Capítulo 1 "Mi oscura prisión"

Otro día en el que mi condena parece volverse infinita.

Mi vida, si es que estoy viva, es una completa monotonía, la vaga y absurda existencia de mi ser, que me agoniza todos los días tras observar que el mundo de verdad esta tan cerca y a la vez tan lejos, que está lleno de nuevas cosas que ver, oír y sentir, las cuales, jamás podré experimentar. 

Encerrada en una prisión a la que debo llamar hogar veo, a través del espejo, como los humanos disfrutan del hermoso placer que es la libertad. Y yo, al igual que otros pocos, estoy condenada a ver y ser muchas cosas, incluso sin desearlo.

Mi nombre es Trece, soy una ilusión, un pequeño destello de luz sin forma que vaga por el infinito vacío que es el espejo, dimensión paralela que los seres humanos desconocen, y que me mantiene presa para seguir siendo una esclava de mi misma.

Mi trabajo es ser el reflejo de las jóvenes adolescentes hasta que cumplen 20 años y se convierten en adultas jóvenes.    

Nuestra dimensión está regida por las tres ilusiones mayores, estas fueron las primeras en surgir y las que mantienen el orden desde entonces. Ellas son las guardianas del salón encantado, en el cual, se encuentra el único portal que permite la entrada y salida de esta fría prisión.

La leyenda cuenta que eran cuatro las ilusiones que reinaban en esta dimensión, pero la cuarta era demasiado rebelde, quería conocer el mundo exterior, así que creo un portal dimensional que llevaba a un salón lleno de espejos en el mundo real.

Se cuenta que se introdujo en un cuerpo de cera y comenzó a vivir en el mundo de los vivos, tras su experiencia los humanos descubrieron el portal y lo cruzaron hacia nuestra dimensión, pero al llegar al otro lado se extinguieron.

Para evitar que más seres supieran de nuestra existencia las tres ilusiones mayores desintegraron a su hermana, quemaron su cuerpo y borraron los recuerdos de la mente de los humanos que la habían conocido. Desde entonces buscan una forma de sellar el portal, pero aun no la han descubierto, así que construyeron el salón encantado para ocultarlo y crearon la regla de jamás salir del espejo.

Después de eso, tres ilusiones nuevas se forman a partir de una súper luna que surge sin falta cada siete años, su luz al ser más intensa atraviesa todos los espejos creando así tres destellos nuevos.  Como dije soy el número trece y tengo unos cuantos siglos de edad.

Durante toda mi existencia he sido el reflejo de miles de chicas, pero siempre quise ser más que eso, todos los días mientras trabajo sueño con ser real, con tener amigas y salir de fiesta, con tener un novio y padres que me quieran, estudiar, en fin, tener una vida real, sentir por mí misma y experimentar todo lo que los seres humanos viven.

Por supuesto es un secreto, del cual solo Catorce es consiente, él es lo más parecido que tengo a un amigo en este lugar, a pesar de que conoce mis sueños y mis planes nunca se ha distanciado de mí y ni siquiera se le ha pasado por la mente delatarme, siempre pude confiar en él.

Claro que tenía que aguantar sus sermones para tratar de convencerme de que el espejo era mi hogar

- Por favor Trece, sigues con esa idea de querer abandonar este lugar, no lo puedo creer –

- No desistiré nunca, esto no es vida, y yo quiero estar viva –

- Desintegrada es lo que estarás si sigues con esa actitud, no puedo creer que conociendo la historia de lo que le paso a cuatro sigas insistiendo en lo mismo-

- A mí no me pasara eso, llevo siglos planeándolo, todo saldrá bien, ellos jamás me encontraran – dije completamente convencida.

Catorce era muy bueno, un amigo genial y sé que solo se preocupaba por mí, pero a veces sentía como que era igual que todos los demás, solo me quería mantener encerrada en esta fría y oscura prisión.

Cada noche miro el salón encantado, una y otra vez lo estudio de un lado a otro y ya lo tenía prácticamente todo cronometrado, estaba decidida a abandonar todo y arriesgarme por una vida mejor.