Adiós, Amor

Capítulo 2

Black se encontraba a mi lado en la cama, haciéndome compañía en uno de mis peores momentos de mi vida. Estiré mi brazo derecho para acariciar su cuerpecito, el mismo que era suave debajo de las yemas de mis dedos y que me daba un poco del consuelo que necesitaba. Después de salir de mi ex departamento con mi pequeño gatito en su jaulita, fui a comprarle comida y arena porque Frank no fue capaz de darme lo que poseía en el lugar, un hecho que me molestó un poco porque él siempre sería el padre de Black y esperaba que por lo mínimo me ayudara con algunos gastos de nuestra mascota. Sin embargo, yo estaba dispuesta a hacerme responsable de todo lo que conllevaban tener un gatito. Black ya tenía su platito de comida y de agua, su arenero estaba en mi baño privado y dormía conmigo en la cama, aunque se asustaba cada vez que alguno de mis progenitores ingresaba a mi habitación, el lugar donde tenía que empezar a verlo como suyo.

La alcoba se encontraba completamente vacía, excepto por una cama de plaza y media, sábanas para abrigarme en las noches y un par de almohadas, pues esa fue mi habitación hasta que me mudé con Frank y me llevé todo lo que era mío, todo. Nada se había salvado porque yo estaba segura de que Frank era mi para siempre, que él y yo nos casaríamos en un futuro, de que formaríamos nuestra propia familia. Di todo de mí y más para que la relación funcionara porque realmente amaba a Frank y veía mi presente y mi futuro a su lado. Y ahora sentía que ese era el motivo de porque me estaba costando tanto soltarlo cuando él me había soltado de manera tan fácil y sencilla. «¿Por qué lo hizo?», me cuestioné.

Black recién comió esa mañana y me dolía verlo tan asustado y nervioso, era como si tuviera aterrado de que algo malo le fuera a suceder en su nuevo hogar. El gatito no merecía ser sacado de su zona de confort, pero no podía permitir que se quedara con Frank porque sabía que yo nunca más lo volvería a ver en mi vida y eso me dolería eternamente. Frank no era alguien malo, pero yo no quería poner un pie en ese lugar donde habitaban tantos recuerdos de nosotros juntos siendo felices. Y Black siempre fue más mío que de él y me buscaba para dormir conmigo o cuando quería un poco de cariño. «¿Y si fui egoísta?», me pregunté y me tragué el sollozo que quería salir de mis labios. Me dolía tanto el adiós que sentía que nunca volvería a ser la misma de antes y que las decisiones de Frank también afectaban a Black, un hecho que me enojaba porque el gatito era inocente de todo.

Repetí la canción que había estado escuchando todo el día y que ya me sabía la letra de memoria. La podía cantar sin problemas, pero mi voz no era la mejor en ese momento y si lo intentaba, solo terminaría llorando hasta sentir que mi alma se desgarraba con cada palabra que salía de mis labios. «No Se Va» de Morat me hacía sentir tan identificada, pues quería que Frank se quedara a mi lado, que se quedara en mi vida y que por fin pudiéramos ser felices juntos. Deseaba con tantas fuerzas que las cosas fueran diferentes que rompía en lágrimas cuando recordaba como él me dejó sin luchar por mí, como me soltó como si yo no fuera alguien importante en su vida.

—Gwendolyn… —llamó mi mamá y alcé mi cabeza para verla parada en el umbral de la puerta de mi habitación—. ¿Sigues escuchando esa canción?

—Sí —susurré.

—Cariño… —dijo, dando un paso hacia adelante para acercarse a la cama.

Black sintió la presencia de mi madre en la habitación y se despertó de golpe, se levantó para salir corriendo hacia debajo de la cama, pues el gatito no estaba acostumbrado a personas que no conocía, así que debíamos ser pacientes para que se adaptara a mis padres y a mi hermana cuando viniera a visitarnos. Mi hermana menor vivía con su novio en otra ciudad, así que no sabía la última noticia trágica de mi vida. «Me dolerá cuando lo sepa», pensé porque siempre deseé una relación como la que ella poseía; una relación larga y verdadera. Era doloroso ver a tu hermana menor siendo feliz, mientras tú solo seguías viviendo sin tener la certeza de que algún día encontrarías a alguien que te amara con todo su corazón. «Encontré a Frank sin buscarlo y no deseo soltarlo nunca».

»Sigue huyendo de mí —se quejó mi progenitora.

—Mamá, lleva un día con nosotros —manifesté con la voz ronca de tanto llorar—. Todavía tiene que adaptarse a ustedes y a su nuevo hogar —sollocé.

—Cariño…

Hablar de que este era su nuevo hogar rompía un poco más mi corazón, el mismo que era puros pedazos para ese momento y no sabía cómo iba a poder armarlo de nuevo, como construir lo que Frank destruyó con su indiferencia y adiós. Había tenido antes corazones rotos, pero nada como ese corazón porque hasta me dolía tanto respirar que me asustaba mucho nunca recuperarme del dolor que sentía. Deseaba ser la misma Gwendolyn que alguna vez fui, esa Gwendolyn que se había hecho la idea de que estaba mejor sola y que nunca amaría. Sin embargo, el destino tenía otros planes para mí y conocí a Frank en el momento menos pensado, me enamoré de él sin pensarlo y ahora pagaba las consecuencias de amar incondicionalmente. «Te duele porque veías un futuro junto a él», murmuró mi mente y tuve una arcada que me desestabilizó.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.