Alcanzando Mi Sueño

Capítulo 3

Capítulo 3

Al tomar mi celular tenía dos mensajes de texto. Uno de mi hermano y otro de Karla. Sin dudarlo abrí primero el de mi amiga.

Karla: ¡Por fin, ya mañana vuelvo!

Jacob: ¡Ya era hora! ¡Ya pensaba que te pasarías todo el verano por allá! ¡Me tenías abandonado!

Karla: Jaja, perdona, es que no he tenido buena recepción. Me frustré y dejé el celular abandonado.

JacobYa, y ¿A qué hora llegas?

Karla: Bueno, mi padre me dice que saldremos temprano, así que calculo que para medio día ya estaré en la capital. ¿Sale noche de pizza para ponernos al día?

Jacob: A las 6:00 p.m. en mi casa. ¿Borde de queso?

Karla: Siempre ;)

Al terminar mi conversación con Karla me anime a leer el mensaje de mi hermano. Pero al poner mis ojos en él, inmediatamente me entro el mal humor. No me sorprendía. Una vez más mi hermano vendría tarde a recogerme.

Siempre era lo mismo.

Los viernes mi madre no podía pasar por mí por lo que enviaba a Josué a buscarme ya que él tenía un carro porque estaba en la universidad. Pero como siempre este llegaba tarde por un motivo diferente. Era viernes por la noche y acababa de salir de mis ensayos de danza. Me sentía exhausto y con hambre. Conociendo a mi hermano esos quince minutos podían volverse media hora así que tome haciendo en un mueble que estaba ubicado en la entrada del edificio. Estaban ahí para formar una especie de área de espera. Este edificio que quedaba al lado de la iglesia, así que este era el espacio era que utilizábamos para ensayos, reuniones, y talleres.

La mayoría de las niñas de mi grupo de danza se habían marchado y las chicas grandes que quedaban se habían puesto a hablar con los del coro que recién terminaban de ensayar también. La mayoría de los que tocaban los instrumentos en el coro eran chicos por lo que no era de extrañarse que siendo las de danza, en su mayoría chicas pues siempre andaban tras los chicos del coro.

Sin ganas de nada por lo cansado que estaba, tomé mi iPod y me puse los audífonos. Inmediatamente Your Guardian Angel de The Red Jumpsuit Apparatus empezó a sonar y cerré los ojos. Cerrar los ojos mientras escuchaba siempre me ayudaba a escapar. Hacía que el tiempo corriera más rápido. Y me dejaba sumergirme en las canciones, dejando que estas se me entraran en la piel y me reconfortaran de alguna manera.

Yo no sería nada sin la música.

No sé por qué nunca me anime a aprender a tocar algún instrumento. Estaba seguro de que, si le preguntaba a cualquiera de los chicos del coro y ellos me ensañaban, pero nunca me había animado.

Un ligero golpe en mi pierna me hizo abrir los ojos de repente.

—¿Por qué tan solo? —Me pregunto Daniel tan pronto me saque uno de los audífonos.

El llevaba su guitarra al hombro y me pregunte si había sido una señal. Normalmente no hablo mucho con los chicos del coro por lo que el hecho de que él estuviera tomando asiento junto a mí en este preciso momento no era lo normal, pero al mirar a mi alrededor pude darme cuenta que a excepción por una de las señoras que se encargan de cerrar el lugar y organizar, éramos los únicos que quedábamos.

—Espero a mi hermano que ya debe estar por recogerme. —Le respondí mientras me acomodaba para que él pudiera tener más espacio en el pequeño mueble.

—Ah, así estoy yo. Estoy esperando a que llegue mi padre.

—Espero que tu padre no sea como mi hermano, que siempre llega entre quince y media hora tarde cada vez que tiene que buscarme.

Daniel rio por lo bajo.

—Siempre que quieras te podemos llevar, hace unos días note que no vivíamos tan lejos.

—¿Ah sí? —Le pregunte sin entender bien qué estaba pasando en ese momento. No estaba acostumbrado a que me hiciera conversación, pero tenía que admitir que su presencia no me desagradaba.

—Si. Sabes que mi madre vende flan, así que parece que la tuya le compró uno, y se lo llevamos a la casa.

—Oh, con que fue tu madre. Ahora todo tiene sentido, sabía que mi madre no le salen tan buenos. —Daniel se rio un poco con mi comentario.

Recordando el flan que había estado en la nevera la semana pasada se me hizo agua la boca y mi estomago empezó a reclamarme.

—Le avisaré a mi madre para que apunte otro más para ustedes la próxima vez que haga flan.

—Si, por favor.

Quería seguir la conversación, pero no se me ocurrió más nada que aportar y en eso la bocina de un carro llamo nuestra atención. Al asomarnos por la ventana pudimos ver al padre de Daniel esperándolo afuera. Tome mi celular para mirar la hora. Ya habían pasado media hora desde el mensaje de mi hermano Josué que me decía que iba a pasar por mí en quince.

Carlos tomo su guitarra y miro del carro de su padre hacía mi dudando.

—No te preocupes, mi hermano ya debe estar por llegar. —Le dije tratando de restarle importancia.

—¿Seguro? Mira que no es problema, te podemos llevar.

—No sé, no quiero molestar —La verdad es que la idea era bastante tentadora y mi estomago no me pedía a gritos llegar a casa y comer algo.

—A ver, ¿Cuánto hace que tu hermano te dijo que venía por ti? Cóbratelas así, hazle dar el viaje en valde.

Sus palabras me hicieron decidirme así que, sin detenerme a pensarlo más asentí con una sonrisa cómplice y comencé a caminar con Carlos en dirección al carro de su padre quien no nos estaba prestando mucha atención al estar hablando por el celular. Se limitó a saludarnos con un gesto de manos que más que un saludo, era una indicación que debíamos guardar silencio. 

La verdad es que nunca había convivido con Carlos en general, así que menos con su familia. Algo curioso porque nuestras madres son amigas desde siempre. Por lo que estar en el carro de su papa con él era algo un poco surreal.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.