Al Desnudo

Carta 6

Querido tú,

Hoy recordé la primera vez que nos miramos. No fue un instante extraordinario para nadie más, pero para mí significó todo. Había en tus ojos una luz que me hizo sentir que, por fin, el mundo dejaba de ser tan hostil. Yo, que siempre fui de huir, me quedé quieta. Y en esa quietud, me entregué a la certeza de que había encontrado un hogar.

Me pregunto en qué momento esa luz cambió de dirección. Cuándo dejó de iluminarme a mí para encender otros caminos. El brillo sigue ahí, lo sé, pero ya no me pertenece. Es extraño: tu mirada aún me quema, pero ahora me quema desde lejos, como un sol al que no puedo acercarme sin arder en soledad.

No quiero aceptar que la vida me exige desaprenderte. No quiero enseñarle a mi cuerpo un nuevo perfume, ni a mi boca otro idioma que no sea el tuyo. El amor me enseñó a ser tuya de pies a cabeza, y ahora la ausencia pretende que sea mía otra vez. Pero ¿cómo se vuelve al principio cuando ya lo has entregado todo?

Hoy no escribo para reprocharte, sino para agradecerte. Porque aunque ahora duela, también hubo días en que tus manos me sostuvieron, en que tu risa me salvó del abismo. Fuiste refugio antes de ser tormenta, y aunque el final me destroce, me quedo con la certeza de que alguna vez fui amada por ti.

Con gratitud y desgarro,
Yo.



#308 en Joven Adulto
#4764 en Novela romántica

En el texto hay: desamor, superacion, dolor

Editado: 05.09.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.