Al Desnudo

Carta 26

Querido tú,

Hoy me senté frente al espejo y, por primera vez en mucho tiempo, no busqué tus sombras en mis ojos. No intenté descifrar si aún me quedaban rastros de ti en mi piel. Me miré como quien observa a una desconocida que, poco a poco, está aprendiendo a ser su propia casa.

Me di cuenta de que durante años me habité con descuido, esperando que alguien más viniera a completar las habitaciones vacías. Me dejé a medias, como una carta sin firmar. Y ahora, en este silencio, comprendo que soy yo quien debe escribirme entera, con mi propia tinta.

He empezado a preguntarme cosas simples ¿qué me gusta desayunar cuando no tengo que agradar a nadie? ¿Qué canciones me estremecen cuando no imagino tu rostro detrás de ellas? ¿Qué sueños me pertenecen, incluso si nadie los celebra conmigo? Las respuestas llegan despacio, pero cada una es una semilla que planto en mi interior.

Sé que aún me falta mucho por aprender. A veces tropiezo con la nostalgia, a veces el vacío vuelve a golpear fuerte. Pero estoy aprendiendo a sostenerme con paciencia, a no huir de mis fragilidades. Me descubro capaz de darme ternura, de ser mi propia compañía sin sentirme incompleta.

Hoy entiendo que el amor más necesario no es el que se entrega hacia afuera, sino el que me sostiene desde adentro. Y ese, al fin, empieza a florecer.

Con fe en mí,
Yo.



#563 en Joven Adulto
#5799 en Novela romántica

En el texto hay: desamor, superacion, dolor

Editado: 03.10.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.