Alevosía del Poder

Capítulo 4

Capítulo 4
 

Gabriel se alejó de Charlie, aún tenía cosas por contarle, y su hija lo sabía. La abrazó por los hombros y tomaron asiento en la sala, mientras los tres Morin entraban a la cocina.

—Estoy al tanto de lo que Olivier y Alexis te dijeron —miró a Charlie— Y lamento decir que todo es verdad.

Ella no respondió, esperando que continuara.

—Lo último que quería era traerte a este lugar, pero no tuve opción y sé que puedes entenderme —agarró aire— Esta persona quiere deshacerse del consejo, lo sabemos, y siento mucho no haberte dicho esto antes, pero yo soy parte de ese grupo también.

Charlie agarró aire, sus oídos zumbaron por unos segundos, ¿Qué clase de persona regresaba al lugar donde eran la mira de un asesino? Su padre era un completo idiota, la ira fluyó en ella con violencia.

—Eres un estúpido —siseó poniéndose de pie.

—Lo es —Jacob confirmó desde la cocina, sonreía abiertamente, sorprendiendo a Charlie.

—Lo siento, cariño —la expresión de Gabriel derrochaba tristeza— Tu madre también lo fue, y al irme, simplemente no pude abandonar los asuntos que conciernen al lugar donde nací, no me arrepiento de hacerlo, te lo confieso, mi único arrepentimiento es no habértelo dicho antes de que todo esto pasara.

Ella seguía obligándose a no responder, fulminó con la mirada a su padre y salió de la sala hacia las escaleras, el portazo que dio al llegar a su habitación hizo que Jacob suspirara.

—Te dije que se molestaría, es obvio —negó con la cabeza mientras sacaba las cajas de sushi— Se le pasará, lo importante es que ella sabe ahora lo que realmente sucede aquí, así podrá comportarse.

Alexis alzó los ojos al cielo, ofendido, lo que faltaba, «el Sargento» dando consejos de paternidad, asqueado se puso de pie, dio una mirada a su hermano que parecía una versión no tan diminuta del sheriff y se encaminó a las escaleras, siguiendo a Charlie.

Gabriel siguió con la mirada al hijo menor de su amigo, notando su malestar.

—Creo que mi hija tiene mucho en común con Alexis —mencionó.

Pero Jacob, quien no pareció contento con la comparación, hizo un ademán con su mano hacia su hijo mayor.

—Ve por ambos —ordenó— Aún no hemos terminado de hablar.

Olivier asintió como soldado, obedeciendo de inmediato. Gabriel frunció el ceño, y se cruzó de brazos, esperando.

—Si hiciste que tu hijo se marchara, debe ser algo bueno —sonrió— ¿Qué sucede?

Jacob tenía una expresión severa, una mezcla de asco y vergüenza, encaró a Gabriel a los segundos, dejando salir todo de golpe.

—Alexis es… «diferente» —confesó con incomodidad— No se comporta como un chico normal debería, es vergonzoso.

Gabriel alzó una ceja.

— ¿Vergonzoso? —preguntó.

Jacob lucía genuinamente asustado.

—He visto cosas que tiene en su habitación… —se cruzó de brazos, asqueado— Tuvo una pelea con un chico de su grupo hace unas semanas, Olivier tuvo que interferir para separarlos.

— ¿Qué fue lo que causó esa pelea?

—El chico que comenzó con todo, acusó a Alexis de ser… —talló su sien, derrotado.

Gabriel le dio una palmada a la mesa.

— ¿Qué tan difícil puede ser para ti, admitir que tu hijo es gay? —su pregunta hizo que Jacob se pusiera de pie, ofendido.

— ¿Cómo puedes decirlo con esa facilidad? —estaba tan alterado que incluso su pose firme había desaparecido, lucía derrotado.

—Porque lo es—aclaró— ¿Qué clase de educación tuviste? ¿Acaso crees que la preferencia de tu hijo cambiará la persona que es?

Jacob quedó mudo. Gabriel negó con la cabeza, no podía creerlo.

—Me cuesta reconocerte —su confesión salió con tristeza— Y siento pena por Alexis, no merece tener de padre a una persona que mantiene su cabeza tan cerrada, que no se da cuenta del gran hijo que tiene.

Jacob continuó sin decir una palabra, y no lo hizo hasta que los chicos regresaron.

*

Dentro de la que había sido su habitación —muchos años atrás— Charlie se dejó caer en la cama, enfurecida. Aunque el miedo era el sentimiento dominante, como siempre era con ella, ocultaba su preocupación estando enojada. Pero ahora entendía, y el hacerlo sólo habría paso a aceptar una realidad que no era alentadora. Estaban en un pueblo donde un asesino buscaba eliminar al consejo del condado. Agarró aire evitando las lágrimas.

Se concentró en observar los detalles de esas cuatro paredes, era el cuarto de un bebé, a excepción de la cama que se notaba acababan de poner, las ilustraciones de pequeños animales de granja, princesas y los tonos pastel le revolvieron el estómago. Sabía que su madre la había amado, la quiso hasta su último día, solo estar en ese lugar lo confirmaba.

— ¿Charlie? —la voz de Alexis la hizo tallar sus ojos.

El chico entró a la habitación ya que la puerta no tenía seguro, sonrió mientras se acercaba a la cama.




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