Alma Robada

CAPÍTULO VI

El sol finalmente había comenzado a ocultarse, los destellos dorados y naranjas que desprendía a su alrededor le daban al cielo una hermosa gama de tonalidades diferentes, haciendo incluso que algunas cuantas nubes que bailaban distraídas, dejaran atrás su habitual color blanco para volverse de un rosa pastel. Un espectáculo digno de admirarse, y del cual, cualquier persona se sentiría feliz de ser espectador; cualquiera excepto Luc, quien probablemente era uno de los pocos con una vista tan privilegiada, y que lejos de disfrutar, sentía que era el peor momento de toda su vida.

       Damon, que estaba sentado en el barandal de seguridad de la azotea de un edificio de cuarenta pisos; lo sujetaba con una mano por el pie izquierdo, mientras que mantenía todo su cuerpo colgando en el aire.

      -¡Basta, basta!-. La voz de Luc estaba llena de miedo y desesperación, pero aun así, no era capaz de mover un solo musculo que no perteneciese a su boca; estaba seguro que si lo hacía, ese demonio lo dejaría caer. -¡Te diré lo que quieras, pero bájame!

      -¿Estás seguro?-. Preguntó Damon con sutil malicia.

     -Sí, lo prometo. Te diré lo que tú quieras….

     Damon sonrío divertido ante el terror de su víctima; pero aparte del hecho de que sería muy tonto confiar en un semi demonio, al cual conocía solo de las veces que se acerco a Violeta; ya le hacía falta algo de entretenimiento a su aburrida estancia en la tierra. Levantó un poco el brazo con el que sujetaba a Luc, y sin previo aviso, lo soltó. El sonoro grito quedo ahogado por el viento que había a esa altura; paso solo una fracción de segundo antes de que Damon le sujetara por el otro pie, y la distancia que había caído, eran solo unos cuantos centímetros; sin embargo, fue suficiente para darle a entender que si quería salir vivo de esto, necesitaba dar algo grande a cambio.

     -¡El ángel está vivo!-. Gritó cerrando los ojos con fuerza, Esperaba a que en cualquier momento lo soltara de nuevo, esta vez sin atraparlo; sin embargo, eso no sucedió.

      Damon lo observo de forma curiosa; eso era algo que ya se temía, ni por equivocación habría creído que una simple explosión lo hubiera matado; y el aroma en el cuerpo que acababa de ver estaba seguro era de él; sin embargo…

    -¿Y tú sabes dónde está?

     -No, pero sé que va a buscarme en cualquier momento….-. Respondió sin poder apartar su vista del vacío al que se enfrentaba.

      -¿Y para que le serviría alguien como tú?-. Damon lo miró con desdén, y luego lo sacudió, como si de esa forma encontrara algo que se estaba perdiendo.

      -Ya antes trabaje para él-. Luc abrió los ojos y se estremeció. No importaba que su cuerpo no fuera igual al de un simple mortal… esa caída lo reduciría a nada. Al darse cuenta de la forma en que el demonio lo veía, recordó la pregunta que le había hecho Violeta en el museo “¿De qué lado estás?” –Me ofreció un buen pago… no podía darme el lujo de rechazarlo…

       -Exactamente ¿Qué?-. Esto lejos de divertirlo, se estaba volviendo aburrido.

      - Llevar al incubo hasta Violeta

       -No eso hibrido-. Damon volcó los ojos con fastidio, y sacudió el cuerpo de nuevo.  -¿Con qué te pagó el retorcido emplumado?

      -Me prometió un alma…-. Le costaba articular las palabras, sería un semi demonio, pero eso no evitaba que el miedo se lo estuviera comiendo vivo.

      -¿Te prometió?-. De nuevo la sonrisa apareció en su rostro, y sus ojos brillaron. Luc acababa de ganarse otra oportunidad. –Eso significa que no te ha pagado ¿Cierto?

      -Bueno…-. En ese momento se vio interrumpido, cuando Damon lo arrojo con fuerza hacia adentro de la azotea, golpeándose de lleno contra una pared; sin embargo eso poco le importo, por lo menos ya no estaba colgando.

      Damon camino hasta Luc, que aun permanecía triado en el suelo; y le coloco un pie sobre el pecho, ejerciendo tal presión que el semi demonio pensó en cualquier momento lo partiría en dos; para su buena suerte eso no pasó, por lo que sin esperar  a que le hiciera algún otra cosa, continuo hablando.

     -Cuando fue lo del museo, pensé que se había muerto-. Sentía unas amenazadoras ganas de regresar la comida; pero las contuvo en la garganta. –Pero cuando empezaron a aparecer estas suicidas, supe que se trataba de él… solo tenía que seguirle el rastro, por eso estaba en la morgue.

     -¿Suicidas?-. Así que no era un evento aislado.

     -Yo solo he visto tres, pero sé que son más-. Luc se giró para tomar su mochila,  y sacar unas fotos.




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