Al Desnudo

Carta 1

Querido tú,

Anoche soñé contigo, aunque ya no eras mío. En el sueño todo parecía tan sencillo: me mirabas como antes, con esa calma que me hacía sentir que había un lugar en el mundo donde podía descansar. Desperté con las manos vacías, y entendí que los sueños son crueles espejos, que me devuelven lo que nunca podré volver a tocar.

Sé que quisiste algo mejor, siempre lo supe. Tus ojos lo gritaban cuando callabas, tu silencio era más honesto que tus palabras. Yo intentaba abrazar lo que se escapaba, como si con mi pecho pudiera retenerte, como si con mis manos pudiera tapar los agujeros de tu alma. Pero fuiste viento, fuiste camino, fuiste esa farola apagada en medio de la noche a la que yo seguía atada, aun sabiendo que ya no brillabas para mí.

No hay nada que duela más que mirar a alguien y reconocer en sus ojos el deseo de irse. Esa luz en ti, esa chispa, nunca estuvo destinada a quedarse en mis manos. Y sin embargo, aquí estoy, todavía luchando contra el vacío de no querer desvestirme ante otra piel, de no querer aprender otros labios, de no querer fingir que alguien más es tú.

Escribir esto es mi única manera de no romperme. Quizás algún día leas estas palabras, quizás nunca. Pero déjame decirlo: no quiero olvidarte, aunque sé que debo. No quiero soltar, aunque sé que no me queda otra opción.

Con la herida abierta,
Yo.



#303 en Joven Adulto
#4709 en Novela romántica

En el texto hay: desamor, superacion, dolor

Editado: 05.09.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.