Al límite de la paciencia.
Ya estaba decidido, su paciencia había llegado a su límite. Su madre no lo dejaría en paz. En una semana se lo había hecho varias veces. No podía creer que creyera que no se daría cuenta de sus intensiones, con las constantes visitas "inesperadas" de Sherlyn. Estábamos en pleno siglo XXI, los matrimonios concertados ya no existían. Pero claro, como hacerle entender a su querida madre que NO estaba interesando en aquella chica. Soltó un suspiro de frustración.
No podía negar que era muy bonita a la vista y que cualquier hombre se sentiría tentado. Pero nada más abriendo la boca se notaba que su cerebro se habia escondido en algún lugar entre su ropa de marca y los kilos de maquillaje. A veces éste empañaba la edad que en realidad tenia, y la hasta la hacía parecer mayor, ¿que no se daba cuenta de eso?.
Pero lo que más le enfurecía eran las tácticas que usaba su madre. Sacando cualquier excusa para dejarlos solos. Había evitado en lo posible ser descortés y no largarse a la primera de cambio. Y es que además, se sentía mal consigo mismo ante el visible interés de ella. Pero no podía siquiera darle alas, porque de seguro su madre prepararía la boda al día siguiente.
Por otro lado, comenzaba a pensar que algo sucedía. Ella no se había comportado de ese modo nunca. Como si no hubiese tiempo, y quisiera verlo casado ya. Y tampoco estaba por llegar a la senectud como para explicar ese cambio. Frida tendría muchos años más de vida para verlo formar su familia. No! Tenia que darle algo para que lo dejara en paz.
No quería ver dramas, así que conservó la calma y culminó rápidamente la "visita", aludiendo una cita de trabajo importante. Tenía que salir de allí ya! Necesitaba hablar con alguien. Tomó su teléfono móvil y salió al garaje, después de despedirla.
-¿Que hay Dav? -respondió Alex al otro lado de la línea.
-Alex, necesito ayuda. Mi madre no me dejará en paz - dijo sin más. - Creo que piensa que va a quedarse sin heredero o sin empresa. No lo sé! -terminó mientras escuchaba la risa de su amigo.
- Ok, dime ¿donde estás?. -respondió aún entre risas.
-En casa todavía. Acabó de salir de otra emboscada -dijo recalcando con sarcasmo la ultima palabra.
-No te preocupes. Nos vemos en el Lummier. Le marcaré a Dom también.
Después de colgar, subió a su auto. Una Fortuner color negro. Y se dirigió al sitio donde se reuniría con sus amigos, aún era temprano.
El sitio estaba casi vacío, quizá por la hora. Así que tomó una de las mesas del fondo y le indicó al mesero que esperaría para pedir. Mientras meditaba en qué sería lo mejor. Odiaba desairar a su madre, pero realmente no la entendía.
Pero pensando con detenimiento, se dio cuenta que últimamente se veía un poco decaída. ¿Estaría enferma? Pero no le había dicho nada. Aunque claro con su vida prácticamente dedicada a la empresa no había visto más allá. Lo cierto era, que parecía no tener la misma energía. Tendría que haberlo notado antes se reprochó. La llevaría al médico al día siguiente, pensó con determinación.
Miró hacia la entrada y Alex llegaba en ese momento. Levantó su mano para saludar, y su amigo se dirigió hacia su mesa.
-¡Que puntual! -dijo y le indicó con un gesto que se sentara.
-No tenia nada que hacer en casa. ¿Ya pediste algo de tomar? -le preguntó después de observar la mesa.
-No, los estaba esperando. -arguyó pensativo.
- Bien, pues Dom no vendrá. Ya sabes como es últimamente, está peor que tú. No tiene tiempo para nada. -sonrió cuando su amigo le lanzó una mirada de reproche y llamó al mesero para ordenar.
- Yo quiero un vodka doble con hielo por favor. -dijo Dav observando como su amigo abria la boca con asombro. Y es que no acostumbraba tomar bebidas fuertes.
-Si que andas con problemas. -exclamó Alex después que el mesero se marchó.
-Por eso les pedí venir, necesito una solución. - lo miró un momento pensativo. Luego soltó. - Incluso he pensado en contratar a alguien que finja mientras mi madre se calma.
-¿Alguien que finja? -rió sin poder evitarlo, ganándose una mirada ceñuda de David. -Tu madre es muy astuta. Sabes que lo descubrirá de inmediato. Además no es necesario. Todavía -aclaró. - Ve a la cita primero, puede que te agrade. La chica aceptó. Ahora es solo que vayas al sitio y la conozcas. -le respondió tomando un sorbo del liquido que le habían dejado en la mesa.
-Esta bien. La verdad necesito salir a divertirme más. -suspiró cansado. -Con que le presente a alguien, me dará un respiro. -dijo refiriéndose a su madre. Para después tomar de un trago el contenido de su vaso.
-Pues nada pierdes con intentar. Si no es lo que esperabas te vas y no pasa nada. -sacó su teléfono y le dijo - te estoy enviando la dirección del lugar. Además de algunas señales que me dio para que sepas quien es.
David frunció ligeramente el ceño sacando su móvil. Después de leer, levantó la mirada hacia su amigo. -¿Estas seguro que no la conozco -pregunto pensativo.
-No la conoces. Estoy seguro. Hace poco que volvió a la ciudad. Estaba estudiando en el exterior. Sus padres son dueños de un casino en Las Vegas. - respondió guardando su móvil.
-David levantó las cejas con sorpresa. Luego lo miró serio - ¿ Y tú como sabes todo eso?
Su amigo sonrió con burla antes de responder. -Me envió prácticamente su currículum. -Sonrió aun más viendo el desconcierto en la cara de su amigo. -Tranquilo, yo sólo lo resumí y escogí el lugar para la cita. Te lo puedo enviar completo si quieres.
David negó con la cabeza, pensando que mientras menos supiera mejor. Tenia que darle una oportunidad. Y si veía algo que no le agradara, estaba seguro que no iría.
-¿Y tu hiciste todos los arreglos? Creí que era amiga de tu hermana, no de ti. -inquirió desconfiado.
-Si, pero ya sabes como es mi hermana, no quiso ayudar. -respondió haciendo una mueca -Pero la chica se mostró muy animada cuando le hablé de ti. No puso objeción con el día ni la hora para la cita. -finalizó recordando la situación tan extraña cuando al hacerle la propuesta, ésta se mostró más que complacida y entusiasmada con la idea. Quizá demasiado para su gusto. Luego le dijo que no le revelara su nombre. Y entonces desconfió más. Así que ella tuvo que confesarle que habían ido al mismo instituto. Y no tuvo que hacer más preguntas. Su amigo se alegraría, no era una total desconocida.