Adalgisa y el Rey

Capitulo 1: Adalgisa

Mi cabeza va a mil por hora inventando situaciones que en el fondo sé que no son posibles, mi cabeza siempre me juega malas pasadas.

Ella misma que me hace cargar con la ansiedad, asfixiándome cada vez más en ella. Soy una prisionera. No puedo salir. No puedo escapar. No puedo pedir ayuda. Estoy en el mundo exterior pero no puedo hacer nada.

Todos saben que hay algo mal en mí, pero nadie hace nada. Intento pedir ayuda, pero mi voz no sale, no puedo emitir ningún sonido. Mamá necesito ayuda, mírame. Date cuenta que no estoy bien. Hay algo mal en mí. Mamá ayuda. Mamá...

Necesito ayuda. Necesito ayuda. Necesito ayuda. Necesito ayuda. Necesito ayuda. Necesito ayuda.
Es muy fácil pensar en eso, es muy fácil escribir esa oración. Pero es muy difícil decírselo a mi mamá.
No puedo más, necesito decirlo, necesito que mi voz salga, pero ¿Por qué no pasa?

El Rey. Eso es. El Rey que me controla desde hace tiempo…
Hace años que soy su prisionera, ya no sé qué es real y que no lo es, los días, las horas, y los minutos, todo es igual. Un minuto puede durar un año, un año puede durar un segundo, un segundo puede durar una eternidad y una eternidad puede durar una vida.
El tiempo ya no corre igual, desde que estoy en esta jaula nada es igual. Muy pocas veces tengo algo de libertad, cuando el Rey se cansa, me deja libre unos días. En esos días la paso muy bien pero luego el vuelve como el abusador que es, y me mete en su jaula otra vez. Esta jaula es pequeña, nadie más entra aquí. Mientras que el me mira riéndose una y otra vez. Intento salir, intento luchar. Pero no puedo hacer nada porque si no alguien más lo pagará... El Rey sabe que mientras más piense en mi pareja, más fuerte me haré, por eso aprovecha cada vez que estoy débil para llenarme de pensamientos envenenados.

Quiero escapar, quiero ser libre, quiero ver a mí pareja y a mis amigos otra vez, pero no se puede escapar del Rey. Por más que me aterre lo demás, el Rey vive conmigo. Es mi compañero. No lo tolero, pero aprendimos a convivir. El encerrándome en su jaulita y yo aprendiendo a obedecer. Parece una tontería, pero no lo es, él se cree el rey y yo estoy a su merced. Quiero alejarme, huir, y correr. Quiero correr tanto que ya no pueda sentir los pies. Pero hay algo que me detiene ¿Que podrá ser?
Cadenas, estoy encadenada a él. No hay nada que pueda hacer para escaparme de él.
No importa cuanto lo intente siempre es igual, y si el resultado llegase a cambiar a sus caballeros el enviará.

Ya ha pasado una vez. Una vez escapé de él. En ese entonces todo fue bien pero como todo lo bueno tuvo que terminar. De ahí en más, el rey me mostro lo bueno que era, el me dejo explorar una vida sin él. Nunca me había sentido tan libre, tan bien, pero era una trampa. Al terminar ese año el me atrapo otra vez, me encerró en su jaula y no lo volví a ver. O eso es lo que creía, ya que, a pesar de su ausencia, sabía que volvería.
Él me encerraría de nuevo en esa jaula, cada vez más pequeña para que no lo olvidara. Era una prisionera.

Estos caballeros de los que ya les hablé son sus leales sirvientes, atormentándome cuando él no puede. Inseg, ella es su mayor aliada, ella es su mano derecha. Muchos creen que es su hija puesto que hay un dicho que dice "del rey nace la princesa" pero yo no lo creo. Yo creo que son gemelos.

El rey tomo su mano derecha y se la corto. De ese sacrificio nació Inseg. Su mejor aliada. Su otra mitad. Su mano derecha. Cuando él no puede atormentarme ella toma su lugar. Se preguntarán ¿Pero no es ella la reina? No. No lo es.
Inseg era despiadada, ella me tomaba y me avergonzaba. Su tortura favorita era desnudarme en frente de unos espejos y susurrarme todos mis defectos.
La tortura psicológica era su favorita, pues ella sabía que eso conmigo se quedaría.
Al final de su tortura ella me dejaba en mi jaula, sola y vulnerada. Afuera de la jaula, a tan solo unos metros, ella dejaba un gran espejo al descubierto.
Ella disfrutaba ver como cada vez que volteaba veía todos los defectos que hace unos instantes ella me susurraba.
Esto podía durar horas, días, o hasta semanas; en realidad no estoy muy segura pues como dije antes, aquí el tiempo no corre como siempre. El tiempo avanza como quiere, a veces avanza lento como una tortuga, y otras veces rápido como un puma. Es difícil saber con exactitud qué hora es, puesto que ni el sol se asoma por donde yo este.

Pasaron unos días y todo se calmó. El rey y su caballero se alejaron un poco. Me dieron paz, fue algo realmente relajante. En estos días no pude parar de pensar en él.
En mi amado, en mi pareja. ¿Me extrañara? ¿Me estará buscando? ¿Habrá avanzado con su vida?
Realmente no me importa si él avanzo con su vida, el simple hecho de pensar que él es feliz me reconfortaba. No importa si no es conmigo, solo espero que él sea feliz.
 

Hace unos días encontré un pequeño trozo de carbón. No sé cómo había llegado hasta aquí, pero sabía que la necesitaba para concentrarme en algo, cualquier cosa, lo que sea solo necesito estar ahí, enterrar mi cabeza y no salir. Con este pequeño trozo comencé a dibujar.
Al principio me costaba, pues hace años que no dibujaba pero con un poco de práctica comencé a mejorar.
Dibujaba todo lo que se me viniera a la mente, intentaba recordar las flores, los paisajes, las casas...
Pensar en las casas me hizo recordar mi hogar ¿Estará igual? ¿Lo habrán vendido? ¿Mis amigos pasaran por allá y me recordaran?
Amigos… Hace mucho no pensaba en ellos, casi que los había olvidado.
No puedo recordarlos bien, pues hace tiempo que no los veo, pero pensar en ellos, en su significado me hacía sentir bien.
Mi mente de un momento a otro se llenó de un solo pensamiento.

Quiero ser libre Quiero ser libre Quiero ser libre. Quiero ser libre. Quiero ser libre. Quiero ser libre Quiero ser libre. Quiero ser lib…



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En el texto hay: tristeza, dolor, amor secuestro venganza amistad

Editado: 11.08.2021

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