Alma Mia

CAPÍTULO IX (parte 2)

A Violeta le sorprendió lo sencillo que fue hablar con el Sacerdote... después de pedirle que fuese en secreto de confesión. Él había hecho un gesto que resultó gracioso en su estructura de guerrero; pero lo cierto es que en sus ojos se mostraba algo cálido que antes no había percibido. Eran como la ceniza, en color y esencia.

De la misma forma que ocurrió con su primer pilar cuando le entregó su completa lealtad, la presencia de Joel se sentía completamente adecuada a su lado. Era curioso si tomaba en cuenta que solo un día antes, parecían más contrincantes en un duelo a muerte de voluntades; pero así eran las cosas, una simples palabras, un poco de comprensión entre ambos, y su relación iba viento en popa; no totalmente establecida, pero en camino a, que era lo importante.

Tratando de ahorrar tiempo, y en vista de que la exorcista se negaba en rotundo a ignorar sus obligaciones banales (amigos, universidad, tarea... ¡Su vida!) él la había acompañado en su camino a la escuela para poder conversar de lo que harían a continuación. Además, dado que Luc los estaría esperando allí, al pobre no le quedó de otra más que acceder, ya que quería conversar con él para intercambiar información.

-¿Usted estudió algo?-. Cuestionó intrigada, cambiando drásticamente el giro de su conversación cuando bajaron del auto

-Tengo una Licenciatura en Antropología ¿Por qué?-. Preguntó extrañado; hasta el momento habían estado discutiendo como gracias a sus poderes entro a formar parte de la Inquisición. Aunque de manera bastante vaga, ya que eran demasiadas cosas y no gozaban de mucho tiempo

-Interesante...-. Respondió. -Le preguntaba para saber cómo justificar que está conmigo; quiero decir, mis amigos saben que no soy la persona más religiosa que existe, sería raro si ando por allí llevando a mi guía espiritual a todos lados...-. Su nariz se arrugó en una mueca infantil, luego sonrío

El Padre Joel miró a su alrededor como si por primera vez fuera realmente consciente del lugar en el que estaban. La verdad, si sería un poco extraño si no encontraban una buena excusa.

-Un posgrado, doctorado o maestría...-. La voz de Daniel los hizo girarse para encontrarlo. -Podemos decir que busca información al respecto...-. Después tomó el bolso de su hermana, más por costumbre que por caballerosidad, y luego le dio una mirada de muerte al hombre que la acompañaba. -El cuarto pilar, supongo...-. Terminó volviéndose hacia Luc

-En carne y hueso...-. Asintió la sombra viendo a la exorcista con diversión en la mirada...

-No sabía que tú también estabas aquí...-. Violeta trató de recuperar su bolso, pero le fue imposible

-Qué curioso, aquí estudio...-. El sarcasmo destilando en cada palabra

-Ja ja... No me refería a eso...-.No pudo terminar de hablar, porque sus mejillas se volvieron prisioneras de unas fuertes manos, que las estrujaban como si fuesen una pelota anti estrés. Seguramente así era.

-Se perfectamente a qué te referías bestia...-. Estaba molesto, si, un poco; con ella, no exactamente; pero igual necesitaba desahogar su ira con alguien. -Pero si crees que puedes seguir manteniendo secretos de mí, permítete recordarte que poseo las mejores fuentes de información...-. Nadie sabía que no podía ver directamente en el destino de su hermana; pero tampoco importaba mucho, cuando los Serafines igual le daban pistas interesantes, como susurrarle ciertos lugares en específico. Así había encontrado a Luc -¿Usted sabe lo que soy, no?-. Le preguntó al Sacerdote, sin dejar la tortura que infligía

Sabiendo que sus esfuerzos por quitárselo de encima serían inútiles, Violeta se volvió hacia su sombra; el maldito hizo como que no la vio, mientras contenía las carcajadas.

-Un Profeta...-. Respondió Joel, un tanto asombrado por el ímpetu con que le hablaba, a pesar de estar comportándose como un niño con su hermana... No era como los había imaginado, cómo el Concejo los había descrito...

Una sonrisa afilada se dibujó en los labios del mayor de los Cábala, mientras sus ojos resplandecían con la misma hermosura de la aurora boreal. Su poder amplificando las voces que estaban dentro de su cabeza, y encontrando las sombras que no se sometían al tiempo

-Bien...-. Asintió. -Entonces, si un día tiene un pensamiento sobre traicionarla, yo lo habré sabido antes. Así que cuando eso pase... si pasa...será mejor que se prepare, porque iré especialmente en su búsqueda para despellejarlo ¿Esta claro?

No estaba alardeando, pese a sus movimientos y a lo relajado que parecía al estar jugando con la exorcista, esas palabras no las decía sin pensarlas. Era cierto, lo haría sin dudarlo; pero eso lejos de amedrentar al Sacerdote, le inspiró respeto y admiración, a la par que confirmaba que hizo lo correcto al salvar la vida de Violeta.

El vínculo que los hermanos tenían parecía muy distinto al que le mostraron a él y a sus compañeros. Allí no había magia de ningún tipo a parte del de la más poderosa y verdadera de todas: amor.

-Me parece justo. Si...-. Respondió finalmente accediendo con los gestos suavizados por la realización...

-Bien...-. Asintió de nuevo. -En cuanto a ti...-. Dijo dirigiéndose a su hermana. -Tus amigas te están esperando en la cafetería, con la interesante novedad de que su profesor de la primera clase, tampoco vendrá hoy. -. Al ver que dejaba de luchar contra él, la soltó. -Hay que estar alertas...-. Eso prácticamente lo exigió mirando de un pilar a otro. Que el ángel no se mostrara, no era normal

Por su parte, Violeta se limitó a sobarse las mejillas realmente preocupada por David, ya que no lo había visto desde el viernes anterior. La noche que casi muere, la noche en que le vendió su alma a un demonio... ¿La habría visto? Esa pregunta le borró todo color a su piel.




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