Alicia (spin off saga cliché love)

5.

Capitulo cinco

“—Por favor, déjame. No quiero hacer esto.

La bofetada que siguió a su pedido lastimero le había dolido, pero no tanto como las otras palizas que se había visto obligada a soportar. Él no entendía, nunca lo hacía y parecía ser que disfrutaba de desahogarse con ella.

—Aléjate —rogaba ella mientras él hacía oídos sordos a sus gimoteos de dolor. Siempre se lo decía; que no era nada, que ahora le pertenecía a él y que haría lo que se le viniera en gana con ella. Nunca escuchó o respetó lo que Alicia le decía.

Disfrutaba con su dolor.

¿Qué clase de persona que juraba amarte te provocaba ese dolor? Él era malo, un maldito demonio disfrazado de ángel.”

Respira maldita sea. Era tan fácil como decirle a tus pulmones que ingresen el aire y que luego lo expulsen. Alicia estaba furiosa consigo misma y las estúpidas reacciones de su cerebro ante el miedo de sentirse otra vez en desventaja.

—Lo lamento —y ella podía notar que así era. Sergio se veía terriblemente apenado.

—Quiero que te marches —volvió a pedir con voz temblorosa.

—Lo sé. ¿Estas mejor ahora? —preguntó él cuando la vio respirar con más normalidad. Sus piernas aun temblaban y sentía que en cualquier momento terminarían por fallarle.

Sergio se marchó después de que se despidiera de Dolores y de Lisa que miraban toda la escena con ojos iluminados. Al menos ellas no habían notado su crisis de pánico.

Los recuerdos llegaron sin que ella los pudiese evitar. ¿Cuántas veces le había dicho a él que se alejara? Tantas que ya no quería recordar.

Al sentirse vulnerable por la presencia avasallante de Sergio, y que este fuese inmune a sus rechazos, provocó que se sintiera inestable y trajo a colación los recuerdos del maltrato que sufrió en el pasado por parte de ese hombre que juró ante Dios y todos sus santos que la amaría, la respetaría y la protegería siempre.

Ella se había prometido a si misma que jamás dejaría que alguien la hiciese sentir de esa manera de nuevo.

Ingresó nuevamente al interior del salón de belleza y se obligó a sonreir para su amiga y la pequeña Lisa. Ellas no tenían porque saber sobre las desgracias de su vida. Unas que ella misma se buscó al encapricharse con un hombre que le doblaba la edad y que únicamente pensó en sacarle provecho.

Alicia le había contado una versión, muy resumida y suave, de su vida a Dolores y a Bibi y porqué ella no dejaba pasar ningún desliz al sexo masculino. En el pasado lo hizo, y eso provocó que su ex esposo se volviera un verdugo con ella.

—Vaya —silbó Dolores. —¿Dónde tenías guardado a ese amigo de la infancia? Es muy guapo.

Lisa la miró con los ojos bien abiertos, con una expresión de pánico. Esta era la oportunidad de Alicia de confesarle a su amiga el cómo y porqué Sergio Lovenksco había regresado a su vida.

—Lo encontré hace un par de semanas —contestó en su lugar y con un tono plano. La mirada atormentada del rubio se negaba a abandonar sus turbulentos pensamientos. —No fue un encuentro amistoso, pero él parece pensar lo contrario… o lo hacía.

Dolores dejó escapar una risilla llena de júbilo. Todo el drama por su vestido olvidado.

—¡Caerás por un hombre menor que tú! —chilló cuando ya no pudo contenerse más. —Espero que recuerdes lo que me decías cuando comencé mi relación con Nicholas.

Alicia enarcó su ceja tatuada con microblading.

—¿Cuándo te mintió para que te convirtieras en su esposa? —chinchó. —Por lo menos Sergio se acercó con intenciones claras….

—Y gritadas a los cuatro vientos —finalizó Dolores por ella. A su amiga ya no le molestaba que le recordaran los sus inicios con su marido. Ella era tan feliz que le faltaba poco para comer perdiz. —En fin, puedes invitarlo a mi boda como tu acompañante. Seguramente a Nicholas no le importará tener un invitado más… ¡Tengo que contarle a Bibi!

Alicia la miró queriendo darle un buen sacudón. Pensó en el bebé en su vientre y se detuvo.

—Agradece que estas embarazada —murmuró, —si no, ya te hubiese dado un buen par de tortazos. Olvídate de Sergio y ni siquiera intentes hacer de celestina.

Lisa se disculpó con ambas y se separó a atender una llamada. Alicia la miró atentamente, pero su cuñada ni siquiera se inmutó.

—¿Por qué tanto secretismo?

—Nicholas quiere hacerme un obsequio y su hermana lo está ayudando —contestó Dolores con una sonrisa plasmada en su rostro. Le divertía, a un nivel insano, ver a Alicia así de desorientada respecto a un hombre. Bendita fuese su inocencia de no conocer el tortuoso pasado de su amiga. —¿Y, que dices? ¿No te gusta siquiera un poquito el señor Lovenksco?  Se ve un hombre muy bueno y simpático. Es encantador.

Alicia asintió, esa había sido la forma en la que ella había descrito a su ex esposo en el pasado. El maldito era puras risas y simpatía con los demás, mientras que a ella la hacia vivir en el mismísimo infierno.

—No me interesa —respondió sintiendo que esa era una mentira. —Me pone incomoda que sea de esa manera tan… intensa.




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