- David tú sabes que solo queremos ayudarte, -dijo Alex poniendo una mano en el hombro de su amigo, - por eso te tenemos una propuesta.. algo que te puede ayudar.
David lo miró entrecerrando sus ojos dorados, sabía que las ideas de sus amigos no siempre eran las más acertadas para determinadas situaciones, aunque a veces lo divertían sus locas maquinaciones. -¿y cuál es la propuesta? -dijo por fin con cansancio, mientras se aflojaba la corbata.
-Te hemos arreglado una cita...- empezó y miró hacia Dominic que permanecía en silencio al otro extremo de la habitación que David usaba en casa como despacho. -..a ciegas. - concluyó mirando de nuevo a David.
David frunció el ceño y después de unos segundos de desconcierto, bufó -¿Qué?! ¿Estás loco? Si es otra de tus "amigas", no gracias. -replicó negando con la cabeza, mientras se quitaba la corbata y la arrojaba sobre un sillón.
- Te dije que no aceptaría -resopló Dom, irguiendose en el asiento de cuero.
Los tres se conocían desde niños, eran como hermanos pues prácticamente crecieron juntos en los mismos círculos sociales. Siempre que alguno estaba en problemas los demás lo ayudaban e hicieron buenas migas. Quién los llegara a conocer encontraría hasta extraño que fueran tan cercanos pues sus personalidades y gustos eran algunas veces opuestos o simplemente diferentes. Sus vidas eran económicamente acomodadas y envidiables. Puesto que sus adineradas familias se desvivían por darles lo mejor en cuanto a cosas materiales, pero casi siempre sentían una falta de atención emocional que aprendieron a compensar con su amistad.
- No te preocupes, no es ninguna de mis amigas. -le anunció poniendo los ojos en blanco. -Ya ese tema está cerrado. Solo te diré que sino fuera por Larissa, ya me habría acercado a ella. La verdad la he visto solo un par de veces y según mi hermana está muy interesada en ti... -al ver la mirada incrédula de su amigo, añadió, - al parecer te ha visto un par de veces y sabe que somos amigos. Pero lo más importante es que estoy seguro que a tu madre le va a encantar. -sonrió malicioso.
- ¿Encantar? ¿a mi madre? -soltó una carcajada. - A no ser que tenga muchos millones, no creo que mi madre si quiera me permita presentarla.
- ¡Exacto! Su familia tiene esos millones. - canturreo con su típica sonrisa de triunfador.
Lo miró incrédulo por unos segundos, sopesando aquello. -No lo sé Alex, tu sabes que no es eso lo que busco. Mi madre me está presionando a que me comprometa pronto y eso me tiene estresado, pero no pienso lanzarme de cabeza así, -frunció el ceño un instante y continuo- también quiero sentirme atraído y a gusto con mi pareja. Tú me entiendes.
Su amigo asintió y se acercó, con la confianza de muchos años de amistad, al mostrador de bebidas para servirle un whisky y se lo entregó mientras le respondía. - ¡Oh vamos Dav!, Relajate. No te estamos pidiendo que te cases con ella. Solo es una cita. Date la oportunidad de conocer más chicas que las patrocinadas por tu mamá. Puede que quizá te sientas atraído y resulte bien o simplemente pasas la velada y no la vuelves a ver. -observó Alex encogiéndose de hombros.
- Es cierto David, no pierdes nada con intentarlo. - Dijo Dom viendo el cansancio reflejado en el rostro de su amigo. En un principio no le pareció la idea más acertada, pero viendo su estado de frustración pensó que quizá no fuera tan mala idea, después de todo entendía a su amigo a la perfección. No le gustaba frecuentar lugares de ocio y últimamente no salía con chicas que no fueran las que su madre le presentaba, pues su vida se resumía al trabajo y su familia. Y en ese aspecto eran muy parecidos. No les gustaba perder el tiempo.
- ¡Ves! Hasta Dominic está de acuerdo, - observó Alex palmeando el hombro de David, sentándose en una esquina del amplio sofá - eso es buena señal, ¿no crees?! -prosiguió mientras le miraba expectante.
- ¡Ok! Lo pensaré, -respondió, después de tomar el último sorbo de su vaso -pero no prometo nada. - advirtió mirando la sonrisa socarrona de Alex. Aun tenia sus dudas, pero estaba cansado.
Después de un rato de plática, intentando sacarle a sus amigos pistas y señales sobre la cita. Simplemente se rindió al no lograr que revelasen más que detalles sobre su posición económica y curvilíneo cuerpo. Aunque en realidad lo primero sólo era para satisfacer a su madre.
Sus amigos podían ser igual o más insistentes que ella. Pero no quería tener que pasar por otra charla insípida con una completa desconocida. Así que accedió a pensarlo solo para quitárselos de encima. Después de despedirse, fue directamente a la ducha.
No terminaba de convencerse de que fuera una buena idea. No dudaba que sería otra de esas mujeres frívolas como las que su madre invitaba a casa en sus intentos por emparejarlo. A las que parecía que únicamente les interesaba la última moda y los cotilleos de la semana. Era una tortura! Se aburría como una ostra en su compañía.
Pero su madre no cejaba en su empeño, y ya no sabia que excusa poner para evadir esas "emboscadas" que le organizaba, aun en su propia casa.
Su madre Frida.. pensó, mientras secaba su corto y espeso cabello castaño. La amaba mucho, era una mujer delgada y rubia que aun a su edad conservaba su elegancia y porte. Siendo la hija de un ex-secretario de Estado, nunca desentonaba allá donde iba. No era muy cariñosa ni dada a las muestras de afecto, pero era buena madre, siempre los cuidó a su hermano y a él como sus tesoros. Sin embargo en esos momentos no la entendía.
Ya le había dejado claro en más de una ocasión que seria él mismo quién elegiría con quien compartir su vida, y al menos lo había respetado. Hasta ahora. Aunque por supuesto, su madre nunca perdía y le había advertido a su vez, que si pasaba de los treinta años sin un compromiso formal, ella se encargaría de buscarle señoritas "adecuadas".
Y aunque no estaba cerca de cumplirlos, en los últimos meses había notado que su madre parecía decidida a casarlo o "acorralarlo" más bien, pensó, recordando la última chica que su madre invitó, sin su consentimiento, a casa. Y como los había dejado solos nada más él llegar. Se había sentido muy incómodo, pues no tenían nada en común y la chica solo se dedicó a parlotear sobre cosas banales. Su nivel de tolerancia estaba llegando a su fin, pensó frustrado.