Cap. 14 Preocupación
Dèjan fue bruscamente sacado del sueño y se incorporó con violencia.
- ¡Jesse! – exclamó haciendo que Pitja se acercase, y después de sentarse en la orilla de la cama, pasó su mano por la cabeza de Dèjan
- ¿Qué sucede, dete?
Dèjan todavía demoró un poco en tranquilizar los alocados latidos de su corazón.
- Nada, solo fue…
- Dete – lo interrumpió ella en tono admonitorio – estoy vieja, pero aún mis ojos cumplen su función, y si no fuese así, estás olvidando que te conozco desde que eras un bebé
Si había alguien ante quien Dèjan se sentía desnudo, ese alguien era Pitja, de modo que se frotó la frente antes de contestar.
- Solo fue un mal sueño
- Mientes, porque cuando tienes pesadillas, tu mirada es otra – le dijo y él bajó la mencionada mirada – Dèjan mírame
Más que la orden, pues sin duda lo era, fue el hecho de que ella lo llamase por su nombre lo que lo hizo mirarla.
- ¿Por qué te castigas de esta forma? – preguntó, aunque él no entendió y estaba mucho más lejos de poder contestar – Solo díselo, no te va a morder – esto último al menos sí lo entendía, pero no aclaraba lo primero, o al menos no a él
- Con independencia de lo que quieras que diga, concuerdo en que no perdería su tiempo mordiéndome, sino que… – pero se detuvo al verla sonreír – ¿Te parece gracioso? Esa niña la mitad del tiempo quiere matarme, aunque yo no haya dicho nada, y la otra mitad en verdad lo intenta si lo hago
- ¿Cuándo dejarás de ser tan exagerado? – preguntó, aunque no lo dejó contestar – Por empezar, te recuerdo que ya la conozco y es adorable, y por otra parte, tal vez si te esforzaras en recordar que no es una niña y la tratases como a un adulto, comprobarías que las relaciones entre ustedes pueden mejorar
Aunque Dèjan habría tenido un montón de objeciones, no podría esgrimir ninguna, pues su móvil comenzó a repicar, y para su sorpresa, quien llamaba era el objeto de discusión.
- Jefe – escuchó antes de poder decir nada – ¿Acaso olvidaste que tu hijo está en el hospital?
Dèjan en contadísimas ocasiones, desde que Dàmir estaba hospitalizado, había aceptado dormir, aunque solo fuese una noche en su casa, de modo que se tiró de la cama y casi tira a Pitja en el proceso.
- ¿Dàmir está bien? – preguntó mientras corría hacia el baño
- Lo está, pero no puedo quedarme con él hoy en la mañana – escuchó y frenó su carrera
- ¿Por qué? – preguntó, pero como no obtuvo una respuesta inmediata, su genio hizo aparición – ¡Niña!
- No me grites, cretino
- Entonces contéstame cuando…
- No tengo que contestarte una maldita cosa. Solo date prisa
Después de eso cerró la comunicación y Dèjan emitió una groserísima exclamación en su lengua natal.
No obstante, él no le prestó atención ocupado como estaba marcándole a Jesse, aunque esto sería más bien inútil, pues ella no le contestó. De modo que después de mucho tiempo y llamadas sin contestar, le marcó a su hijo.
- Buenos días, pa…
- ¿Dàmir, la niña está contigo?
- Bueno estuvo, pero Nick vino a buscarla hace un momento – le dijo y lo escuchó maldecir – Papá, en verdad debía irse, pues tenía que ir a ver al médico que le…
Dèjan no se enteraría de nada más, o al menos no de forma inmediata, porque el móvil resbaló de su mano y su mente se llenó de las espantosas imágenes de lo vivido durante la hospitalización. Sin embargo, cuando Pitja terminó por sacudirlo, él tenía cara de espanto.
Dèjan la hizo a un lado con escasa delicadeza, se ocupó a toda carrera de bañarse y vestirse, y unos minutos después estaba corriendo hacia la puerta, pero se devolvió cuando se llevó la mano al bolsillo con intención de llamar a David y no encontró su móvil. Una vez que lo tuvo, comenzó a marcarle al médico, pero como no le contestaba, lanzó el móvil con tanta violencia que con seguridad habría roto el cristal de la ventanilla si Paulo no lo ataja.
- ¿Dèjan? – intentó Ioan que hasta el momento solo había cruzado angustiosas miradas con Paulo
Aun así, ni el uno ni el otro se enterarían de qué estaba sucediendo y así llegaron al hospital, pero Dèjan casi se tiró del vehículo y emprendió la carrera.
- Te escuché hablar con Dàmir – dijo Paulo
- Lo hice, pero…
- Entonces, todo eso es por Jesse – concluyó Paulo
Ioan se llevó la mano a la cabeza y pensó que en verdad aquella chica se esforzaba en amargarle la existencia a Dèjan, y por primera vez consideró seriamente en la posibilidad de hacerla desaparecer.
- Ioan, es mala idea – dijo Paulo
- ¿Qué cosa?
- Lo que estás pensando
- Y como no puedes saber lo que…
- Puedo si lo expresas tan inconvenientemente en voz alta, y es más, tú eres primo de Dèjan y casi su hermano, pero te sugeriría no pensar – acentuó – en su presencia.