Capítulo 5
Para las tres de la tarde, Gabriel y Jacob tomaban una taza de té en la sala de la casa Crane, sus hijos en sus respectivas habitaciones, y al fin podían disfrutar de un poco de calma, el día aún no terminaba, pero no harían movimientos hasta la mañana siguiente.
—Voy a dejar nuestro tema para otro momento —Gabriel fue directo— Tristemente, tenemos algo que es más urgente que el hecho del horrible padre que estás siendo con tus hijos.
Jacob frunció el ceño, ofendido.
—No hay nada de malo con Olivier —defendió— Ese muchacho es mi orgullo.
Gabriel negó con la cabeza.
—Eres tan idiota que no quieres ver en lo que lo estas convirtiendo —suspiró— Pero no comenzaré a discutir, no hoy, debemos hablar sobre Martha.
—Sé lo que piensas —susurró bebiendo un sorbo de té— Y en otro momento pensaría que no es posible, pero ahora…
—Ella es la siguiente —Gabriel tragó el nudo en su garganta.
— ¿Cómo decirle? La pobre entrará en pánico —el sheriff lucía preocupado.
—No le diremos, envía una patrulla a primera hora mañana para que mantengan vigilada su casa —pidió— Ella ya nos dejó claro que no saldrá de ahí.
Un silencio de unos segundos los dejó pensativos, una cosa era corroborar las teorías que ambos tenían, otra, muy diferente, era que cada una de ellas se cumpliera, era aterrador, hablar sobre las corazonadas que inevitablemente se volvían realidad al día siguiente lograba dejarles un vacío en el pecho que no se iba.
—Iremos a verla mañana después del desayuno —Jacob dejó la taza en la mesa de centro— Charlotte ya aceptó seguir las reglas, mis hijos la protegerán, no te preocupes por eso. Y en cuanto a Noah, no volverán a dejar que entre a la casa, te lo aseguro.
Eso tranquilizó a Gabriel, y aunque quería volver al tema de paternidad que su amigo tenía, quería descansar unas horas antes de la cena. Se puso de pie, haciendo ademanes para que Jacob se despidiera.
—Volveré a la hora de la cena —aclaró el sheriff caminando a la salida.
—Duerme un poco, Morin.
Jacob lo observó un segundo antes de salir de la casa y cerrar la puerta.
*
Olivier entró a su habitación después de darse una ducha, estaba exhausto, se sentía humillado, había pasado de segunda mano de su padre, al niñero de alguien que evidentemente no quería ni necesitaba de su protección. Se sabía la historia gracias al informe que su padre acababa de darle, la hija del oficial Crane al igual que ellos había sido entrenada apropiadamente en el uso de armas y defensa propia, ¿por qué «con un demonio» debía desperdiciar su tiempo en algo tan estúpido?
Tenía la ligera esperanza de que las cosas cambiaran cuando se conocieran, que su padre y el oficial Crane se dieran cuenta de la ridícula petición, si las sospechas que tenían eran correctas, John no era el único que tenía una razón para ser asesinado. Quería ayudar de la manera que sabía, involucrando sus habilidades, su mente y su entrenamiento para resolver esa situación antes de que otro cuerpo se sumara a la morgue.
Se recostó en la cama, odiándose por sonar tan insensible, John no solo había sido amigo de su padre, también suyo e incluso de Alexis, siempre estuvo para ellos cuando fueron niños, cuando ambos se graduaron de la universidad, cuando la mujer que juraba era su madre los abandonó. Con amargura recordó la fotografía que colgaba frente a la sala de estar, era una fiesta, en ella salían sus padres junto a John y su esposa, él y Alexis tenían menos de cuatro años y eran cargados por los Bouchard's mientras sonreían, ese día se habían convertido en sus padrinos.
*
Jacob estaba recostado en el suelo de su habitación, una costumbre que tenía desde niño cuando algo lo preocupaba, su mirada clavada en el techo estaba perdida, las palabras de su amigo resonaban en su cabeza, ¿estaba siendo un mal padre? Hasta ahora pensaba que sí, al menos con su hijo menor, seguía sin comprender qué había hecho mal, ¿cuál fue su error con Alexis? ¿Se debía a que su madre ya no estaba presente? ¿Debía recurrir a un especialista que lograra regresar a su hijo a la normalidad? Siempre tuvo la misión de educarlos correctamente, a ser hombres fuertes, orgullosos de su familia y de su país, a respetar las leyes, ser un ejemplo para la comunidad.
Cerró los ojos, derrotado. No sabía qué hacer, se negaba a creer que su hijo fuera un… maldijo el recuerdo que asaltó su cabeza, cuando escuchó a un grupo de personas mencionar el nombre de su hijo y la palabra «marica» por primera vez mientras salía de una cafetería. Ese momento hizo que su rostro hirviera de rabia hacia la blasfemia que escuchaba. Él no había criado a ningún amanerado, su hijo era un hombre hecho y derecho.
Había llegado a su casa ese día con la intención de enfrentar a Alexis, pero no lo encontró en su habitación, lo que sí vio fue la pantalla de la laptop que estaba sobre la cama, sus ojos se clavaron en las imágenes explícitas y asquerosas, sintió náuseas y salió corriendo hacia el baño, la sensación quemó dentro de su cuerpo, no podía creerlo, se negó en concebir esa atrocidad, lo negó mil veces y lo siguió haciendo hasta que se enteró de la pelea que ocurrió en la universidad.