Alma Robada

CAPÍTULO I

Era cerca del medio día; y con el calor que estaba haciendo se podía freír un huevo sin mayor problema en la calle. Violeta en lugar de estar parada en el centro de la ciudad, sentía que estaba parada en el centro de una hoguera... desafortunadamente aquel estado de ánimo no solo era alentado por el calor del exterior.

     Ella dejo de abanicar su rostro con el papel que llevaba en la mano, y prácticamente se despego un mechón de cabello de su cara, reacomodo un poco su ya casi deshecha trenza de espiga, y suspiro con fuerza; incluso el aire se sentía pesado y caliente. Estaba segura que si seguía parada en ese lugar pronto comenzaría a derretirse; pero no le quedaban muchas opciones, necesitaba comprar algunas cosas, y con lo tarde que era ya no se podía dar el lujo de volver luego.

     Miró hacia el cielo tratando de darse un poco de ánimo, y lejos de conseguirlo, sus músculos solo lograron tensarse. En una mañana tan hermosa, acompañada por un sol radiante; el azul del cielo solo parecía ser más intenso y profundo, igual que cierto par de ojos que la acosaban con arrogancia desde la tarde anterior.

      -"Maldito ego maniaco pervertido"- dijo de forma que solo ella pudiera escuchar; ese demonio se las pagaría; haberle besado delante de David era algo que no pensaba perdonarle. Sin embargo, poco antes de terminar con sus pensamientos de masacre, venganza y desolación; unas imágenes más "enérgicas" ocuparon con habilidad su cabeza, haciendo que su calor corporal superara en varios grados el del clima... -¡¿Enserio?!-. Se preguntó en un tono entre intrigado y molesto. Si de algo estaba segura desde la tarde anterior, era que su cuerpo se había convertido en un degenerado traidor, él cual había cobrado vida propia y ahora parecía alterarse en muchos sentidos (y lugares), con solo recordar a Damon. De nuevo tuvo que ayudarse con el pequeño papel en su mano para abanicarse la cara

      Violeta abanicaba con fuerza, intentando bajarse un poco de la calentura que la atacaba; cuando una helada ventisca de aire le arrebato el papel que llevaba en las manos. El viento, que había sido lo suficientemente fuerte como para arrancarle su improvisado abanico, revolverle el cabello, e incluso desbalancearla; había llegado sin previo aviso, y de forma alarmantemente inusual; no solo porque escasos segundos antes había estado a punto de sofocarse en el baño sauna en que se había convertido la ciudad, sino porque la extraña ráfaga solo pareció afectarle a ella y a nadie más.

     Violeta observo al pequeño abanico de papel alejarse, pero no fue tras el; no porque no quisiera, más bien porque no pudo. Cada músculo de su cuerpo estaba rígido y en alerta, esperando lo inesperado, buscando por algo...

Miró con atención hacia todos lados, y nada; su cerebro estaba a mil por hora, estaba segura que algo no andaba bien; Leo, hellhounds, podía ser cualquier cosa...

     -¿Estás bien?

    -¡¿Eh?!

    Aquella simple pregunta regresó a Violeta de sus pesadillas. Una joven estaba parada frente a ella; y mientras con una mano le ofrecía el papel que había perdido, con la otra sostenía lo que parecían ser al menos cuatro docenas de rosas rojas.

    -Si... gracias...

    -¿Estás segura? Te vez algo pálida. Quizás te sofocaste con tanto calor... ¿Por qué no nos sentamos un momento?

     Una vez más, Violeta miro a su alrededor, y nada, no había nada raro; por lo que tal vez, solo tal vez, por esta ocasión y con buena suerte (entre comillas) ella simplemente se había sentido mal. Así que, con un ligero signo de asentimiento y una sonrisa nerviosa, accedió a lo que aquella extraña le decía.

*******

     -¿Son de tu novio, o de un admirador secreto?-. Preguntó Violeta a la joven,  para luego darle un gran trago a una botella de agua

    -¡¿Estás?!... o no, las he comprado yo-. Respondió su salvadora con un ligero tono más rosado en las mejillas. –Es que, voy a verme con mi novio y...

     -¡¡¿Qué?!!-. Violeta por poco y se atraganta con el agua. –Oye, si te estoy retrasando, por favor, no te preocupes... quiero decir, ya estoy bien, solo fue un leve... amm, mareo ¿creo?

     -No, para nada. Aun tengo tiempo-. Comentó ella con una amable sonrisa, al notar la preocupación en Violeta. –He venido más temprano para poder comprar esto-. Dijo alzando las rosas. –hoy será un día muy importante

     Violeta observo a la joven detenidamente. Su rostro estaba iluminado, tenía una sonrisa que irradiaba amor y ternura, y sus ojos parecían brillar por la emoción; sin duda alguna, esto era un trabajo de Eros o Anteros. Ella sonrío al imaginar como una resplandeciente flecha plateada atravesaba el corazón de esta joven; sin embargo, al imaginar la flecha en un tono dorado, una extraña sensación de hormigueo se apodero de su espalda.




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