Alma Perdida

CAPÍTULO XII

Violeta salió con sus amigos del salón, los acompaño a la puerta y después se dirigió al edificio donde creyó podía encontrar a Leo. Durante el camino, iba tan concentrada formulando un argumento lo suficientemente bueno como para convencerlo de contarle todo, que ni siquiera se dio cuenta que alguien la llamaba, hasta que la sostuvieron del brazo para poder detenerla, se trataba del mismo Leo.

      -Hola, porque no vienes conmigo?!-. Le dijo Leo quitándole la mochila para ayudarla

     Ambos comenzaron a caminar dirigiéndose al edificio donde estaba la oficina de David, una vez que llegaron, El comenzó a subir las escaleras, pero ella se detuvo.

      -Tranquila-. Leo esbozó una sonrisa ya que sabía exactamente lo que pasaba. –David se fue unos minutos antes de que te encontrara, solo usaremos la oficina para que nadie nos interrumpa- Al entrar en la oficina, Leo rápidamente acomodo una silla para que Violeta se sentara.

      -Que son ustedes?!-.Pregunto ella de manera seria y directa.

      -Tu sí que no te andas con rodeos-. Leo se sorprendió un poco por la forma tan directa en la que lo cuestiono, pero también le causo gracia.

      -Si me trajiste hasta aquí, supongo que es porque vamos a hablar de lo que ocurrió ayer-. Aunque pensó mucho respecto a cómo hacer las preguntas de manera correcta, estando frente a él lo olvido todo, además, no tenía tiempo de grandes discursos, quería averiguar tanto como le fuera posible.

      -Somos una clase de ángeles-. El miro a Violeta unos segundos esperando su reacción. –No pareces sorprendida.

      -Lo supuse, no conozco a muchas criaturas que tengan alas

      -Te sorprenderías-. Él se encogió de hombros. –O quizás después de lo que paso ayer, será difícil lograr ese efecto en ti.

      -A que te refieres con “una clase”-. Leo tenía razón, ella sentía que después de lo que había visto los últimos meses, pero especialmente el día anterior, enterarse de que las criaturas que pensó solo existían en sueños o pesadillas eran reales, no era algo para sorprenderse, y aunque si sentía una gran curiosidad al respecto, de momento estaba más interesada en la criatura que tenía frente a ella.

      -Digamos que es un ochenta por ciento de verdad

      -Y cuál es el otro veinte-. Pregunto ella extrañada

      -Es complicado-. Leo se puso de pie y camino hasta estar frente a ella,  para después sentarse en la silla que tenía en un lado. –La realidad Violeta, es que no soy el más indicado para contarte lo que ocurre.

      -Entonces porque me trajiste aquí!

      -Tú sabes que te aprecio-. El la tomo de las manos. –En verdad lo hago, pero hay cosas que no podemos pasar por alto

      -Qué clase de cosas?-. Ella movió sus manos, y se recargo en el respaldo de la silla intentando alejarse de el sin ser muy obvia.

      -Mi hermano por ejemplo

      -Que ocurre con David

      -Bueno… no podemos negar que ocurre algo entre ustedes dos, y que él es el más indicado para decirte todo.

      Leo tenía razón, algo pasaba entre ellos, y tal vez era por eso que ella se sentía tan enojada, al ver que  no le tenía la confianza para decirle que era lo que pasaba, aunque por otro lado, era posible que a causa de eso, David le ocultara la verdad intentado protegerla; sin embargo, fuese cual fuese el caso, tampoco era justo que dejara las cosas de esta manera, Violeta se sentía como si fuese ciega por un estrecho y peligroso camino.

      -Aun si tuvieras razón, no está dispuesto a hablar conmigo.

      -No…-. Leo la miro fijamente. –…por el momento, pero yo puedo hacerlo cambiar de opinión; personalmente creo que necesitas saber la verdad, para que entiendas mejor lo que está pasando, para que lo entiendas mejor a el

      -De verdad me vas a ayudar?

      -Claro!, el hecho de que ahora sepas que no soy humano, no significa que haya cambiado… sigo siendo yo, tu amigo.

      -Gracias, supongo-. Contesto Violeta con una media sonrisa.

      -Bien, ahora que aclaramos un poco las cosas-. Leo se puso de pie y extendió su mano hacia Violeta, para ayúdala a levantarse. –Ven mañana al departamento, te prometo que hoy en la noche me encargo de convencer a David para que hable contigo.

      -No lo sé… tal vez no sea una buena idea…-. Ella recordó la tarde anterior, y no pudo evitar sentir miedo, ir al departamento representaba estar cerca de donde estaban los perros infernales; el escalofrío que recorrió su espalda, sus manos heladas y temblorosas, pero sobre todo la herida que le habían hecho, le hacían ver que aún no estaba lista para regresar; camino hacia la ventana y mientras veía como salían las primeras estrellas, alego que era mejor buscar un lugar neutral para reunirse; pero Leo tenía razón al decir que no era una plática que pudiesen tener en cualquier cafetería, esto necesitaba de mucha discreción, así que al final, ella acepto.




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