Al Desnudo

Carta 7

Querido tú,

Hoy me senté frente al espejo y apenas me reconocí. No era la misma persona que un día esperó con ansias tu llamada, ni la que se desvivía por adivinar tus silencios. Hay un cansancio en mis ojos, una sombra que no se quita aunque sonría. Me convertí en alguien que carga tus recuerdos como cadenas, aunque en el fondo sé que no debería.

He intentado explicarme por qué sigo aquí, aferrada a lo imposible. Tal vez porque olvidar sería aceptar que nunca volverás. Tal vez porque renunciar sería traicionar lo que sentí. O tal vez, simplemente, porque amar de esta forma es lo único que aún me recuerda que estoy viva.

No quiero pretender que alguien más pueda ocupar tu lugar. No quiero desnudarme frente a otra mirada que no sepa leer mis cicatrices. No quiero besar a nadie más y tener que cerrar los ojos para imaginar que eres tú. Me niego a esa mentira, aunque me cueste quedarme sola.

Me consuela pensar que, en algún rincón de tu memoria, todavía existo. Que aunque camines de la mano de otra, aunque sonrías en otro pecho, hay un instante, por mínimo que sea, en el que mi nombre aún resuena. Tal vez es ingenuo de mi parte, pero esa esperanza me mantiene en pie.

Hoy no busco que regreses. Solo quería recordarme —y recordarte— que hubo un tiempo en el que fuimos verdad. Y que esa verdad, aunque ahora se vista de ausencia, sigue siendo mía.

Con el reflejo roto,
Yo.



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En el texto hay: desamor, superacion, dolor

Editado: 05.09.2025

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