Acordes del Corazón (libro 4. Звезда)

Cap. 45 Un mal final

 

El objeto de los pensamientos de Limerié, se había ido derecho al camerino, y casi le rompe la mano a Kerim al lanzar la puerta con violencia inusitada. Kerim iba a hablar, pero decidió concederle un momento, pues el chico se había sentado escondiendo el rostro entre sus manos, y por el convulsivo movimiento de sus hombros, era evidente que estaba llorando.

Dàmir tenía poco más de cinco años cuando perdió a su madre, y por ese entonces no tenía una conscienia muy clara de lo que eso significaba, pues para ese entonces él mismo había deseado dormirse para no volver a despertar y así dejar para siempre las penurias del día a día. Sin embargo, un poco más adelante y cuando tuvo una mejor comprensión del concepto y comenzó a echarla de menos, fue cuando el dolor lo atacó con toda su intensidad. Al principio llorba mucho y en incontables ocasiones le rompió el corazón a su padre diciéndole, en medio del llanto, lo mucho que extrañaba a su madre, pero de algún modo había notado el enorme daño que le hacía a su progenitor y comenzó a controlarse. Un poco más adelante, con quien había tenido una larga charla había sido con Tarik, pues ni bajo tortura le habría preguntado a Dèjan, ya que lo que quería saber era qué había sucedido con exactitud entre sus padres. Tarik, quien había asumido el rol del abuelo ausente y en quien el niño confiaba ciegamente, estaba acostumbrado a presentar las verdades de forma crudamente honesta, así que le contó la historia sin adornos, y tal vez sin proponérselo, fue el principal artífice del odio inveterado que sentía Dàmir por Admir Zazvic, pues conociendo a Tarik y a su padre, no se imaginaba a uno arruinándole la vida a un hijo como lo había hecho él con Dèjan, y cuando éste era poco más que un niño.

Otra cosa que había marcado profundamente a Dàmir, era lo que había dicho Tarik con relación a que nunca había conocido a un hombre que hubiese amado tanto a una mujer, porque el amor de Dèjan por Nadja no solo había sobrevivido a la niñez y a la separación, sino que a pesar de que Nadja, o bien dejó de amarlo, o simplemente las circunstancias la habían arrastrado a buscar la compañía de otro hombre, aún así Dèjan había seguido y seguía amando su recuerdo.

Por todo lo anterior, Dàmir había idealizado el amor de su padre convirtiéndolo en el paradigma de lo que debía ser el amor, y esto aunado al egoísmo natural, el sentido de propiedad y apego casi enfermizo que lo unía a su padre, había contribuido de forma inmejorable a que el chico encontrase casi criminal que Dèjan pensase siquiera en intentar tener otra relación.

No obstante, y siendo que Dàmir ya no era un niño, y cuando regresaron de Hungría en año nuevo, Kerim que había notado que su amigo estaba de un humor asesino y eso no era normal, no lo dejó en paz hasta que Dàmir, cual niño malcriado, había vomitado toda la rabia que llevaba encima y el motivo de la misma. Kerim lo había escuchado con paciencia y cabe destacar que fue necesaria mucha, pues lo más probable era que si no hubiese tenido los estudios que tenía, hubiese terminado por asestarle un par de puñetazos para acomodarle las ideas, pero una vez que Dàmir se tranquilizó un poco y fue capaz de escuchar, Kerim inició su ataque, y aunque Dàmir intentó sacudirlo, él estaba preparado para aquella reacción y no resultó lastimado, después de lo cual Dàmir tuvo que escucharlo a él.

Era improbable que Dèjan supiese alguna vez que había sido Kerim el artífice del cambio, y de hecho había pensado que había sido Ioan quien hablase con Dàmir para el inexplicable cambio que había dado su hijo con respecto a su relación con Sharon. No obstante, ese día tanto Kerim como Dèjan concluyeron que se habían apresurado a pensar que Dàmir finalmente había crecido y había aceptado que Dèjan tenía derecho a rehacer su vida, pues decidir cantar aquella canción, justamente ese día en el que Dèjan asistía en compañía de Sharon, al menos para el primero quedaría clarísimo que su hijo seguía pensando igual, aunque dijese lo contrario, mientras que Kerim decidió concederle el beneficio de la duda, pensando que tal vez solo había sido algo inconsciente, pero la reciente reacción lo había convencido de su equivocación, pues Dàmir estaba muy consciente de lo que acababa de hacer y ahora, en cuanto dejó de llorar, quedó aun más claro que seguía pensando igual con respecto a la situación.

Kerim decidió actuar del mismo modo que Ioan, es decir, esgrimiendo que debían marcharse o Dèjan comenzaría a preocuparse, pero la tuvo un poco más difícil, porque mientras Dèjan era un hombre a quien lo único que parecía importarle en la vida era su hijo, el mencionado hijo seguía siendo un niño consentido y se comportaba como tal, con el agravante de su tendencia al drama.

  • No digas estupideces, Kerim – estaba diciendo – Lo único que le importa a mi querido padre es esa…
  • Ey, ey – lo detuvo – por muy molesto que estés, quiero pensar que sigues siendo un caballero

Pero caballero o no, aun Dàmir dijo varias cosas desagradables antes de avenirse a marchar. Mientras iban en camino, Kerim pensó que, aunque Dàmir era una de las mejores personas que había conocido, seguía siendo un ser humano y que siéndolo, no podía estar exento de defectos, mismos que parecían todos estrechamente relacionados con su progenitor, o al menos y hasta ahora, solo se habían manifestado en ese sentido.

 

Aunque habían estado llegando personas en forma constante al salón y nadie prestaba mucha atención, fue sencillo enterarse de la llegada de Zora por el revuelo que se armó en cuanto hicieron su entrada. Dèjan quiso acercarse, pero le resultó imposible, lo que no mejoró en nada su humor.

  • Ya hablarás con él más tarde – le dijo Ioan
  • Es mi hijo y debería poder hablar con él cuando se me diera la gana – contestó él con ira




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