Al Desnudo

Carta 10

Querido tú,

Después de la tormenta de ayer, hoy amanecí en calma. La rabia me dejó exhausta, como si hubiera ardido por dentro toda la noche y al fin quedaran solo cenizas tibias. Es curioso: incluso en mi enojo, eras tú el centro de todo. Como si no existiera una emoción que no terminara llevándome de nuevo a ti.

Hoy no quiero gritarte ni reprocharte. Hoy solo quiero hablarte bajito, como lo hacía cuando te veía dormir. Hay cosas que nunca dije en voz alta porque me daba miedo que perdieran fuerza al salir de mis labios. Como aquella vez que pensé que tus manos eran el lugar más seguro del mundo. O la noche en la que me di cuenta de que, aunque no te lo dijera, ya te amaba sin remedio.

No quiero inventar un futuro sin ti, porque aún me pesa demasiado. Tampoco quiero fingir que estoy lista para que otro me toque. No lo estoy. Cada fibra de mi piel se niega, cada parte de mí grita que todavía eres tú. Pero sí empiezo a aceptar que este amor no puede quedarse en presente. Que lo único que me queda es guardarlo en estas cartas, darle un lugar donde vivir aunque ya no estés.

Hoy no hay rabia, ni súplicas, ni preguntas. Solo este silencio cargado de ternura rota. Y la certeza de que, aunque tu ausencia me desgarre, agradezco haber conocido lo que fui contigo.

Con un suspiro cansado,
Yo.



#300 en Joven Adulto
#4667 en Novela romántica

En el texto hay: desamor, superacion, dolor

Editado: 05.09.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.