Oculta, revelada en lo desconocido en lo no manifestado.
Yo soy vida, tú has estado prisionera,
en un pequeño charco y yo soy el océano
y sus turbulentas corrientes.
Los cuadros facilitaban la puesta en escena, ya que no todos eran interpretados por actores, había algunos que eran de transición, se trataban de telones cortos que proporcionaban la mutación para los siguientes cuadros. Existía el telón principal, y su uso era para separar el escenario de la sala de espectáculos o para dividirlo en dos o más partes y cerrar el fondo.
Los telones cortos los utilizaban para informar, aquellas partes del argumento que no se podían interpretar, como en el caso del primer cuadro, cuyo telón corto representaba un viejo pergamino donde se describía la leyenda de los vampiros, otro telón corto representaba el viaje en diligencia del pasante de notaria que viajaba a Transilvania.
En el séptimo cuadro, utilizaron un telón corto para representar el castillo de Drácula, éste tenía una especie de ventana, que era por donde se asomaba el vampiro, interpretado por Nicholas Mansfield.
Actor por el cual el público sentía gran fascinación, ya que su papel era impecable, las líneas de Drácula estaban llenas de gritos, carcajadas siniestras y voces fuera de escena, las cuales el actor marcaba a la perfección.
El trabajo de los tramoyeros era único para llevar a cabo el sonido de los pasos, puertas y ataúdes que se abrían o cerraban, cristales rotos, los efectos de la neblina, disparos, trenes. El maravilloso sonido que acompañaba la actuación de Nicholas cada vez que aparecía o desaparecía del escenario. Las proyecciones e iluminaciones, los disfraces y maquillaje. Todo en conjunto hacía de la obra de teatro un gran éxito.
La función estaba por terminar. El puñal de Jonathan cortó el cuello del Conde, al tiempo que Morris atravesó el corazón del vampiro. Terminando así para siempre con el sangriento vampiro de Transilvania. Asomando la paz al pálido rostro del conde tras abrírsele el camino al cielo.
Nicholas desapareció del escenario dejando a Jonathan y Van Helsing haciendo una reflexión siete años después, y se perdió tras el telón, esperando el momento para regresar y agradecer al público por su asistencia.
—Por favor, hazme tuya. —Se dejó escuchar una voz que provenía detrás del telón que cerraba el fondo y que seguía una frase del libreto.
El corazón de Nicholas se disparó en frenéticos latidos, sintiendo como se descontrolaba, ante la voz de Audrey. En el momento menos esperado lo asaltaba con tal intensidad, que temblaba estúpidamente y no podía controlarlo, al menos era el único consciente de su estado.
Movió la cabeza rápidamente, buscando a sus compañeros de trabajo, y todos estaban entretenidos en el final, por lo que dio largas zancadas para llegar más rápido, pero no sabía exactamente en qué punto se encontraba la pelirroja.
—Por favor, conde, quiero ser suya. —Una vez más la voz con un toque de ingenuidad se dejaba escuchar, y esta vez venía acompañada por una pierna que se mostraba desnuda, tersa, blanca nácar y elegante, dándole ese toque de perfección con el terciopelo rojo, flanqueando el muslo, logrando que la boca del actor se secara inmediatamente.
Nicholas llegó muy cerca, y apenas con las yemas de los dedos de su mano derecha, acarició la extremidad sintiendo como cada poro de su cuerpo se despertaba ante el toque, como las pulsaciones en su entrepierna nacieron de la nada y se descontrolaban como nunca, colmándolo al sentir la piel de ella vibrar ante su toque.
Sin perder tiempo con la mano libre abrió de un tirón la pesada tela, encontrándose con una Audrey completamente desnuda, sintiendo en ese momento un deseo abrazador recorrerlo por entero, pero también fue acechado por los celos, celos de que algún compañero pudiese ver a la chica vestida de Eva, por lo que rápidamente dio un paso al frente haciendo que los cuerpos se chocasen, y esa química que había nacido entre ellos, se apoderase de cada partícula de su ser.
Nicholas cerró el telón dejándolos a ambos detrás en un pasillo sumamente reducido de una iluminación escarlata, debido a la poca luz que se filtraba por debajo, creando un ambiente de excitación total.
—Estarás condenada como yo… —Hablaba llevando las manos a las caderas de Audrey, quien gimió sensual y provocativamente ante el toque, y se dejó guiar por él, que la llevaba a cualquier parte, pero a ella no le importaba, mientras se perdía en el rostro masculino—. A caminar por la sombra de la muerte para toda la eternidad. —Dejó la frase a medias, pues no diría lo que seguía, porque sentía que era mostrar debilidad.
La acorraló contra una pared detrás del escenario, donde sabía que nadie podría interrumpirlos y sus manos viajaron de las caderas al trasero femenino, el cual acarició y después apretó a su gusto, adhiriéndola a él, quien empezó a frotarse contra el vientre plano y tibio de Audrey.
—¿Solo por la eternidad? Espero y haya algo más allá y entonces en ese incierto quieras igualmente que pague por tu nueva apariencia, aunque te ves mucho mejor. —La voz profunda y sensual de la chica, provocó que los sentidos del actor estallaran en millones de pedazos.