Alma Perdida

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Eran cerca de las once de la noche cuando el maestro de la última clase se dignó a dejarlos salir. Violeta cursaba el primer año de Carrera, asistía durante el turno de la tarde entrando a las seis para salir a las diez de la noche. Una hora más tarde de su horario habitual, por fin estaba libre.

Quedaban muy pocos alumnos en las instalaciones, para ser más precisos solo sus compañeros de clase; así que el estacionamiento estaba prácticamente solo, permitiéndole ver donde estaba su carro, en la última fila, ella dio un gran suspiro pensando que de vez en cuando sería bueno intentar llegar más temprano, de esa manera encontraría un lugar más cerca, pero ahora mismo solo tenía la opción de empezar a caminar. Para cuando por fin logro llegar, ya todos los demás se habían marchado, coloco su mochila en la cajuela y se puso a buscar las llaves del carro cuando su celular comenzó a timbrar.

-Hola Yaneth-. Dijo mientras sujetaba el teléfono entre su hombro y el oído, para continuar buscando las llaves

-Porque rayos estas tardando tanto!-. Grito Yaneth, aunque Violeta no entendió si el tono de voz se debía al fuerte sonido de la música, o a que estaba molesta por su retraso. -

-Si lo sé, lo siento, es solo que deje mi carro hasta el final y.... ¡¡MALDICION!!

-Qué pasa?! ... está todo bien?

-Perdí las llaves!!- Había vaciado todas las cosas de su mochila con la esperanza de poder encontrarlas, pero parecía haber sido un esfuerzo inútil.

-Con lo despistada que eres porque no me extraña...-. Comento Yaneth en un tono burlón, para luego hablar más seria. -Solo deja el carro y ven caminando.

El restaurante al que normalmente iban se encontraba justo frente a la escuela, una localización bastante conveniente para los dueños ya que nunca se les acababa la clientela... estudiantes.

-Es una buena idea, exceptuando por la parte en la que no tendría como regresar a casa

-Y Daniel?, bueno no importa, sabes que yo te puedo llevar

-Lo sé amiga pero no me agrada la idea de dejar aquí mi carro, además, tengo la impresión de saber exactamente en donde están mis llaves-. Ella puso de nuevo sus cosas en la mochila y comenzó a caminar de regreso a los salones.

-Está bien, necesitas ayuda, si quieres podemos ir?

-No tranquila, si no están donde creo me voy caminando. Los veo en quince minutos

Durante la última clase, el maestro los llevo a ver un documental en el auditorio. En el momento en que entraron, Violeta había tropezado dejando caer su mochila, en ese instante varias de sus cosas terminaron en el suelo, por lo que probablemente, también las llaves.

Durante el trayecto, ella noto como algunos de los edificios ya estaban con las luces apagadas; por suerte al que iba no, aun así, debía darse prisa pues no quería confirmar si más tarde también apagarían estas luces.

Estaba parada en la puerta, dio un gran suspiro; el hecho de pensar que ya no quedaba nadie adentro del lugar la asustaba, pero que tan difícil podía ser entrar y buscar las llaves.

Agachada por entre los bancos buscaba con especial cuidado, estaba segura que debían estar por ahí. Ella resoplo un mechón de cabello que le tapaba el rostro, como signo de resignación para sí misma, cuando unos ruidos captaron su atención. Golpes secos que provocaban eco a lo largo y ancho del vacío auditorio le dieron un hormigueo a través de su espina dorsal. Ella se detuvo durante un momento para reflexionar sobre la situación, se suponía que no había nadie; así que con los ojos tan abiertos como platos miro a su alrededor para encontrar algún indicio de lo que pasaba.

Aferrándose con fuerza a una silla para impedirse salir corriendo despavorida, y tratando de clamar su respiración tanto como le fue posible, se dio cuenta como leves susurros le llegaban a través de las paredes. Personas teniendo una discusión tal vez, debían estar en el segundo piso. Violeta sonrió nerviosa y aliviada al mismo tiempo, pensando que lo mejor era irse, por alguna razón se sintió incomoda al pensar que podían darse cuenta de su presencia, ya que probablemente habían esperado a estar solos para hablar. Ya mañana preguntaría por sus llaves. Se puso de pie, tomo sus cosas intentando no hacer ruido, y se dirigió a la puerta; de pronto, un fuerte estruendo se escuchó, como si una ventana hubiese estallado en mil fragmentos, y acto seguido el grito de una mujer. Era algo aterrador. Violeta sintió como las manos se le pusieron heladas y comenzó a correr hacia la salida, deteniéndose justo frente a la puerta.

-Que estoy pensando?!!-. Se preguntó recriminatoriamente

Algo serio estaba pasando para que la mujer gritara de tal manera; lo más sensato era ir en busca de ayuda pero....cuanto tiempo tardaría si se suponía ya no quedaba nadie, ella misma estaba segura de eso cuando entro en aquel lugar. Apretó fuertemente sus manos, tomo una gran bocanada de aire (como si el valor que le faltaba viajara junto con el oxígeno), se acomodó la mochila, y empezó a subir con prisa las escaleras.

Nada en el mundo la hubiera preparado para la imagen que tenía ante sus ojos, en qué momento había abandonado la realidad para comenzar a soñar, porque lo que ella veía no podía ser otra cosa más que un sueño. Un joven de profundos y centellantes ojos azules estaba parado frente a ella; llevaba extrañas ropas grises con manchas rojas cubriendo su cuerpo (manchas de sangre); pero su rasgo verdaderamente sorprendente, aquel que se burlaba de ella gritándole que todo era parte de su loca imaginación, eran un enorme par de alas en su espalda, las cuales parecían estar bastante lastimadas. Tenía sus manos apoyadas en las rodillas, temblando intentaba mantenerse en pie, era claro que le costaba hacerlo, y su respiración estaba bastante agitada. Violeta intento llamarlo, pero no podía gesticular palabra alguna, estaba demasiado sorprendida, aquello era real?... un ángel?!....




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