Alma Mia

CAPÍTULO XVIII

Luego de que Joel hiciera un corte limpio en el candado, y una mariposa se introdujera en el cerrojo, el pequeño grupo logró entrar en el edificio sin mayor problema. Habían pasado ya dos semanas desde el incidente, y aunque todavía había una patrulla vigilando la calle, y cintas amarillas que se suponía restringían el paso al área, nadie hizo el menor intento por detenerlos.

Atravesar la cafetería fue relativamente sencillo. Unos cuantos rayos de luz se filtraban por las cortinas, y Daniel usó su celular como lámpara para no sufrir accidentes con el mobiliario; cuando el cuarto pilar abrió la puerta que les permitía el acceso a las escaleras, Violeta ya no pudo resistir a molestarle con ello. Era un Sacerdote con habilidades de ladrón. A cambió se ganó una reprimenda visual por parte de su hermano, y una seña para que se mantuviera en silencio.

Ella se limitó a sacarle la lengua y recordarle entre susurros que Pandora tenía los sentidos más desarrollados que los tres juntos, así que por más cayados que estuvieran, para esos momentos ya sabría que estaban allí. Dicho alegato, le recordó una idea que tenía en mente desde el día anterior; lo que esperaba poder tratar más tarde con el Padre.

Cuando finalmente llegaron a la puerta del departamento de Gabriel, todos los intentos por evadir ese dolor en su interior, se volvieron en vano ante la apabullante aura de tristeza que irradiaba en el ambiente, y que se reflejaba en su pecho como si fuese el espejo de aquel sufrimiento.

La exorcista tenía unas ganas incontenibles por entrar y abrazar a la vampiresa, consolarla y asegurarle que todo estaba bien, aun cuando ella misma sabía que no era cierto; y no es que quisiera darle palabras vacías, sino que necesitaba hacerla comprender que debía seguir adelante, porque eso era lo que el nefilim quería. Sin embargo, no estaba segura de cómo hacerlo; de hecho, solo pensarlo le atrofiaba los músculos y la convertía en muda.

Ellas no eran amigas, y saber tanto la una de la otra de forma tan indirecta, parecía una burla de mal gusto por parte del destino. Pero estaban irremediablemente unidas, y tarde o temprano tendrían que hablar al respecto.

-Creo que lo mejor será que entre solo...-. Daniel fue el primero en hablar, luego de que sus neuronas estudiaran a ritmo frenético las opciones... tan frenéticamente como los latidos de su corazón; todavía podía recordar la imagen de la vampiresa en su visión, y también en la realidad. Un contraste complicado de ansias asesinas por un lado, y sufrimientos por el otro; aunque ambos bañados en sangre

-Dijiste que Joel podía acompañarte...-. Su hermano siempre sería la prioridad ante todo y todos

-Puede quedarse conmigo, pero...

-Eso podría resultar peor dada la situación...-. Les interrumpió el Sacerdote. -Daniel ha estado con ella por un tiempo, le es familiar; y lo que ocurrió...-. Suspiró sin saber muy bien cómo expresarlo, ya que la mirada de Violeta era de pura curiosidad. -No creo que quiera ver a nadie...

La mano de la exorcista de nuevo se fue hasta su pecho, había hecho ya el mismo gesto unas cuatro veces, sin siquiera ser consciente de ello. De verdad quería verla, pero no era nadie para ayudarla.

-Es verdad, lo siento. Pero...-. Su otra mano se aferró a la del Profeta con miedo y agradecimiento a partes iguales. Era tan extraño tener los sentimientos de alguien más en sí misma, que era como estar mareada sin que el mundo girara. -Ten mucho cuidado...

-Lo mismo digo...-. Contestó él regresando el apretón antes de liberarse

Si tuviera que ser honesto, tampoco estaba muy feliz de dejarla ir y quedarse solo. Apenas el día anterior tuvo una de las peores experiencias de su vida, y la sola idea de alejarse de Violeta, aunque fueran un par de metros, le ponía en un estado de ansiedad insoportable. Era lo único que tenía, que le quedaba; pero no podía darse el lujo de sucumbir a sus miedos.

Siempre había sabido que su hermana podía cuidarse bastante bien por su cuenta, e incluso, protegerlo; lo hacía más a menudo de lo que nadie estuviese dispuesto a notar, con su orgullo arraigado y esa cara de inocente que engañaba a la mayoría. Pero como siempre, él también quería ayudar, y ahora mismo, solo podía hacerlo dándole espacio para que siguiera creciendo a su ritmo; pero sobre todo, intentando ponerse a la altura de su vínculo.

Para ser el hermano de la última descendiente del Rey Salomón, debía aprender a ser el Profeta que estaba destinado a ser; y para ello, requería de Pandora. Pero claro, estaba allí frente a su puerta por un motivo mucho más pesado que sus meras ganas de mostrar que podía ser de utilidad; aunque la idea en general todavía no atinaba a formarse adecuadamente en su mente, por lo que era imposible exteriorizarla en voz alta.

Con el pulso acelerado en una mezcla letal de miedo y valor, Daniel observó cómo Violeta se alejaba subiendo por las escaleras para llegar a la azotea, donde encontraría a David y Mika. Notaba en su sangre el rugido desesperado por mantenerse a su lado y no perderla de vista nunca más; pero cada uno tenía sus propios asuntos que arreglar, así que cuando finalmente la vio desaparecer, respiró profundamente intentando calmar sus latidos antes de avanzar.

El primer instinto que tuvo fue tocar, parecía lo más correcto y educado por hacer; sin embargo, su mano se detuvo a un centímetro de alcanzarla, al tiempo que su sentido del oído comenzaba a despertar a los susurros de los Serafines. "Ve" dijeron en el silencio de sus pensamientos, pareciendo tan distantes como afligidos.

Daniel abrió con cuidado, y entrecerró los ojos tratando de ver en la oscuridad que gobernaba en el departamento; parecía imposible a esas horas del día, pero así estaban las cosas. Avanzando a tientas para no caer, finalmente se introdujo y cerró la puerta tras de sí.

No solo era que el lugar estuviera demasiado oscuro para ser normal, también había un olor insoportable a hierro, y la temperatura debía estar por lo menos a cero grados, cuando en el exterior había al menos unos 15 por encima. Sintió que la piel se le erizaba como reacción natural a lo desconocido, y le costó cerca de medio minuto lograr que su vista se acostumbrara para poder moverse.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.