Alma Robada

CAPÍTULO IX

Lejos de sentirse amenazado por el círculo que lo aprisionaba desde el suelo, David hizo una mueca resignada, la cual borró casi al mismo instante. No se esperaba que lo fueran a buscar hasta ese sitio, por lo que estaba seguro que debía ser algo de suma importancia para que lo retuvieran de esa manera.

      Pronto el resplandor verde opacó todos los colores a su alrededor, y la intensa luz que se desprendía de esos extraños signos, a su vez templaba de forma cálida la brisa, que susurraba delicadas melodías en los oídos de David; quien ahora mostraba orgullosos sus ojos azules y alas plateadas; mientras escuchaba con suma atención cada una de las indicaciones que se le dictaban. De vez en cuando, tanto los puños de sus manos, como las comisuras de sus labios, se tensaban de una forma amenazante ante la información que su cerebro descifraba de los celestiales coros; sin embargo, cuando esto pasaba, la gracia de aquella brisa lo envolvía de forma más apremiante, haciéndolo relajarse y volver a un estado de paz y calma que solo era capaz de combinar con su figura angelical.

         El panorama alrededor del ángel comenzó a cambiar drásticamente; como si el tiempo hubiese cobrado vida propia, y de forma caprichosa se alejara del pequeño espacio que rodeaba a David, las personas que pasaban por el lugar, no solo no se percataban de lo que ocurría, sino que parecían pequeñas manchas borrosas sobre la imagen de una perfecta pintura tridimensional, que poco a poco, aunque de forma terriblemente alarmante para él, paso de tarde a ocaso, de ocaso a noche, y de hermosa noche estrellada, a un imponente amanecer; lo que parecieron ser minutos para él, habían sido más de doce horas para el resto del mundo.

        Por fin el mensaje estaba llegando a su final; y aunque ante esta última parte, cada músculo en el cuerpo de David se puso rígido y en alerta, una melodiosa risita que reconoció mezclada entre las demás voces lo hizo abandonar esta postura; estaba seguro que ni siquiera iba  a valer el esfuerzo que supone estar molesto, si “Alguien” ya había dictado esa orden; así que suspiro soltando con esto la antipatía, y alejando todo sentimiento impropio de un ángel, se dispuso a realizar su trabajo (el cual cabe mencionar le hacía por lo menos un ochenta por ciento demasiado feliz).

        El brillante círculo poco a poco empezó a desaparecer bajo sus pies, y lo único que quedó como recordatorio fue una hermosa pluma de color marfil, la cual recogió con su mano derecha, y al encerrarla entre sus dedos, un hermoso resplandor verde salió a través de estos; para luego, junto con sus alas y ojos azules… evaporarse por completo.

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      Violeta parpadeo varias veces antes de aceptar el hecho, de que todo a su alrededor, era una perpetua obscuridad. Intento hacer que sus ojos se acostumbraran, pero su esfuerzo por distinguir aunque fueran los dedos de su mano, que ahora mismo tenía justo frente a su rostro, fueron completamente inútiles; no importaba cuanto tiempo pasara, en ese lugar era incapaz de diferenciar nada.

      Entonces otra idea cruzo por su mente. Tiempo. ¿Exactamente cuánto tiempo había pasado desde que llego a donde se encontraba?; siendo honesta no tenía ni la más remota idea, parecía que había estado allí por una eternidad completa, pero sabía que eso era imposible; así que decidió vagar entre sus memorias y tratar de ubicar su último recuerdo, hasta llegar a unos imponentes (e impertinentes) ojos dorados. Damon.

      Una corriente eléctrica recorrió cada centímetro del cuerpo de Violeta, a la vez que su sangre comenzaba a arder; ese engendro pervertido le había enterrado la katana en el pecho y ahora ella estaba en… bueno, no sabía en dónde; aunque de alguna forma estaba segura que no era ni el cielo ni el infierno… o al menos eso esperaba tomando en cuenta que, se suponía  la necesitaba viva.

       Ella inspiro profunda y pausadamente un par de veces para recobrar un poco el aliento, y luego, con algo de duda y mucha, mucha incertidumbre,  logro dar un paso al frente; no estaba segura de si solo estaba flotando por ahí en una especie de limbo negro, o realmente había algo bajo sus pies… para su buena fortuna, su pie se estrello contra algo firme. Una vez que comprobó esta primera pregunta, se dejó caer contra lo que fuera que hubiese bajo ella, y se recostó extendida boca arriba, para luego cerrar los ojos; después de todo, tenerlos abiertos o cerrados no marcaban ninguna diferencia.

       Un infinito torrente de preguntas, ideas y maquinaciones llegaron a ella como un tifón; maldito fuera el momento en que tuvo que perder la consciencia, o mejor aún, maldito el momento en que a Damon se le ocurrió seguirle el juego; porque Violeta sabía que él sabía… sabía que su corazón estaba del lado derecho de su pecho y no del lado izquierdo como es normal en las personas. Está bien, pensó para sí, ella había tenido la culpa inicialmente por retarlo, pero que otra cosa esperaba que hiciera cuando amenazaba de esa forma a su hermano. ¡Daniel!. En cuanto pronunció su nombre, de nuevo una sensación de creciente inestabilidad se apoderó de su cuerpo.




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