Acordes del Corazón (libros 6. Беспомоћан)

Cap. 37 Sorprendido

 

Después de un rato de compartir y jugar con Víctor, los chicos abandonaron la habitación y se encontraron con la pesadilla de Jonathan y de casi todos los niños.

  • Algo me decía que era usted el culpable de que estos pequeños delincuentes no se hubiesen presentado a la clase – y miró a los niños – Estuve toda la mañana esperándolos – les dijo y luego miró de nuevo a Kerim – Definitivamente me queda claro que es usted una pésima influencia, de manera que me veré obligada a hablar con el señor Zazvic

Ni el tono ni el contenido de lo que estaba diciendo, eran aceptables para Dàmir, y aunque Kerim pensaba que todas las maestras eran poco agradables, sabía que a Dàmir lo traería sin cuidado si era la mismísima reina madre, pues su expresión estaba gritando que a aquella mujer iba a irle muy mal. El asunto fue que ni Kerim tuvo ocasión de advertirle a Dàmir quién era ella, ni Dàmir de decir nada, porque serían testigos asombrados, o al menos Kerim lo sería, pues Dàmir seguía lidiando con su enorme ira, del cambio que se había operado en los niños, y al menos las expresiones de tres o cuatro, eran peligrosas. Quien más asombraría a Kerim sería el pequeño Alex, quien había perdido su sonrisa de duende travieso y avanzaba en actitud amenazante hacia la maestra. El inquieto Liam estaba en la misma situación, y aunque él, la mayor parte del tiempo estaba riendo con razón o sin ella, su expresión era muy diferente ahora. Los que lo sorprendieron menos fueron Megan y Jeff, porque si sus actitudes gritaban a los cuatro vientos que eran peligrosos en sana paz, si no lo estaban, serían malas noticias para el causante, y la primera en manifestarlo sería Megan.

  • Escucha, vieja arpía, si fastidias a éste – dijo señalando a Kerim – nos fastidias a nosotros
  • Y yo en su lugar no iría por ahí diciendo estupideces, especialmente si aprecia su aspecto y su… vida – dijo Jeff con una sonrisa helada en sus labios

Más que lo que estaba diciendo, que entre otras cosas fue dicho en un tono casi amable, lo que alteró a Kerim fue ver que Jeff estaba tras la maestra y con una automática apuntando a la cabeza de la mujer, mientras que Liam, Megan y Alex, lo que tenían en las manos eran sus navajas. Dàmir por su parte, no se había fijado en nada de eso, porque estaba poniendo en práctica todo lo que podía para calmar la enorme furia que estaba sintiendo.

  • Chicos, por favor – intentó Kerim, pero la mujer aquella no estaba colaborando
  • Todos ustedes son unos…
  • A ver, a ver – dijo Jeff sacándole el seguro a su arma y apuntándola a la frente de la mujer – ¿Cómo termina esa frase?
  • Esto lo va a saber el señor Zazvic y…
  • Y está usted de suerte – dijo Dàmir y Kerim cerró los ojos

Dàmir había colocado a Abigail en el piso para avanzar, pero la niña seguiría pegada a él y se aferró a su pierna cuando él se detuvo. Dàmir miró a Jeff que se apartó de la línea visual de la maestra.

  • Como no era bastante uno, ahora se suma otro melenudo más
  • Dàmir, ella es…
  • No interesa – dijo él sin dejar terminar a Kerim – aquí lo importante es quién soy yo
  • Escucha niño…
  • No, aquí la que va a escuchar es usted, pero descuide, seré breve, porque no me gusta perder el tiempo con quien no lo vale. Váyase ahora mismo y asegúrese de que no vuelva a verla ni ahora ni nunca
  • No puedes despedirme
  • No tengo una intención tan amable como la de despedirla, la estoy echando
  • No puedes hacer eso tampoco
  • ¿Quiere apostar? Porque en mi opinión, que es la que importa, no solo puedo, sino que ya lo hice, pero adicional a lo anterior, hay varios sujetos aquí con menos paciencia que yo y que portan algunos juguetes que me indican que saldrá usted de aquí muy de prisa tanto si quiere como si no
  • ¿Quién se cree usted que es?
  • Por ahí debió comenzar, pero pedirle inteligencia a quien evidentemente no la posee, es pecar de iluso. No obstante, tendré la amabilidad que por su condición de dama merece, y aunque se ha esforzado en demostrar que no la merece en lo absoluto, eso no me hace a mí menos caballero. Como le dije en un inicio, está usted de suerte, pues quería hablar con un Zazvic y aquí hay uno, porque mi nombre es Dàmir Zazvic – acentuó

En otras circunstancias, Kerim habría podido reír, primero por la suprema estupidez de aquella mujer, porque si conocía a Dèjan, que no hubiese reconocido al hijo, especialmente estando Dàmir tan furioso que era cuando más se parecía a su padre, demostraba la condición antes mencionada de la maestra; sin embargo, estaba equivocado en cuanto a que la mujer aquella conociese a Dèjan, pues no era así y lo único que sabía era que la habían contratado en su nombre, pero nada más. Los chicos pequeños abrieron mucho los ojos, porque ellos sí conocían bien a Dèjan, pero siendo pequeños, no establecieron el parecido como había sucedido con Jeff que ahora lo entendía, y además, el aspecto general de Dàmir distaba mucho del de su padre, de modo que estaban tan sorprendidos como la desdichada maestra, pero Dàmir era un Zazvic y aún no parecía satisfecho.

  • Como imagino que ahora no tiene dudas sobre mis derechos, las tendrá menos acerca de que no obedecer, podría traerle pésimas consecuencias, pero le haré además un último favor, así como le dije que se asegurase de que yo no volviese a verla, ponga más ahínco aún en que quien no la vea sea mi padre, o lamentará muy sinceramente no haberme escuchado. Que tenga buen día, señora – pero como la mujer seguía clavada al piso, Dàmir miró al único que no parecía impresionado – ¿Te importaría acompañar a la señora a la salida, Jeff?
  • Si él no quiere, yo estoy disponible – dijo Jonathan que se había recuperado con rapidez
  • Ya escuchaste al príncipe, así que andando, arpía – le dijo Jeff sin perder su sonrisa burlona




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