Alma Robada

CAPÍTULO XVII (parte 2)

  Un intenso brillo salió de su cuerpo. Afortunadamente, Damon ya sabía que era lo que iba a pasar, y solo tuvo que cerrar sus ojos hasta que la luz se concentrara en un punto. 

      A lo largo de su eterna existencia, el demonio había hecho esto solo dos veces; y jamás pensó que se presentaría la oportunidad de volver a hacerlo. Llamar a un alma humana fuera del cuerpo de su portador, mientras este aun está vivo, en realidad era un proceso de lo más sencillo; sin embargo, no era común que un demonio dejara un alma que "técnicamente" le pertenecía,  vagara por allí con su antiguo dueño. En este caso era justo lo que ocurría. Damon era "técnicamente" el dueño del alma de Violeta, solo tenía que matarla para poder tomarla... pero como eso traería ciertos problemas, de momento lo mejor que podía hacer era mantenerla con vida. Lo cual estaba volviéndose todo un reto.

      Cuando por fin fue capaz de abrir sus ojos, Damon observo como una pequeña esfera de luz flotaba sobre el cuerpo de Violeta. Su alma por fin estaba fuera de su cuerpo.

      Él la observo por un segundo, y después dirigió sus ojos azules a la flecha; al notar como esta subía y bajaba de forma lenta al compás de las respiraciones de Violeta, un pequeño resoplido salió de sus labios. No estaba preocupado... simplemente su aspecto era atroz y pensó que sería bueno revisar si aún seguía con vida. Más tarde se ocuparía de este pequeño detallito.

       Sin más preámbulos; se puso de pie, miró a su alrededor asegurándose que nadie lo siguiera, y luego tomó con su mano derecha la pequeña esfera. Una de las ventajas de ser "técnicamente" el dueño, era ser el único aparte de Violeta capaz de tocar aquella alma.

       Él la miró, la miró, la miró; pero nada... no había absolutamente nada anormal en ella. Era linda, pura, y olía bien, pero nada que no pudiera conseguirse en otro humano decente y "normal"; sin embargo, algo en el interior del demonio se negaba a dar crédito a lo que veía, estaba completamente seguro de que las similitudes que ella tenía con aquel estúpido sujeto eran demasiadas para ser simples casualidades, aunque su alma no fuera ni un milímetro parecida a la de él. Algo se le estaba escapando, y comenzaba a crisparle los nervios.

        De pronto, los ojos del demonio cambiaron a su malicioso dorado, y una sonrisilla mañosa se le escapo de los labios.

       -Tarde tarde, siempre tarde...-. Cantó mientras se agachaba frente a Violeta. -Esto te va a doler...-. Susurró divertido. -Pero que quede claro, lo hago solo por la investigación...

       Damon volcó su atención sobre el círculo mágico que la rodeaba, y borró una de las letras que había en el interior, para luego colocar de nuevo sobre Violeta la pequeña esfera. En cuanto lo hizo, la luz que bailaba dentro de esta volvió en forma de hilos al cuerpo que pertenecía; y una vez que el alma regresó, lo interesante estaba por empezar.

       Él tomó con su mano la flecha, y sin un gramo de delicadeza, la sacó. En cuanto estuvo fuera, recobro su forma original de guadaña.

      ****************************************

      Violeta abrió los ojos en el mismo instante en que la flecha la abandonó; fue como si hubiese recibido una descarga eléctrica para revivirla.

     Un par de años atrás, ella había sufrido un aparatoso accidente. No era la gran cosa comparando con el espectáculo visual que dio,  pero tanto Daniel como los paramédicos llegaron a su lado convencidos de que ó estaba muerta, ó pronto lo estaría; sin embargo, de todo eso solo su hombro derecho había resultado roto. Pero ella nunca olvidaría la forma en que su hermano le preguntó al menos un millón de veces "¿Del 1 al 10 cuánto te duele?" él pobre juraba que ella estaba en completa agonía, mientras que su escala lo más alto que llegó fue al tres. 

      Ahora no era el caso... la escala subió como mínimo a cincuenta sobre diez.

      Aquello no era algo fácil de explicar; el dolor que sentía Violeta en ese momento era algo que nunca antes sintió, al menos no así de fuerte... quizás lo mejor que podía manifestar, era decir que se había transformado en un volcán. Todo en su interior se estaba quemando. Su sangre se había transformado en lava y la sentía recorrer todo su cuerpo, sofocando sus pulmones, derritiendo sus huesos, calcinando su corazón…

        Sumida en una intensa agonía; Violeta se retorcía en aquel techo gritando su dolor. Estaba segura que iba a morir, porque no podía creer que alguien fuera capaz de sobrevivir tal suplicio. No entendía que era lo que estaba pasando, en dónde estaba, ó cómo era posible que su cuerpo aun sintiera tanto dolor después de lo herido que estaba minutos atrás. Entonces la escuchó… esa voz que alertaba cada milímetro de su cuerpo y de su consciencia.




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