Actualizando Corazón

Capítulo 26

Nora

Verlo trabajar concentrado, es uno de mis momentos favoritos, ni siquiera tengo que estar aquí en la empresa, pero solo por esto, vale la pena salir de casa.

Harper me deja pasar sin inconvenientes, pero antes de entrar, quería verlo a través de la ventana. Cuando corta la llamada que tenía, me acerco a la puerta y la abro.

Elmer levanta el rostro, al darse cuenta que soy yo, sonríe.

—¿Almorzamos? —invito.

Él se levanta a recibirme, me envuelve entre sus brazos y me da un beso en la coronilla.

—No me dijiste que vendrías, ¿quién te acompañó? —quiso saber.

Sí, es muy protector con nosotros.

—Dan está abajo —explico dándole un beso en la barbilla.

Asiente satisfecho con mi respuesta.

—¿Quieres ir a algún lugar?

Niego, en realidad no vine para eso.

—Podemos comer aquí —sonrío.

Él frunce sus cejas y me toma de la mano para hacerme sentar en la silla frente a su mesa, se acomoda en el otro asiento.

—Dime, ¿qué está pasando?, sé que no te gusta venir aquí —señala.

Hace dos meses que soy parte oficial de la empresa, pero como dije antes no necesito venir, desde casa puedo hacer lo que sea.

—Sí, hay algo que me dejó inquieta, y quise compartir contigo cuanto antes —anuncio—. Estaba probando nuestro sistema, y me sorprendí al ver que una vez más trataron de ingresar a los archivos confidenciales, lo peor es que fue de aquí.

Puedo ver el momento que se puso en alerta, hasta su respiración cambia.

—¿Y sí fue Harper? —pregunta y me sorprende que desconfíe de su asistente.

—No creo que sea ella —defiendo—. No puedo explicar, pero siento una corazonada.

Él cierra los ojos por un momento, al abrirlo, puedo verlo encendido como un animal acorralado.

—No podemos guiarnos por corazonadas, mi amor —habla despacio casi como a un niño.

Le acaricio la mejilla.

—¿Alguna vez Harper hizo algo para desconfiar de ella? —quise hacer ver mi punto, niega con la cabeza—. No puedes acusarla sin pruebas.

Resopla, y pasa sus manos por su el cabello.

—Sí no estuviéramos usando el sistema que creaste a estas horas, todo se habría filtrado —piensa—, hay muchas cosas ahí.

—Shhh — lo interrumpo—. Te estás dejando llevar por suposiciones, y para eso me contrataste, ¿verdad?

—Porque sé que eres la mejor. —Trata de controlar su respiración agitada—. Lo siento mi amor, tengo que tomar esto con más calma.

Aprovecho para acercarse más, obligándolo a mirarme.

—Podemos hacer esto juntos, sí. Hay demasiada vigilancia aquí, vamos a encontrar quien quiera que haya sido —aseguro.

Me sonríe, pero su tensión no desaparece y no es que pueda juzgarlo. También creí que esto ya había terminado.

Él camina hacia su silla y abre su computadora y comenzamos. Apenas había pasado unos minutos cuando suena una alarma.

—Charles —murmura.

Entonces recuerdo que mi niño saldría hoy más temprano. Elmer toma su teléfono y marca el número.

—¿Ya estás listo, campeón? —consulta—. Iré por ti, estoy aquí con mamá, temo que nuestro día de parque tendrá que esperar.

Se queda escuchando con una sonrisa enorme, luego corta. Mi pecho se llena de alegría al ver que nuestro hijo puede calmarlo de esta manera.

—Tenemos que irnos —murmura.

—Quiero quedarme y adelantar, les espero aquí —digo.

No parece convencido. Se levanta de su silla y se acerca a mí.

—No quería que Charles se meta en esto…

—Pero nosotros tres, trabajamos mejor juntos —le recuerdo.

Piensa por un instante y luego acepta moviendo la cabeza arriba abajo.

—Llamaré a Dan que suba, no quiero que estes sola aquí.

No protesto, no creo que me pase nada, pero no voy a ponerle las cosas más difíciles. Elmer se va cuando mi guardia sube.

Antes de que intente averiguar quien fue, mi prioridad es controlar si de verdad ningún dato fue comprometido.

Después de un tiempo, respiro hondo cuando escucho el ruido de la puerta abrirse. Son ellos, les sonrío.

Elmer entra primero, serio, la chaqueta desabrochada, los dedos jugando con el nudo de la corbata como si quisiera arrancársela. Detrás de él, Charles se adelanta con pasos rápidos, sujetando su tablet contra el pecho.

—¿Qué pasa? ¿Qué encontraron? —pregunto, levantándome del sofá de inmediato.

Elmer me lanza una mirada, esa que apenas parpadea.

—Un acceso externo al servidor, desde dentro de la empresa. Entraron directo al módulo de seguridad.

Charles se acerca a la mesa, deja la tablet y la enciende con un gesto brusco.

—Rastree la dirección IP. La conexión vino de la red privada de las oficinas principales —explica mi niño con el ceño fruncido.

Elmer apoya ambas manos sobre el respaldo de una silla, inclinado hacia adelante.

—Busque por todas partes y no tenemos comprometido nada —anuncio.

—Yo no pude ver quien es. Las credenciales estaban enmascaradas —cuenta él con la mandíbula apretada.

Siento la tensión en sus músculos, la furia que le sale por todos lados. Él baja la cabeza, respira hondo y asiente.

Charles levanta la vista hacia mí, sus ojos brillando.

—Hubo acceso remoto al servidor de respaldo, no desde nuestra red principal, sino desde un túnel SSH mal configurado. Eso significa que alguien con privilegios administrativos lo abrió a propósito o... —levanta la mirada, sabiendo que los adultos van a entender el peso de eso—, o fue alguien que tenía acceso directo.

—Eso suena a alguien con acceso total —murmuro, acercándome.

—Está bien —admite Elmer en voz baja—, vamos a encontrar.

Charles ya está deslizando los dedos sobre la pantalla.

—Si tenemos acceso a las cámaras internas, podríamos cruzar el tiempo exacto del ingreso con la ubicación de las tarjetas de personal —dice con rapidez.

Elmer lo observa unos segundos, luego asiente, dándole vía libre.

—Hazlo. Voy a facilitar la entrada a ese servidor —anuncia.




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