Actualizando Corazón

Capítulo 23

Elmer

No he pegado un puto ojo, no podía, aunque mi hermano me aseguró que era seguro. Nora y Charles durmieron en mi habitación, yo me senté a contemplarlos. No podía dormir.

Solo quiero que termine todo esto. Emilio me pidió para esperar su llamada, pero no me dijo que hora, estoy aquí desde entonces mirando la pantalla cada tanto.

Ya ha pasado casi 24 horas desde la última vez que estuvo aquí, pero se siente como meses, el silencio está más pesado de lo normal. Me mantuve ocupado en cualquier cosa para despegar mi mente, pero la sombra de ese imbécil está presente, recordándome que podía aparecer en cualquier momento.

Me siento un inútil por no poder proteger lo que es mío.

Cuando mi teléfono vibra sobre la mesa, respiro hondo. El nombre de Emilio aparece en la pantalla y de inmediato el pulso se me acelera, solo espero que sea buenas noticias. Tomo con fuerza, casi apretándolo contra mi mano.

—¿Emilio?

—Relájate hombre —su voz suena tan calmo como siempre—. No deberías estresarte tanto, eres un recién casado —se ríe.

Cierro mis ojos por un momento.

—No estoy para juegos —murmuro.

Emilio se calla de inmediato.

—Bien, lo siento —habla firme—. Ya está, Jasper Lane cayó.

Me incorporo de golpe, dejando la silla a medio girar. Camino hasta la ventana, corro la cortina con torpeza y abro la ventana, necesito aire para poder procesar lo que estoy escuchando.

—¿Cómo? —pregunto apenas, presiono mi cabeza contra el cristal para tener certeza que no es solo un sueño.

—El muy imbécil no pudo con su arrogancia. Intentó entrar una vez más a tu sistema, pero esta vez desde la base del FBI, creyendo que nadie lo iba a notar. Eso fue suficiente para que lo rastree y aprenderlo en cuestión de horas. —Hace una pausa, y escucho el leve suspiro de orgullo—. Hellen reunió todos lo que necesitaba para incriminarlo, presentó pruebas. Ya no hay escapatoria.

Contengo mi risa en la garganta, y apoyo la mano por la ventana.

—¿Entonces ya no hay peligro? —pregunto, queriendo escuchar esas palabras de nuevo, para convencerme de que son reales.

—Ya no hay. Además, tienen protección y seguirá así durante todo el tiempo que dure el proceso —explica.

—Me dijiste eso la última vez y mira donde acabó —no puedo evitar mis palabras.

—Era diferente, ahora se han quedado solo los de mi entera confianza —asegura.

Suspiro aliviado, estaba a un paso de hacer cosas que nunca antes había querido, pero empezó a molestarme, no quería que Nora siga sufriendo, y tenía que hacer algo, sin embargo, me alegro de que no tenga que ensuciarme las manos.

—Deja todo el proceso en manos de la justicia, Hellen está controlando cada paso —insiste él.

Me giro hacia la mesa, paso una mano por mi cabello y suelto otro largo respiro.

—¿Y qué va a pasar con él ahora? —quiero detalles y la confirmación de que no volverá a cruzarse en nuestro camino.

—Lo van a trasladar a una prisión federal. Escucha Elmer, tu esposa tenía razón de tenerle miedo, ese hombre tiene una trayectoria bastante grande en el crimen. Algunos superiores sabían, pero no se podía hacer nada porque también chantajeaba a otros de rango más alto. Y no solo eso, ya tiene quejas de todo tipo de sus compañeros y civiles. Y la lista solo empieza ahí. —Su tono se endurece parece más molesto—. Al parecer, incluso su esposa y sus hijos habían sufrido maltratos físicos y psicológicos. Eso lo complica aún más. Le espera una bonita siesta allí dentro —se ríe de su chiste.

Aprieto los labios, cierro los ojos un instante y dejo que el peso que cargaba en el pecho empiece a deshacerse. Un calor distinto ahora me consume.

—Por fin —murmuro, apoyando la mano contra la mesa.

—Disfruta de tu vida al lado de tu esposa e hijo —aconseja Emilio, siento su sonrisa desde aquí—. Ahora puedes respirar tranquilo, hermano.

Asiento en silencio, aunque él no pueda verme. Miro hacia afuera donde ahora es un lugar seguro para mi familia.

—Gracias Emilio —digo.

—No hice nada, solo moví algunas cosas, la heroína es Hellen, aunque sabes que te va a salir un ojo de la cara, ¿verdad? —Se ríe.

—Vale la pena —aseguro.

—Nos vemos pronto, hasta luego. —Él se despide y corta la llamada.

Salgo de la oficina en busca de mi esposa, no es difícil encontrarla, la veo desde la ventana de la era su habitación, está sentada en un sillón y frente a ella una notebook, sé que sigue insistiendo en crear barreras para que los datos de la empresa no se vean afectados, caso ese imbécil intente atacar otra vez.

Camino hasta allí, abro la puerta, pero ni siquiera se da cuenta, me acerco despacio, desde atrás la envuelvo en mis brazos y le doy un beso en el cuello.

—Terminó —murmuro y después de aspiro su olor.

—Sí, falta muy poco —responde.

Entonces me voy la vuelta, cierro la pantalla y coloco sobre la mesa, ella me mira sorprendida.

Me arrodillo frente a la mujer que amo, y ahora puedo hacerla feliz como se merece.

—Me refiero a que se terminó, ya no más huidas, y no más peligro, nada, somos libres para vivir nuestras vidas —aclaro.

Sus ojos se llenan de emoción.

—¿Lograron atraparlo? —susurra tragando sus lágrimas.

Le dedico una sonrisa y asiento con la cabeza.

—Ahora me llamó Emilio para contarme. Al parecer el acosarte no es el único delito que cometió, hay muchas quejas sobre él, pero no podían hacer nada porque él tenía demasiados contactos, pero ahora se encontró con alguien que puede igualarlo —explico.

Me abraza con tanta fuerza que siento su alivio.

—No sé como agradecerte todo lo que haces por nosotros.

La aprieto más contra mí.

—Al contrario, mi amor, soy yo quien debe dar gracias por tenerte aquí.

Entonces escuchamos un carraspeo detrás de nosotros.

—¿Hay alguna fiesta que no fui invitado? —pregunta Charles.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.