Al Desnudo

Carta 12

Querido tú,

Hoy intenté imaginarte sin dolor. Cerré los ojos y dejé que tu rostro apareciera, no como herida abierta, sino como recuerdo tibio. Fue extraño: por un instante no sentí rabia ni vacío, solo la gratitud de haber compartido contigo un fragmento de vida. Sé que mañana volverá la tristeza, pero esta grieta de calma me enseñó que quizá algún día pueda recordarte sin sangrar.

He pensado en lo que significa soltar. Todos lo dicen como si fuera un acto inmediato, como dejar caer algo de las manos. Pero soltar un amor no es abrir los dedos, es deshacer nudos uno por uno, sabiendo que algunos quedarán para siempre. Y aunque todavía me aferro, reconozco que empiezo a desenredar la cuerda.

No quiero engañarme: aún me pesa el “no quiero desnudarme ante alguien más”, aún me ahoga el deseo de que fueras eterno. Pero dentro de mí algo empieza a cambiar, como una semilla oculta que insiste en crecer incluso en tierra quemada. Quizás la vida es eso: aprender a florecer sobre ruinas.

Hoy no te escribo para pedirte que vuelvas, ni para reprocharte la partida. Te escribo porque sigo aprendiendo a respirar sin ti, y estas cartas son el aire que me falta. No sé cuánto tardaré en soltar del todo, pero quiero creer que el día llegará.

Con una esperanza temblorosa,
Yo.



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En el texto hay: desamor, superacion, dolor

Editado: 05.09.2025

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