Esta persona me observa día a día, con desdén y desprecio. Esta persona es la única que parece conocerme, una sombra de lo que soy. Esta persona que crece junto a mi cada día, no le interesa nada, me inspecciona de pies a cabeza y encuentra defectos a cada rincón. Me encuentro ante a ella, desnuda aunque mi cuerpo este cubierto, ella no lo necesita, puesto que me conoce perfectamente. Esa persona del espejo, observa la basura que tiene frente a sí misma, cada rincón de ella le causa repugnancia, desprecio, no vale la pena, no provoca nada más que repudio.
Esa persona del espejo me observa y yo a ella. No hay pretextos entre nosotras, ella conoce mis pensamientos y yo conozco los suyos; los sufrimientos y miedos que me acompañan, están ahí, volando y levitando alrededor de nosotras.
Mi temor a ser rechazada.
Mi temor a fracasar.
Mi temor a la vergüenza.
Mi temor a no ser amada.
Mi temor a las ilusiones.
La persona del espejo me habla, dice que le doy asco, que soy una fracasada, me recuerda los amores fallidos y los proyectos perdidos. El tiempo que pasa muy lentamente y que a cada segundo me consume en aquella absoluta oscuridad de desespero.
Lo que ella quiere es que vaya hacia mí misma, hacia esa persona quien en realidad soy.
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Editado: 24.10.2020