto Sharon vio el aspecto del chico y escuchó su nombre, ató cabos con rapidez sacando muy erróneas conclusiones.
Dàmir normalmente no se vestía de la manera en la que estaba trajeado, sino para los conciertos, pero, aunque él era ordinariamente un chico dulce que solía buscarle el lado amable a las personas y a las situaciones, también era un ser humano y tenía algunos defectos como todo el mundo, y en este caso en particular no había podido, y dudaba que alguna vez pudiese, perdonar a Admir, de modo que su vestimenta obedecía a que sabía que con ello fastidiaba a aquel individuo, y aunque Dèjan hubiese podido decir algo, nada lo movería a hacerlo, pues si había alguien que entendía a Dàmir era él. El asunto fue que Sharon, y aunque no era una adolescente, vivía en este planeta y nadie que fuese habitante de éste podía ignorar quién era Dàmir, y menos ella que formaba parte de la masa de jóvenes adultos del jet set europeo donde era obligación saber y estar informado de ciertas cosas o sería socialmente inaceptable. De manera que cuando sus amigas confirmron lo obvio, ella pensó que esa era la verdadera razón para que Admir Zazvic hubiese vetado al chico, pues en el mundo del espectáculo se lo conocía como Dàmir Izadik y no con su apellido legal, pero también fue inevitable que se preguntase a qué obedecía el cambio. La tercera sorpresa se la llevó cuando fue oficialmente presentada a Dàmir y casi tuvo que sujetarse la mandíbula, pues al verlo de cerca pensaría que alucinaba por el ya conocido parecido entre padre e hijo, aunque un poco más tarde tendría oportunidad de notar la diferencia en el color de los ojos.
Pero lo peor para Sharon fue que si bien cuando fueron presentados, Dàmir desplegó su simptía natural, un poco más tarde la hizo objeto de una fría antipatía que la haría pensar que el muchachito aquel era exactamente igual a su padre en todas y cada una de sus partes.
Lo que Sharon no sabía, era que Dàmir tenía una percepción extraordinaria y le costó poco notar como miraba Sharon a Dèjan, y la segunda cosa que no sabía ella y en realidad lo sabían muy pocas personas, era lo celoso que era aquel joven individuo con respecto a su padre.
Ioan nunca había estado muy seguro de si Dàmir solo era celoso por una condición natural, o si lo era por miedo a perder al único padre que le quedaba. Bien mirado, que Dèjan se hubiese enamorado y hubiese podido reconstruir su vida, no podía ser visto por Dàmir como que lo estaba perdiendo, pero así era, porque cuando el chico tenía alrededor doce o trece años, y en una oportunidad en la que Dèjan había decidido incluir en un paseo en el velero a una linda señorita que le gustaba mucho, el asunto casi termina en tragedia, pues Dàmir haría el berrinche de su vida, algo que no había hecho nunca antes y que tuvo lugar cuando ya habían zarpado.
Dicho esto les dio la espalda alejándose. Ioan y Dèjan debían tener más o menos la misma expresión, pero si bien Ioan ya estaba preparando una disculpa, Dèjan ni en las peores circunstancias, y cabe destacar que hasta la fecha esa había sido la peor, parecía en lo más mínimo inclinado a pensar que Dàmir estuviese haciendo algo mal, y lo que pensaba era que quien estaba en un error era él, y si no pensaba lo anterior, menos podía pensar que su hijo debía disculparse por algo; de modo que corrió tras él olvidándose de su acompañante. La rubia pensó que iba a reñirlo o incluso a castigarlo y le pidió a Ioan que lo impidiese, y aunque él sabía que Dèjan estaba lejos de ambas cosas, no teniendo que elaborar una disculpa, fue tras ellos.
Editado: 12.02.2022