Alessandro

Capítulo 3

La frustración estaba volviéndolo loco; llevaba casi un mes jugando a Caperucita Roja y el lobo con la florecilla. Cada vez que lograba acercarse a Fiorella, esta salía huyendo; era como si temiera ser devorada por sus colmillos.

Maldita fuera su suerte; antes de acorralar a la escurridiza Caperucita Roja, necesitaba cerrar de una vez por todas su historia con Julieta. Su dulce esposa resultó ser la peor de las serpientes; durante años estuvo jugando a la esposa amorosa y devota, cuando la realidad era que no lo amaba.
A la despreciable mujer solo le interesaba el dinero, cuando descubrió que era él quien tenía el poder dentro de la familia Vanetto, dejó de lado a Tiziano; sin embargo, las cosas no salieron del todo como ella esperaba, una vez casados, Alessandro decidió entregarle el liderazgo de la familia a su hermano, decisión que la enfureció. Julieta anhelaba ser la jefa de la familia Vanetto, esa era la principal razón por la que odiaba a Hanna. Culpaba a la prometida de su hermano de robarle su lugar.

«Soy un tonto»; no pensaba volver a cometer el mismo error dos veces; con un matrimonio fallido era suficiente para él; las puertas del amor estaban selladas en su vida; no volvería a dejar que el brillo de una mujer lo cegara.

―Alessandro, ¿me estás escuchando? ―Tiziano podía ver que su atención no estaba del todo centrada en él.

―Sí —mintió, la verdad era que solo había estado escuchando a medias.

―Pues a mí me parece que tu cabeza está en otro lugar, ¿te preocupa algo? Si es por Julieta, ya te dije que yo puedo encargarme de ella. ―Odiaba la idea de que su hermano se manchara las manos con la sangre de la madre de sus hijos.

―Estoy bien, esto es algo que debo terminar con mis propias manos.

—Hermano, si cruzas la línea no habrá marcha atrás.

—Lo sé.

Al verlo tan decidido, Tiziano suspiró, solo esperaba que en el futuro no se arrepintiera de la decisión que había tomado.

―Leandro, pídele a Sergei que se prepare, saldremos en quince minutos ―atraparía a su exmujer antes de que ingresara a Sicilia. El final de Julieta estaba cerca.

―Hermano, realmente lamento que las cosas terminaran de esta manera ―Tiziano se arrepentía de no haber sido sincero con Alessandro. El único culpable de todo era él; si no hubiera invitado a Julieta a pasar una temporada con su familia, el camino de su hermano y el de ella nunca se hubieran cruzado.

―Ya te dije que no tienes por qué sentirte culpable, fui yo quien decidió convertirla en mi esposa; además, de nada sirven ya los arrepentimientos, el pasado no se puede cambiar, solo nos queda afrontar el presente, y esperar que el futuro no termine siendo una mierda.

―Alessandro…

―Detente, Tiziano, yo elegí un camino y ahora tengo que corregir mi error ―se puso en pie, dando por terminada la conversación.

―Está bien, solo recuerda que no estás solo.

―Lo sé, he recuperado a mi hermano menor.

―Nunca lo has perdido. ―Los labios de Tiziano se curvaron con una sonrisa melancólica.

―Hermano, suelta de una vez el pasado, es lo mejor para todos.

Cuando salió del despacho, se dirigió al jardín; necesitaba un momento a solas para aclarar su mente.

―Soy una cobarde, no lo soy… ―Fiorella estaba tan concentrada arrancando los pétalos de la rosa que no escuchó que alguien se acercaba.

Desde que Alessandro apareció en su vida, no había ni un solo momento en que estuviera en paz. El hecho de tener que mantenerse alejada de él la estaba desgastando física y mentalmente.

―Soy cobarde.

―Sí que lo eres ―susurró Alessandro con una sonrisa.

Fiorella se sobresaltó; ser pillada por Alessandro no había estado entre sus planes.

―¡Auch! ―se quejó cuando su dedo fue atravesado por una de las espinas de la rosa.

―Veo que, además de cobarde, también eres torpe.

―Me acabas de insultar ―lo miró con los ojos abiertos.

―Para nada ―sin pedirle permiso, agarró su mano y la revisó―, tu dedo está sangrando.

Fiorella se mantuvo en silencio; su corazón estaba latiendo tan fuerte que le costaba respirar. ¿Qué demonios le estaba sucediendo? ¿Por qué Alessandro Vanetto la afectaba tanto?

Al ver que permanecía en silencio, Alessandro llevó su dedo lastimado a su boca y lo chupó.

―¿Qué-qué crees que estás haciendo? ―Se liberó de su agarre y dio un paso atrás.

―Sanarte.

―E-eres un pervertido ―soltó antes de salir huyendo. Necesitaba mantenerse alejada de Alessandro; ese hombre representaba un peligro para ella.

―Corre todo lo que quieras, florecilla, al final te tendré en mis manos.

********

Al percatarse del auto que estaba bloqueando la carretera, Julieta lanzó una sonora maldición; se preguntaba quién era el imbécil que se atrevía a obstaculizar su camino. Sin dudarlo, detuvo su auto y se bajó. Así tuviera que usar sus propias manos, quitaría el obstáculo de su camino.




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