Acordes del Corazón (libro 5. Персегуидос)

Cap. 8 Angustia y agradecimiento

 

Después de un breve recorrido por las habitaciones de los heridos, David fue a la unidad de cuidados intensivos con la intención de ver a Andrija, pues era a quien a su juicio le había ido peor.

  • ¡Hombre, te ves terrible! – le dijo Jonas que iba de salida con Jalla
  • Yo también me alegro de verte, Jonas
  • ¿Desde cuándo no vas a tu casa? – preguntó y David abrió la boca, pero nada salió de la misma

Esperar que David supiese algo que no tuviese que ver con su profesión y esto incluía hasta la fecha de su propio cumpleaños, era esperar demasiado.

  • Ni siquiera lo recuerda – dijo Jalla – Vamos – agregó sujetándolo por el brazo
  • Jalla espera, tengo que ver a…
  • No tienes que ver a nadie, David Mikeljevik, porque te recuerdo que eres un médico de urgencias y no…

Mientras hablaba había ido tirando de él mientras Jonas reía de lo que pensaba era un inútil esfuerzo por parte de su amiga, pero en ese momento comenzaron a escuchar los inconfundibles sonidos de los aparatos que monitoreaban a los pacientes.

  • Me parece que eso es una emergencia – dijo David deshaciéndose de Jalla y corriendo hacia donde en su opinión lo necesitaban
  • No hay caso, Jalla – dijo Jonas y ella emitió un suspiro de resignación

Si bien habían escuchado los alarmantes sonidos, no sabían de qué paciente se trataba, pero David se angustió el doble cuando notó que era justamente a quien había ido a ver. Zêgar había apartado a Ivar cuando uno de los médicos había acudido, y David casi los atropella para pasar.

  • Entró en paro – dijo el médico de guardia

David sabía que así era y no perdió el tiempo, sino que se dedicó a hacer lo suyo.

Ivar por su parte y siendo que no habían ido muy lejos, al escuchar al médico estuvo a punto de hacer un paro él también. Ivar llevaba rato allí martirizándose con el estado de Andrija, y su mente lo había estado paseando por todos los recuerdos que guardaba del chico.

Aunque en un principio él no había sabido qué hacer con el niño, con posterioridad reconocería que el pilluelo lo había atrapado desde el minuto cero. Lo primero que había hecho era determinar que el niño necesitaba un baño con mucha urgencia y lo había llevado a casa.

  • ¡Guaoooo! – había exclamado Andrija cuando estaban entrando a la casa – ¿En verdad vives aquí?
  • ¿Viven muchas personas contigo?
  • No
  • ¿Y para qué quieres una casa tan grande si vives solo?
  • No dije que viviera solo
  • ¡Ivar! – escucharon una voz femenina – ¿Qué significa… eso? – preguntó mirando con asco al niño
  • Buenas noches, Verushka – saludó, aunque su saludo se perdió con la voz de Andrija
  • Mi nombre es Andrija, no eso
  • ¡No te me acerques! – gritó ella con horror
  • ¿Para qué iba a hacerlo?
  • ¿Ivar?
  • Vamos Andrija – dijo él ignorando a su esposa
  • ¿Quién es ella? – preguntó el chico sin moverse
  • Mi esposa
  • Que mala suerte la tuya, aunque es tu culpa por casarte con una bruja

Ivar tuvo verdaderas dificultades para no reír, pues ya a esas alturas conocía lo suficiente a la bruja para estar bastante de acuerdo con Andrija. No obstante, el tono de aquel primer encuentro establecería el de las relaciones futuras entre Andrija y Verushka.

  • Aquí dormirás – le dijo cuando entraron a la habitación
  • ¿En serio?
  • ¿Acaso esperabas dormir en la casa del perro?
  • ¿Tienes perros?
  • Algunos, pero…
  • ¿Puedo verlos?
  • No ahora

Aunque Andrija, y como ya lo estaba notando Ivar, parecía tener dificultades para guardar silencio, lo que descubriría Ivar más adelante sería su capacidad para percibir ciertas cosas, de modo que en aquel momento pensó de lo más equivocadamente, que al menos era obediente, porque no insistió en ver a los perros.

  • Ahora debes tomar un baño
  • Me bañé esta mañana
  • ¿De veras? Creo que te urge aprender cómo hacerlo – le dijo mirando tras su oreja
  • Un poco de mugre no ha matado a nadie

La discusión por el baño no se extendió mucho, y en realidad cuando Andrija acepto bañarse, luego  Ivar tendría dificultades para sacarlo de la piscina, como llamó y llamaría Andrija toda su vida al jacuzzi.

Aunque le llevaría algún tiempo entenderlo, finalmente Ivar reconoció que el niño había llegado para llenar un enorme vacío en su vida, pues a partir de ese día por ejemplo, Ivar no volvería a tener un desayuno en silenciosa paz, y jamás podría volver a echarle una mirada al diario matutino, porque Andrija era muy madrugador y siempre estaba bañado y vestido primero que él, y no paraba de hablar durante todo el desayuno y camino a la escuela. Ivar lo dejaba allí y no volvía a verlo hasta la noche cuando volvía a casa y lo encontraba generalmente en el jardín jugando con el par de perros que le había comprado, pues ciertamente  no lo iba a dejar acercarse a los que tenían los cuidadores. Ivar abandonaba el auto y casi era derribado por el niño y sus mascotas, después de lo cual entraban y Andrija no hacía silencio en todo el trayecto. Durante la cena, Andrija contaba tanto lo importante como lo que no lo era, todo aderezado con sus muy arbitrarias opiniones acerca de cualquier cosa, con lo que hacía reír mucho a Ivar y solía enfurecer a Verushka. Después de eso se iba con Ivar al salón o al estudio y preguntaba por el trabajo de Ivar.

  • Te aburrirías – le había dicho Ivar la primera vez que había ocurrido
  • Si yo te cuento lo que hago, tú tienes que hacer lo mismo, porque somos amigos ¿no?




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